IBEX 35: no es sólo Trump. Europa también teme a China

Los inversores esperan a los resultados electorales antes de modificar sus carteras. Consecuencia: el IBEX 35 sigue atascado. Duración: 8 min

Transcripción

(Habla Ismael García Villarejo)

Te resumo la sesión:

La jornada electoral en los EEUU aplazó buena parte de los ajustes de carteras. Sigue la transición que os narraba ayer. Los inversores esperan a conocer el nuevo escenario político, es decir, los resultados de los comicios, en la mayor economía mundial antes de modificar sus carteras. Los cambios han sido reducidos este martes y el IBEX 35 repitió en el entorno de los 11.800 puntos. 

A pesar del clima de espera, el director de análisis de la revista Inversión, Josep Codina, abrió estrategia en McKesson Corp, con los 530 dólares como referencia clave. McKesson es una multinacional estadounidense de gestión médica, distribución minorista de productos y tratamientos farmacológicos.

Aunque la estrategia completa es exclusiva para suscriptores, te puedes dar de alta aquí, sí te puedo contar que esta pauta de Codina se entronca en el gusto que hemos desarrollado en la revista Inversión por el sector farma en los últimos meses.

Es un sector que arma buenas oportunidades a medida que se recupera de una actuación pobre tras la pandemia.

Y ahora, comparto contigo un análisis financiero a rebufo de las elecciones y lo que nos espera en Europa:

El 30 de octubre, un Halloween corporativo, si me permites el adjetivo, agitó la coctelera y metió a la eurozona en una sonora resaca. Todo sin ningún arancel de Donald Trump a la vista.

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A la vez que cientos de trabajadores franceses protestaban por la posible venta de la empresa química en dificultades Vencorex a una filial de la china Wanhua Chemical Group, los empleados de Volkswagen amenazaban con ir a la huelga por un plan de ahorro de costes que podría cerrar plantas alemanas en paralelo a la pérdida del liderato del emblema alemán en China llega a su fin tras 15 años.

Ambos sustos industriales muestran la magnitud de la presión china sobre las empresas europeas, que seguirán sufriendo independientemente de si un Trump enérgico y eurófobo regresa a la Casa Blanca o no.

Junto a los semiconductores, los productos químicos y los bienes industriales -y el golpe al lujo, en el que China puede representar una cuarta parte de las ventas de las empresas-, el símbolo más visible de la angustia es el sector del automóvil. China ya supera a Alemania en su tradicional área de fortaleza.

El superávit de la eurozona en exportaciones netas de coches a China se ha esfumado y VW ha publicado dos profits warnings en tres meses.

Pero la magnitud de la brecha de innovación, energía y productividad que acecha a Europa, tal y como señala Mario Draghi en su reciente informe, hace necesaria una reacción contundente de Bruselas.

El tradicional manual alemán de competir «más duro» bajando los salarios europeos puede que no funcione esta vez: según me contó Jamie Rush, de Bloomberg Economics, las enormes inversiones estatales de China en el sector manufacturero y su escala sin rival pueden significar que esta es una carrera que simplemente no se puede ganar.

Y aunque los aranceles permiten ganar tiempo, no son la panacea, a juzgar por los problemas estructurales de competitividad en áreas como la energía.

Una vía más prometedora sería que Alemania aprovechara sus ventajas de bajo endeudamiento en relación con el PIB, costes de endeudamiento baratos y elevado ahorro para invertir en innovación, energía e infraestructuras.

Lo que está sucediendo en China y lo que puede suceder a continuación en los Estados Unidos si gana Trump debería sacudir a Europa de la complacencia con respecto a su modelo económico que promueve las exportaciones a expensas de la demanda interna, el avance tecnológico y la seguridad geopolítica (como han demostrado el Covid-19 y la invasión rusa de Ucrania).

Está claro que las viejas costumbres no mueren. La UE ya está buscando un compromiso negociado sobre los aranceles a los vehículos eléctricos chinos; también parece esperanzada en encontrar formas de convencer a Trump de que abandone la guerra comercial si gana.

A medida que el estímulo de Pekín arraiga, y con el entorno de Trump culpando en voz alta a los socios comerciales de EEUU centrados en la exportación «por el daño que han causado», el riesgo es que los sustos económicos de Europa no hayan hecho más que empezar.

Gracias, como siempre, por el privilegio de tu tiempo.

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