Hora de tomar decisiones
Para aquellos que, empujados por la baja rentabilidad de los depósitos bancarios y la renta fija, se vieron obligados a[…]
Para
aquellos que, empujados por la baja rentabilidad de los depósitos bancarios y
la renta fija, se vieron obligados a incluir activos de renta variable en su
cartera el ejercicio que termina no ha podido ser mejor. No importa que apenas
hayan logrado rentabilidad porque su apuesta primeriza les llevó a no tomar
mucho riesgo. En cualquier caso, habrán conseguido más que manteniendo sus
inversiones en lo que hasta hace poco se consideraban activos sin riesgo, pero
ahora esconden muchas posibilidades de pérdida. Para los más acostumbrados a
tomar riesgos, el del 2017 habrá sido un ejercicio magnífico, especialmente si
su cartera de renta variable contiene valores bursátiles de otros mercados que
no sean sólo el español. Los principales índices de las Bolsas de Estados
Unidos, Alemania y Japón concluyen este año con rentabilidades superiores al 20
por ciento. Mientras, la Bolsa española, lastrada por un conflicto catalán que
promete más incertidumbre todavía en el futuro, ha ido dejándose sus ganancias
y ahora se sitúa por debajo del 10 por ciento.
La lección
de este ejercicio para cualquier ahorrador/inversor, especialmente de perfil
conservador, es que el riesgo está presente en cualquier activo, que el de
renta a variable no es un mercado maligno per se y
que diversificar es básico para disminuir riesgo y, al tiempo, buscar mayores
rentabilidades. Asumir estas lecciones nos acercará más al perfil de los
ahorradores anglosajones que, históricamente, han sacado un mayor partido a las
apuestas por la renta variable para bien de sus carteras. Naturalmente, que
ello supondrá convivir con incertidumbres inesperadas que pueden afectar al
rendimiento de nuestras carteras, pero ello resulta ya inevitable en un
escenario, cada día más global, donde casi nada es ajeno a nuestros intereses.
Es buen
momento para reflexionar sobre los resultados obtenidos y, tal vez, tomar
decisiones sobre la necesidad de hacernos asesorar, de cambiar a nuestros
asesores o, simplemente, de adoptar otra mentalidad sobre las estrategias de
ahorro. ¿Para qué otra cosa sirve el fin de año?