La inversión en renta variable sigue siendo atractiva
Si analizamos el comienzo del año que ha tenido la renta variable en general, parece ventajista posicionarse a favor de la misma, pero la tendencia sigue siendo clara y no hay indicios de una ralentización
Si analizamos el comienzo del año que ha tenido la renta variable en general, parece ventajista posicionarse a favor de la misma, pero la tendencia sigue siendo clara y no hay indicios de una ralentización. Los motivos son varios, pero el interés inversor es creciente y un factor clave es que la renta fija a nivel mundial no proporciona rentabilidades atractivas para el inversor.
El previsible aumento de tipos de interés en Estados Unidos está recogiendo ya una caída importante en el precio de los principales bonos del país. Este motivo que, en un principio, podría ser negativo para la renta variable, -que perdería atractivo frente a la renta fija-, pero el inversor parece tener las miras puestas en los buenos resultados corporativos, que sumarian un mayor poder de atracción para las bolsas.
Los leves recortes que hemos sufrido en las principales bolsas a nivel mundial, sólo provocan pequeñas incertidumbres y alternativas de entrada a aquellos inversores que aún no están dentro del mercado. El ciclo expansivo parece aún no tener freno y las empresas son todavía muy rentables, teniendo en cuenta que el coste de financiación de momento sigue siendo muy barato. La amenaza vendría en el medio plazo, pues será cuando los costes de los préstamos sean más elevados, lo que supondría un riesgo para la renta variable, pero todavía lejano. Aunque la rentabilidad del bono sigue subiendo, continúa sin ser tan atractivo como las inversiones dentro de la bolsa. La amenaza para la renta variable ante un posible cambio del flujo del dinero hacia la renta fija, para que los inversores reequilibren sus carteras, existiría si en el mercado de renta variable se diera un recorte sustancial y si encontráramos una amenaza dentro del mismo y una clara alternativa rentable dentro de la renta fija. La actualidad financiera que tienen las compañías, denotan un claro apalancamiento y el problema puede llegar cuando los intereses sigan subiendo y ver si los mercados son capaces de absorber este incremento. Pero aún es pronto para que el mercado realice un ajuste.
La inversión de capital actualmente tiene un claro enfoque y este es la renta variable, que no parece que vaya a cambiar en el corto plazo, incluso un claro incremento de los tipos de interés hasta cotas del 3%, en la renta variable no tendría que resentirse. Este movimiento podría ser incluso positivo y no provocar una debacle dentro del mercado de acciones, sino generar todo lo contrario, marcando el regreso a un sistema financiero saludable con tipos de interés lineales para una economía en crecimiento acompañado de un mercado alcista.
Analizando históricamente la relación entre tipos de interés y renta variable, sólo se puede destacar, que las acciones se comportan de manera negativa cuando la curva se invierte y ese escenario no es el que tenemos actualmente ni el que se prevé en el corto plazo. La subida de las rentabilidades en los bonos tendría que subir mucho más para generar un impacto dentro de las bolsas. La línea según los últimos estudios la pondríamos en rendimientos por encima del 3.2 en los 10 años estadounidense donde la renta variable empezaría a resentirse realmente.
Llevamos un década de recuperación y la gran mayoría de los países están superando los pronósticos de crecimiento, el riesgo que movía a los bancos centrales se está disipando y la deflación ya parece cosa del pasado. Ahora las directrices marcadas por los bancos centrales van encaminadas a la normalización económica. Si a esta normalización le sumamos una mejora de la productividad esto impulsaría los precios de las acciones debido al incremento de los beneficios empresariales, salirse demasiado pronto de la renta variable, puede ser menos rentable y más arriesgado que seguir permaneciendo en los mercados o sumarse a ellos.