La Bolsa de Londres y el Brexit en su año decisivo

En los próximos meses tendrá que definirse tanto el periodo de transición como el acuerdo comercial con la Unión Europea. La tensión no desaparece y puede acabar rompiendo el Gobierno de Theresa May y llevar a nuevas elecciones. En este escenario, la bolsa británica tiene la ventaja de estar barata.

La bolsa británica es la peor de Europa este año. Bien es verdad que arrancaba 2018 conquistando máximos históricos en el entorno de los 7.800 puntos, una cota un 30 por ciento por encima de los niveles que marcó tras conocerse el resultado del referéndum del Brexit, en junio de 2016. En gran medida, ese retorno se acumuló en la segunda mitad del año 2016, dado que en el ejercicio 2017 ganó apenas un 7,63 por ciento. 

Richard Colwell, de Columbia Threadneedle, relativiza este en principio éxito de la bolsa británica aportando dos datos: en comparación con la renta variable mundial y en dólares, su retorno se colocó en el vagón de cola; además, la exposición de los inversores internacionales a las acciones del Reino Unido ha caído a niveles de 2009, cuando el sistema bancario se encontraba bajo amenaza. «Esto se ha derivado de las preocupaciones en torno a la depreciación de la libra y las perspectivas económicas del Reino Unido, que sufren el lastre de las negociaciones del Brexit», afirma Colwell. Asimismo, David Kneale y Jeremy Hewlett, de Mirabaud, aseguran que estas incertidumbres provocan que el mercado británico sea un lugar del que se desinvierte para incrementar la exposición a los mercados emergentes o a las actividades cíclicas europeas. 

Existe el riesgo de que las negociaciones entre el Gobierno de Theresa May y la UE se compliquen: podría haber un choque entre el Reino Unido y Bruselas por cuestiones relativas al periodo de transición hasta la ruptura con Europa (mientras la UE quiere que este periodo acabe sí o sí el 31 de diciembre de 2020, Londres se plantea poder extenderlo, si fuera necesario). Y la disputa con Europa pone en riesgo de ruptura al Ejecutivo de May. Desde Bloomberg se apunta la posibilidad de que implosione una vez la UE rechace su propuesta de ambicioso acuerdo de libre comercio que May consensuó con su dividido equipo, que incluye al pro-Brexit Boris Johnson y al pro-UE Philip Hammond, tras una negociación de ocho horas el 15 de febrero. El plan se hizo público en un discurso que Theresa May pronunció el día 2 de marzo. Veremos cuál será la respuesta de la UE a ese discurso y la del propio Gobierno de May -no hay que descartar elecciones anticipadas y que los laboristas de Corbyn, que acaban de presentar su propuesta, una unión aduanera, las enfrenten en buena forma-. Después habrá que ver cómo se lo toma el mercado. 

Según los expertos de AXA, si no hay acuerdo y el Reino Unido se aboca a abandonar a las bravas la UE, la libra puede caer abruptamente; si Bruselas rechaza la oferta del Reino Unido y se plantea un segundo referéndum que ponga en suspenso el Brexit, la libra subirá con fuerza; y si la respuesta al rechazo comunitario es una cita electoral que ganen los laboristas la libra caerá al principio, para luego subir descontando una expectativa de mayor gasto público, mientras que los diferenciales de crédito también podrían aumentar. 

2018: un año difícil

Según Indriatti Van Hein, gestora del Janus Henderson UK Alpha, lo que explica la debilidad relativa de la bolsa británica este año, además de la incertidumbre sobre el acuerdo comercial, es la inestabilidad que se percibe en el gobierno y el perfil del candidato alternativo, Corbyn, además de la caída del dólar, que penaliza las expectativas de beneficio del Ftse 100, dado que un 70 por ciento de los beneficios proceden del exterior. 

Según AXA IM, la mala racha podría seguir: «La incertidumbre económica y política sugiere un ejercicio difícil». En su opinión, la volatilidad va a seguir alta. Apunta que cambios menores en la percepción pueden suponer importantes movimientos en los activos.

Incluso el escenario económico dependerá de qué versión del Brexit se imponga. Porque la política cotiza de forma directa en la libra. Según el escenario base de los expertos de Amundi (un acuerdo de libre comercio en bienes, pero restringido en servicios, con menor acceso al mercado único que Suiza en el caso de los financieros), la incertidumbre aumentará en el segundo semestre de 2018 y más en 2019, cuando esté claro que los servicios financieros británicos no se prestarán a Europa como antes.

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Ello, afirman desde Amundi, meterá presión bajista a la libra (hasta niveles de 1,30 contra el dólar y hasta 0,95 contra el euro), lo que puede llevar a una menor inversión y frenar a la economía, aunque seguirá moviéndose al ritmo actual, puesto que una divisa más débil podría incrementar el peso de las exportaciones en el PIB. La inflación, en este contexto, se moverá en el entorno del 3 por ciento. Los gestores de Mirabaud coinciden en que el riesgo está en otra racha bajista de la libra, pero creen que es improbable que sea tan grande como la de 2016, que tampoco dañó mucho a la economía. 

Un escenario más benévolo para la economía británica sería un acuerdo comercial más amplio, que incluyera los servicios. El peor, con una probabilidad del 15 por ciento, según Amundi, sería que hubiera un Brexit duro, fruto del fracaso de las negociaciones, y que resultaría en una relación en el marco de la Organización Mundial del Comercio. En ese caso, el Reino Unido podría sufrir un 'shock' económico. 

¿Subida de tipos en mayo?

Del desarrollo del Brexit, de la versión que de éste se imponga y de lo que provoque en la economía dependerá la actuación del Banco de Inglaterra (BoE). Como destaca Luke Bartholomew, de Aberdeen Standard Investments, en la última reunión, la institución señaló que los tipos de interés tendrán que subir más y más rápido de lo previsto si el crecimiento económico continúa según lo previsto. «El banco es más positivo con las previsiones y pretende actuar claramente frente a lo que ve como una presión inflacionista creciente. Pero el Brexit está llamando a la puerta y es todavía un asunto bastante desconocido para el banco central, para la economía y para todo el mundo», matiza Bartholomew. 

Ranko Berich, de Monex Europe, señala que los tipos podrían subir en abril o en mayo. Aunque advierte: «Los riesgos políticos son abundantes para el Reino Unido y las grandes organizaciones empresariales están advirtiendo de la falta de claridad sobre el Brexit, pese a lo cual, como el gobernador del BoE señala, la inversión empieza a repuntar. De igual modo, la inflación está mordiendo el poder adquisitivo de los salarios y no hay garantía de que el gasto del consumidor no se desacelere». Berich añade que al final será la economía la que se impondrá y marcará las decisiones del banco central. De momento, dice Aneeke Gupta, de ETF Securities, el BoE ha ayudado a la libra a apreciarse y cree que esta tendencia puede seguir en los próximos meses, aunque con el riesgo de que aspectos alrededor del Brexit la interrumpan. 

Martin Hochstein, de Allianz Global Investors, coincide en que a la libra la pueden soportar una valoración barata, que la inflación vaya a mantenerse sobre el objetivo del banco central, así como la respuesta que éste dé en forma de subidas de tipos. Pero también comenta que los mercados ahora mismo ponen en precio un Brexit sin contratiempos, por lo que cualquier sorpresa negativa podría pesar sobre la libra, sobre todo teniendo en cuenta el telón de fondo de sus déficits gemelos (corriente y fiscal). Por eso, Flossbach von Storch cubre el riesgo de la divisa. 

Expectativas bursátiles 

Varios analistas apuntan que esta bolsa es interesante. Por ejemplo, Van Hein: «Este mercado tiene puesta en precio gran parte de la incertidumbre sobre el Brexit. El británico es el mercado desarrollado más barato y es también uno de los de mayor rentabilidad por dividendo. Si los titulares de las noticias alrededor del futuro acuerdo comercial comienzan a ser más constructivos, tendría que recuperar posiciones». Sus principales posiciones son Royal Dutch Shell, NMC Health, HSBC, Prudential, Intermediate Capital Group, John Laing Group, Melrose Industries, Glencore, Clinigen Group y Bellway. Mientras, algunas apuestas de Christopher St John, gestor del AXA WF Framlington UK, son: On the Beach, Prudential y Marshalls. 

Hochstein añade: «Si nos basamos en el per ajustado al ciclo, las acciones británicas son aún atractivas en comparación con muchas otras. En caso de agitación política o una debilidad material en la libra, el Ftse 100 (con una alta proporción de acciones operando a nivel internacional) lo hará mejor que el conjunto del mercado británico (en el que tienen más peso las empresas más domésticas)». 

Gupta llega a una conclusión diferente: «Debido a su mayor exposición a las compañías domésticas, el Ftse 250 recibió menor impulso de la debilidad de la libra pero sufrió mayor castigo por la inflación importada. Si la libra se refuerza, abrirá nuevas oportunidades en el universo de compañías medianas que también proporcionan exposición internacional y que tienen valoraciones de largo plazo en el entorno de las 15 veces per».

Colwell afirma que este escenario con valoraciones tan bajas es proclive a operaciones corporativas. Además, señala que el británico ahora es un mercado muy polarizado: «Los inversores han dado la espalda a segmentos enteros de mercado, bien porque los consideran víctimas del Brexit, bien porque, en su opinión, se verán afectados por la tecnología». Destaca que el ocio, la distribución y los medios cotizan a unas valoraciones que no se observaban desde 2009. Y también ve un castigo excesivo en las compañías que se perciben como víctimas de los cambios tecnológicos. Pero señala que, ante perturbaciones en el mercado, las acciones británicas deberían ser más resistentes debido a sus bajas valoraciones y a que no existen flujos especulativos de capital en este mercado. Además, debe hacer valer que es el tercer mercado del mundo, con compañías multinacionales que no sólo reflejan la suerte del país.

Perspectiva más negativa

Pero hay otros expertos con una visión más negativa. Por ejemplo, los de Amundi: así, no consideran que el Brexit cambie ni su perspectiva ni su exposición a este mercado, que es infraponderada. Se basan, por ejemplo, en que mientras en la Unión Monetaria el beneficio por acción va a crecer un 9 por ciento en 2018 y 2019, en el Reino Unido, el avance va a quedar limitado a un 7 por ciento. La firma argumenta que si los ratios a los que cotiza la bolsa de Londres son menores a los del resto del mundo desarrollado, esa prima de riesgo obedece a su menor potencial de crecimiento y a la incertidumbre ligada al Brexit, por lo que la valoración no es un argumento suficiente para estar positivo en las acciones británicas. Asimismo, plantean como riesgo que llegue a ponerse en cuestión el Brexit y ello lleve a una fuerte apreciación de la libra cuya consecuencia sería, en su opinión, una caída en las acciones británicas. 

Una visión intermedia presentan los gestores de Mirabaud: «Incluso si el mercado en general sigue siendo poco inspirador, el Reino Unido ofrece un terreno fértil para la selección de valores entre una serie de empresas exitosas y baratas». Ellos, por ejemplo, se quedan con empresas de software, cuyas valoraciones sufren sólo por estar listadas en Londres, o ligadas a la promoción inmobiliaria, dado que en muchas regiones del país los precios apenas se han movido en una década.

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