Calcular el salario mínimo ideal no es tan fácil como parece

La defensa del salario mínimo basada en razones de eficiencia (mayor producción) y equidad (reducción de desigualdad) genera controversias, ya que la investigación económica arroja resultados dispares

El salario mínimo es una medida de política económica que fija el mínimo legal que un empleador debe pagar a los asalariados que contrata (antes de impuestos sobre la renta y sin incluir las cotizaciones sociales). En unos países se fija por hora trabajada. En otros, como España, es el salario mensual para un trabajador a tiempo completo y es el mismo para todas las profesiones, regiones y sectores de actividad.

La defensa del salario mínimo basada en razones de eficiencia (mayor producción) y equidad (reducción de desigualdad) genera controversias, ya que la investigación económica arroja resultados dispares.

Un modelo simplificado

En una publicación reciente hemos analizado, a través de un modelo simplificado de una economía desarrollada, los efectos del salario mínimo sobre la equidad laboral y la eficiencia empresarial.

En esta economía ficticia, las personas son heterogéneas en sus habilidades y, en función de la retribución a su trabajo y su habilidad en cada ocupación, eligen trabajar como asalariados, autónomos o empresarios.

El precio de mercado por unidad de habilidad general se ajusta hasta igualar la demanda y la oferta de empleo asalariado y, en el equilibrio, las personas se distribuyen entre los grupos ocupacionales según sus habilidades.

La introducción del salario mínimo implica que solo las personas cuya habilidad supere un umbral mínimo encontrarán trabajo como asalariados. Este umbral es creciente en la cuantía del salario mínimo y depende, además, de otras características de la economía, como la distribución de habilidades y las tecnologías productiva y organizacional.

Las personas excluidas del mercado laboral, ubicadas en la cola inferior de la distribución de habilidades, se ven abocadas (involuntariamente) al autoempleo o el desempleo (el modelo no contempla las opciones de economía sumergida o irregular que pueden darse en el mundo real).

Por tanto, la presencia del salario mínimo provoca un mayor número de trabajadores autónomos y una disminución de empresarios y asalariados.

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Costes versus beneficios

En nuestro modelo, mientras que los asalariados que mantienen su empleo ven aumentos salariales debido al incremento del precio de equilibrio por unidad de habilidad, este mayor coste laboral reduce los beneficios empresariales.

Los principales perjudicados por el salario mínimo son los asalariados con menor habilidad y salario, que pierden su empleo por la caída de beneficios.

Los resultados son coherentes con la economía política del salario mínimo, caracterizada por la oposición de los empresarios y el apoyo de los sindicatos, que representan mayoritariamente a trabajadores con menos riesgo de perder el empleo (más cualificados).

Heterogeneidad de factores

Nuestra investigación teórica puede explicar la disparidad de resultados de las investigaciones empíricas, ya que muestra que los efectos del salario mínimo dependen de su valor relativo al salario medio.

Un salario mínimo por debajo del 40 por ciento del salario medio no tiene ningún impacto perceptible sobre la eficiencia y equidad de la economía. Entre el 40  y el 60  por ciento, los efectos son gradualmente más perceptibles, aunque difíciles de detectar empíricamente si el aumento del salario mínimo se realiza en pequeñas subidas sucesivas a lo largo de varios años. A partir del 60 por ciento ya son notorios y crecen exponencialmente.

Aunque algunos organismos internacionales (Directiva UE sobre unos salarios mínimos adecuados en la Unión Europea, apartado 28) recomiendan situar el salario mínimo alrededor del 50 por ciento del salario medio (60 por ciento del salario mediano), la heterogeneidad entre países sigue siendo elevada.

Además, los efectos del mismo aumento porcentual en el salario mínimo variarán entre unas economías y otras en función de variables no evidentes (como la dispersión en la distribución de habilidades en la población o las formas dominantes de organización interna de las empresas).

La heterogeneidad entre países y regiones en el diseño del propio salario mínimo, en el nivel relativo de partida y la magnitud del cambio del mismo, en la distribución de habilidades y en las formas de organizar el trabajo explican la heterogeneidad de resultados y por qué la investigación empírica sigue abierta.

¿Igual para todos?

Surgen preguntas que invitan a la reflexión y el debate: ¿es razonable un único salario mínimo, igual para todo el territorio español y rígido al ciclo económico? Si las regiones son heterogéneas en la productividad media, con diferencias de hasta el 80 por ciento entre comunidades autónomas, la investigación realizada sugiere que no es razonable un único salario mínimo, igual para todas las regiones.

Por otro lado, dado que la productividad y el salario medios fluctúan con los ciclos económicos, si el salario mínimo es rígido al ciclo, la relación entre este y el salario medio aumentará en las fases contractivas, agravando los efectos negativos sobre la productividad y el empleo.

Nuestro trabajo recomienda ajustes al alza en fases expansivas (adaptados al crecimiento del salario medio) y posibles descensos en fases contractivas prolongadas.

Una cuestión empírica

¿Por qué hay tanta controversia alrededor del salario mínimo? Una respuesta plausible es que algunos supuestos de la teoría no se cumplen en la realidad.

Por ejemplo, si las empresas tienen poder para influir en los salarios, el salario mínimo puede tener efectos positivos sobre el empleo, la producción y la equidad.

El debate sobre los efectos del salario mínimo se convierte así en una cuestión empírica, donde las numerosas investigaciones realizadas han generado resultados dispares.

Por un lado, están las que encuentran un efecto nulo o negativo del salario mínimo sobre el empleo, sobre todo si se analizan los efectos para el conjunto de la economía.

Y por otro, las que hallan un efecto positivo del salario mínimo en mercados laborales locales o monopsonistas (donde es plausible que haya pocos empleadores para mucha mano de obra disponible).

En definitiva, la investigación económica ordena el debate sobre los efectos positivos y negativos del salario mínimo pero la discusión sigue abierta.

Por el momento, nuestra investigación sugiere la conveniencia de adaptarlo a las condiciones de cada país o región y a la fase del ciclo económico en que se encuentre.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

The Conversation

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