Por qué los fondos de inversión son una buena alternativa a los ETF

Ambos cuentan con una forma de invertir parecida: el inversor accede al mercado a través de inversiones diversificadas

Después de varias piezas dedicadas a explicar el mundo de los ETF y de qué forma el inversor puede aprovechar para sacarles la mayor rentabilidad posible, en esta ocasión nos desviamos para explicar los fondos de inversión, que cuentan con una forma parecida de invertir: el inversor tampoco accede al mercado de forma directa, si no a través de inversiones diversificadas.

Un fondo de inversión es una institución de inversión colectiva, un instrumento de ahorro que, como los ETF, aglutina las aportaciones de sus inversores, personas jurídicas o físicas llamados partícipes y los invierte en distintos instrumentos financieros, como acciones, valores de renta fija o derivados.

¿Por qué invertir en fondos de inversión?

Una pregunta habitual, entre los inversores, son los motivos que deben llevarlos a invertir su dinero en fondos. Son varias las ventajas:

  • Diversificación: como ya hemos dicho, un fondo de inversión reparte dinero en diferentes activos, sectores y/o mercados (con distintos comportamientos). Las ganancias obtenidas de un sector paliarán las pérdidas de otros.
  • Acceso a cualquier mercado: van a invertir en mercados que, en muchos casos, no estarían a su alcance si operaran de forma individual.
  • Productos adaptados a su perfil: al existir una tipología de fondos muy variada, es más fácil que los inversores encuentren los productos que se adapten a su perfil, tanto si son conservadores como si están dispuestos a asumir un mayor riesgo.
  • Gestión profesional: al invertir en fondos, van a confiar una parte de sus ahorros a un equipo profesional, que va a analizar el mercado en busca de oportunidades de generar la máxima rentabilidad a sus aportaciones. A cambio, y hay que tenerlo en cuenta, el inversor debe pagar unas comisiones.

Comisiones de un fondo de inversión

Las comisiones más habituales de los fondos de inversión son la comisión de gestión, que realiza la gestora con motivo de la compra y/o venta de los activos que integran el fondo; la comisión de depósito, realizado por el banco o el depositario correspondiente, por ‘salvaguardar’ las inversiones del fondo.

A estas hay que sumar la comisión de suscripción y la de reembolso, generadas por la compraventa de participaciones. En concreto, la compra de participaciones en un fondo de inversión se denomina suscripción; la venta (ya sea total o parcial), se conoce como reembolso.

Rentabilidad de un fondo de inversión

La rentabilidad se obtiene al dividir lo invertido en él entre el total de participaciones. Así se obtiene el valor liquidativo, que asignará a cada partícipe según la proporción que represente sobre el total del patrimonio que componga el fondo.

Se ha de comparar este valor en la fecha de suscripción y en la fecha de reembolso, que dará un porcentaje que representa la rentabilidad de lo invertido.

Teniendo en cuenta que la rentabilidad de un fondo de inversión no está garantizada, ésta va a depender del tipo de fondo que se elija y del riesgo que se asuma. Según esto, podemos diferenciar diferentes perfiles de inversor:

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  • Conservador: ofrecen una rentabilidad moderada, con una baja volatilidad. Adecuados para inversores que priorizan el mantener el valor de su inversión.
  • Decidido: aspiran a ofrecer una mayor rentabilidad, aunque, eso sí, se encuentran expuestos a una mayor volatilidad en sus resultados. Recomendados para los inversores a largo plazo.
  • Moderado: su objetivo es que el inversor obtenga un equilibrio entre la estabilidad en su inversión y el crecimiento patrimonial que pueda obtener de ella.

A medida que los inversores compren y vendan participaciones, y según las oscilaciones del valor de mercado de los activos en los que invierte el fondo, el patrimonio crecerá o disminuirá, y en consecuencia el valor liquidativo del fondo sufrirá igualmente oscilaciones al alza o a la baja.

Tipos de fondos de inversión

Los fondos de inversión más típicos son los de renta fija y renta variable. Los primeros invierten en activos de renta fija (bonos o activos del tesoro) y su rentabilidad es inferior a los de renta variable (acciones), pero su riesgo también.

Asimismo, los inversores pueden optar por invertir en fondos de inversión inmobiliaria, que invierten en valores y activos financieros; fondos de inversión mobiliaria, que invierten en inmuebles urbanos con el objetivo principal de “sacar” un rendimiento de su alquiler; fondos de inversión monetaria que, a corto plazo, invierten en una moneda determinada, lo que implica, habitualmente, poco riesgo y una liquidez dotada de una cierta estabilidad. Por último, podemos hablar de fondos de inversión en materias primas, que no son usuales en España.

Fiscalidad de los fondos de inversión

Una de las grandes ventajas de los fondos de inversión es su fiscalidad. El partícipe de un fondo de inversión sólo tributará cuando reembolse las participaciones. En ese momento se genera un rendimiento que, a efectos fiscales, se considera ganancia o pérdida patrimonial y debe integrarse en la base imponible del ahorro en el IRPF. Además, el traspaso entre fondos está exento de tributación.

En resumen, los fondos de inversión son instrumentos muy atractivos para los inversores individuales, ya que facilitan el acceso a mercados que en otros casos no estarían al alcance, ayudando a una buena planificación financiera gracias a sus ventajas fiscales.

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