El dulce momento de los mercados
Se inicia el último mes de un ejercicio que se prometía extremadamente difícil para ahorradores/inversores en un ambiente que sólo[…]
Se inicia el último mes de un ejercicio que
se prometía extremadamente difícil para ahorradores/inversores en un ambiente
que sólo puede calificarse de dulce para los mercados. Las expectativas más negativas
de principios de año se han ido diluyendo y han dado paso a una calma y
tranquilidad de las que los ahorradores han salido beneficiados. Ello no ha
evitado algún sobresalto, como el vivido en España con el reto secesionista en
Cataluña, que han puesto la sal en el ejercicio e impedido que la Bolsa
española fuera, por fín, feliz protagonista entre los mercados europeos.
Con unos buenos resultados empresariales,
una inflación controlada y unos tipos de interés incrementándose de manera muy
lenta, sólo los riesgos geopolíticos enturbian en estos momentos el futuro. La
crisis entre Corea del Norte y Estados Unidos nos mantiene a todos más
preocupados por el descontrol del que hacen galas los dirigentes de ambos
países que por el riesgo en sí de un conflicto. En España, las elecciones del
21 de diciembre son una incógnita que sólo se develara semanas después de su
celebración.
En tal escenario es bien comprensible que
los gestores estén recomendando a sus clientes seguir apostando por la renta
variable, aunque manteniendo una cierta cautela con los valores españoles y con
algunos sectores de la Bolsa de Estados Unidos, que en niveles récords exigen
una cierta prudencia a cualquier inversor. Su confianza es tanta, que muchos de
ellos han dado órdenes a sus clientes para que deshagan las posiciones que
tenían en algunos fondos de renta fija que a primeros de año parecían ofrecer
una exigua rentabilidad, pero rentabilidad al fin, que no han llegado a
conseguir. Y la alternativa en este caso no ha sido buscar otro fondo de renta
fija, sino ¡más madera!, más renta variable. En cualquier caso, estará bien
recordar que los momentos dulces suelen
ser breves en el tiempo porque tienden a recalentar los mercados o llevarlos a gélidas
posiciones, con el riesgo que ello comporta.