«Se puede vivir sin Google pero es imposible hacerlo sin gestión del agua y los residuos»
El gestor de Fidelity Bertrand Lecourt nos comenta por qué es tan importante (y rentable) apostar por estos temas
Como en la película de animación 'Wall-E', Bertrand Lecourt dibuja un futuro plagado de retos para el planeta tierra: la basura se multiplicará con el incremento exponencial de la población; al mismo tiempo que el agua se convertirá en un bien cada vez más escaso. Sin embargo, esta situación puede suponer una oportunidad para las empresas (e inversores) que sepan aprovecharlo. El fondo Fidelity Sustainable Water & Waste, que él gestiona, pretende hacer precisamente eso.
¿Por qué hay que invertir en agua y gestión de los residuos?
Cuando inviertes en agua y en residuos, estás invirtiendo en la naturaleza misma del ser humano: consumimos agua, consumimos bienes y desechamos lo que nos sobra. Sin embargo, el gasto de agua ha ido subiendo por encima del incremento de la población en los últimos cien años. Porque todo lo que consumimos es intensivo en agua. Y, cuanto más ricos somos, más productos intensivos en agua consumimos. La carne, la electricidad, la ropa o el papel son algunos ejemplos. Cinco grandes factores explican este hecho: cada vez hay más población en el planeta, más gente viviendo en las ciudades, más consumo y mayor producción de bienes intensivos en agua. Y lo mismo sucede con los residuos. Actualmente, el 55 por ciento de la población vive en ciudades. Pero, en 2050, la cifra alcanzará el 70 por ciento. Y en las ciudades es donde se produce el 80 por ciento de los desechos. Por eso, aunque la economía esté impulsada por el consumo, no hay economía posible sin agua y gestión de los residuos. Si las compañías que se dedican a ello dejasen de hacer su trabajo, no habría ciudades. Se puede vivir sin Google o Twitter, pero no sin gestión del agua y los residuos. Si piensas en los problemas que tienen que afrontar los alcaldes de las mayores megalópolis del mundo, los principales son el agua y los residuos. Y las ciudades reflejan lo que nosotros somos como cuerpo humano: nos alimentamos, bebemos y desechamos lo que no necesitamos. Si no lo hiciéramos, nos pondríamos enfermos.
¿Por eso piensa que la economía del agua y los residuos va a crecer a mayor velocidad que el PIB mundial?
Hay dos factores que me llevan a esta conclusión. Por un lado, el crecimiento de la clase media en los países en desarrollo. Por otro, el mal estado de las infraestructuras en los países desarrollados. Por ejemplo, dos tercios de las infraestructuras necesitan inversión en Estados Unidos. En Londres, el sistema de alcantarillado fue construido en 1950, cuando la ciudad tenía 4 millones de habitantes. Ahora, son 10 millones. Pero es que, además, la regulación se va a endurecer.
¿Cómo pueden los inversores invertir en agua y residuos?
El universo de inversión para esta temática representa 1,4 billones de dólares de capitalización de mercado. Hace 30 años, solo había 30 compañías cotizadas en las que se pudiera invertir. Ahora, hay más de 330. Ha habido salidas a bolsa, privatizaciones, escisiones y han nacido nuevas empresas. Hay más oferta de cotizadas, más liquidez y mayor diversificación geográfica. Además, se puede invertir a lo largo de toda la cadena de valor. Así, cuando invierto en agua lo hago en todas las compañías que intervienen en el proceso desde que se bombea agua del río hasta que ésta vuelve al mar, después de haber sido usada. Hay compañías desalinizadoras, fabricantes de bombas, de válvulas, químicas, etc. Un ejemplo es Kurita, proveedora de agua ultra pura para uso industrial. También hay compañías que tratan el agua empleada para el 'fracking'. Por su parte, Google usa muchísima agua para enfriar sus servidores y también se puede apostar por compañías que optimizan el uso del agua para irrigación en agricultura. En conjunto, es una cadena de valor de largo plazo. No es un sector, es una temática amplia, centrada en el transporte y tratamiento del agua. Donde no invierto es en compañías hidráulicas o en Coca-Cola, por mucho que utilice mucha agua para sus famosas botellas. Y con los residuos sucede lo mismo. Invierto en todo el proceso desde el momento en que recoges los desperdicios hasta que los tratas a través de compañías como Tomra, que utiliza tecnología avanzada a través de sensores para clasificar los desechos. Esperamos que el mercado de residuos multiplique por dos o tres su tamaño en la próxima década. Pero hay algo que une a estas dos temáticas y es que tienen los mismos catalizadores. Por ejemplo, si reciclas una botella de plástico, necesitas agua para limpiarla.
En la presentación de su fondo se dice que los residuos son el oro del futuro.
En realidad, alguien usó esa expresión por mí. Pero es verdad. Incineramos o enterramos los residuos porque no queremos verlos ni ocuparnos de ellos. Pero la basura tiene valor. Si coges un iPhone, tiene 300 dólares de valor residual y, si lo envías de vuelta a Apple, hay una máquina llamada Daisy que puede desmontarlo para recuperar las partes que siguen teniendo valor. Y con el plástico sucede lo mismo. Se puede reciclar y adquiere unas propiedades similares a las de una materia prima. Aunque el 50 por ciento de los residuos se depositan en vertederos en España, el reciclaje está creciendo de manera exponencial y en otros países no se deja prácticamente nada en vertederos. La práctica totalidad es reciclado o reutilizado para hacer energía. Aunque también está la situación contraria: en los países emergentes, el 60 por ciento de la basura ni tan siquiera es recogida.
El caso del plástico es paradigmático, pues está creciendo mucho la concienciación sobre su uso.
Ha acaparado titulares por varios vídeos que se han hecho virales. En uno de ellos se muestra que la proporción actual es de un residuo de plástico por cada 5 peces en el mar; mientras que, en 2050, serán tantos plásticos como peces. Otros vídeos han mostrado los efectos dañinos de las pajitas de plástico sobre la fauna marina. Se pueden encontrar fibras de plástico en un montón de mamíferos. Una cucharilla de plástico se usa durante 30 segundos y dura 500 años o incluso más. Y ni siquiera es biodegradable. Se va a descomponer en pequeñas partículas que van a hacer que el mar se convierta en una sopa de plástico. Mucha gente se ha dado cuenta de que no podemos seguir así. Por eso, en Europa se ha aprobado la prohibición del plástico de un solo uso a partir de 2021. El problema es que, aunque hay mucha más concienciación, no hay soluciones fáciles. Porque el plástico no puede reciclarse de manera indefinida. Lo único que puede reciclarse indefinidamente es el metal. Así que hay que repensar el tema. Antes, una lavadora duraba décadas. Hoy, la propia industria impulsa la rotación y la creciente clase media desea productos a precios asequibles aunque luego se rompan. Por otro lado, los países están siendo hipócritas con el tema. Muchos envían la basura directamente a China en lugar de reciclarla. Pero China prohibió las importaciones de residuos el año pasado y las cosas van a cambiar. Vamos a tener que ocuparnos de nuestra propia basura. Así que habrá más presión, más tecnología y más concienciación para lidiar con ello. Es un cambio importante que está empezando ahora.
¿Cómo aplica los criterios de Inversión Socialmente Responsable (ISR) en su fondo?
Éste es un fondo sostenible así que tenemos el mandato de tener una exposición significativa a empresas con buenas calificaciones en esta materia. En concreto, contamos con un parámetro que nos obliga a que, al menos, el 70 por ciento de las compañías en las que invertimos tengan la clasificación más alta (A, B o C). En mi cartera actual, el 80 por ciento de las cotizadas tienen esa máxima calificación. Además, si una compañía en cartera recibe una rebaja de su nota, hablamos con ella para asegurarnos de que va a solventar la situación. Asimismo, contamos con factores de exclusión. En general, los criterios ASG (ambientales, sociales y de buen gobierno) garantizan que las empresas son responsables. Pero, más allá de eso, es importante entender que si estas compañías en concreto no hicieran su trabajo de tratar y transportar el agua y los residuos, no habría ciudades. Asimismo, también hay que tener en cuenta que, a veces, hay compañías más pequeñas en países emergentes que no cumplen en este sentido. Por eso, éste no es un fondo de inversión socialmente responsable totalmente puro.
Dice usted en la presentación del fondo que el comportamiento de los activos de agua y residuos ha sido muy bueno a lo largo de la historia.
Hay índices que podemos analizar para valorar la evolución histórica de estos dos activos, como el S&P Global Water. Pero no hay ninguno que una las dos temáticas. En todo caso, si miras las compañías que los componen, en general han registrado mejores comportamientos que el MSCI World en las últimas dos décadas. Así que, si inviertes en ellas, no solo estás tomando una decisión en base a criterios éticos sino también económicos. Además, es un tema defensivo y descorrelaciona del comportamiento del mercado. Si inviertes en algo así, no necesitas estar leyendo continuamente sobre el Brexit o la guerra comercial. Inviertes, te olvidas y nos dejas hacer el trabajo. Porque hay que realizar una gestión activa si tienes en cuenta que algunas empresas con gran peso en estos índices se han estancado durante 20 años porque estaban ligadas a contratos públicos. Por eso, hay que invertir en empresas que crezcan y mirar la temática de manera activa porque los índices tampoco lo contienen todo.
¿Me puede decir algunos ejemplos de compañías en las que invierta?
Tengo Kurita, una empresa que hace agua ultra pura para uso industrial. Por ejemplo, ese agua se emplea para fabricar microchips. En residuos, tenemos Waste Management, una de las compañías más grandes en Estados Unidos, con fantásticos retornos en los últimos 20 años, aunque es un negocio aburrido: recoge la basura, la deposita en vertederos, la incinera y la recicla. Curiosamente, uno de los grandes inversores en esta compañía es el magnate Bill Gates, que proviene de un sector bien distinto como es el de la tecnología y tiene más de un 5 por ciento del accionariado.