Chipre, a la búsqueda de una solución para la isla dividida de Europa
El conflicto de Chipre, la isla dividida de Europa, continúa enquistado en el extremo oriental del Mediterráneo. Dividida en dos[…]
El conflicto de Chipre, la isla dividida de Europa, continúa enquistado en el extremo oriental del Mediterráneo. Dividida en dos desde la intervención militar turca de 1974, la isla vive en paz y es hoy parte de la Unión Europea, pero los turcochipriotas no disfrutan de las ventajas derivadas ello ni parece que vayan a poder hacerlo hasta que no se solucione el litigio que mantiene con los grecochipriotas su República Turca del Norte de Chipre, el estado de poco más de 3.000 kilómetros cuadrados que habitan y que solo reconoce Turquía.
Su anhelo es que 2016 les traiga por fin un acuerdo con sus vecinos que les permita salir de su aislamiento e integrarse en un Chipre unificado y federal. Aunque las numerosas tentativas diplomáticas anteriores invitan al escepticismo, hay algunas razones para pensar que esta vez podría ser diferente. Porque Mustafa Akinci, presidente turcochipriota desde la primavera, se ha empeñado en llevar a buen puerto las negociaciones con su homólogo grecochipriota, Nikos Anastasiadis, y porque los recientes hallazgos de hidrocarburos en aguas próximas hace converger intereses que hasta ahora han resultado irreconciliables. En palabras de Emine Çolak, ministra de Asuntos Exteriores turcochipriota, «ahora hay un clima favorable, pero no sabemos cuánto durará».
De momento, las cosas van por buen camino y hace poco los líderes de ambas comunidades grabaron un mensaje conjunto en el que expresaron su voluntad y deseo de resolver el asunto, una imagen sin precedentes y esperanzadora. Sin embargo, los obstáculos siguen siendo enormes y un reciente estudio publicado por la Universidad de Nicosia revela que un 65% de los grecochipriotas encuestados piensa que 2016 tampoco será el año de la reconciliación. En el Chipre griego, todavía conmocionado por los efectos del corralito impuesto en 2013 por las instituciones europeas en lo peor de la crisis del euro, el objetivo de la reunificación figura en un segundo plano y preocupa mucho menos que la normalización de la economía.
Son los 286.000 turcochipriotas los principales perjudicados por un «statu quo» que se prolonga ya por demasiado tiempo. Con su capacidad para los intercambios comerciales limitada y sin reconocimiento en los principales organismos internacionales, el aval de Ankara los sostiene, pero su aislamiento los condena al estancamiento. La ministra turcochipriota cree que una vez hayan pasado las elecciones grecochipriotas en mayo «habrá mayor espacio para un acuerdo, por lo que somos moderadamente optimistas».
El fracaso del plan Annan
El último intento serio para lograr un arreglo político fue el conocido como «Plan Annan», impulsado en 2004 por el entonces secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan. Contemplaba la unión de ambas comunidades en un estado federal con la presidencia en manos de la mayoría grecochipriota y la vicepresidencia en las de los turcochipriotas. La idea era además que cada comunidad tuviera instituciones y territorios propios. La iniciativa se sometió a referéndum. La parte turca dijo que sí abrumadoramente, pero los grecochipriotas votaron mayoritariamente que no y el plan quedó definitivamente descartado. Fue también la última vez que la Unión Europea se implicó definitivamente en la búsqueda de una solución diplomática.
Ahora, como asegura Erol Kaymak, experto de la Universidad del Mediterráneo Oriental de Famagusta, «la UE aceptará cualquier acuerdo que alcancen los chipriotas, pero lo que los grecochipriotas esperan de ella es que patrocine sus planteamientos», por lo que Bruselas esquiva con buenas palabras un asunto potencialmente espinoso.
Son otros los agentes internacionales que sí están dispuestos. Kaymak señala que «Turquía va a jugar un papel cada vez mayor. Europa no es un actor a tener en cuenta. Estados Unidos y Rusia sí lo son». También lo será Israel, interesado en la que sin duda es una de las aristas recientes del asunto que podrían darle un vuelco, el hallazgo de hidrocarburos en el Mediterráneo, lo que ya ha provocado algunos rifirrafes territoriales. «Israel ha descubierto gas, pero le resulta muy caro extraerlo; la única manera de hacerlo es sumando esfuerzos con los turcos y con las dos comunidades chipriotas», continúa Kaymak. En este escenario, la división de Chipre se presenta como un obstáculo que lo único que hace es entorpecer la posible explotación de estos recursos.
Este potencial interés compartido es otro de los motivos del reciente acercamiento entre los gobiernos israelí y turco, enfrentados desde el ataque de fuerzas hebreas a un barco turco que formaba parte de una flotilla humanitaria con rumbo a Gaza en 2010. El mismo presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, declaró hace pocos días que «Israel y Turquía se necesitan mutuamente en Oriente Próximo», unas palabras que denotan el nuevo clima en la región.