La política monetaria entra en escena

Desde que se inició la gran crisis financiera que se desencadenó tras las turbulencias en los mercados en el verano[…]

Desde que se inició la gran crisis financiera que se desencadenó tras las turbulencias en los mercados en el verano de 2007, la política monetaria ha estado caracterizada por una laxitud que sin precedentes. Los bancos centrales no solo acometieron una agresiva reducción de los tipos de interés, sino que además expandieron su balance con compras masivas de activos financieros. El objetivo era evitar un escenario de deflación global, que hubiera arrastrado al mundo a una prolongada depresión económica.

Pero los tiempos han cambiado, pues ahora la actividad económica está en niveles satisfactorios, con un crecimiento global previsto en 3,5 por ciento tanto en 2017 como en 2018. Además, ese crecimiento se prevé más equilibrado, pues el área emergente ya no tiene países tan importantes como Rusia y Brasil en recesión.

Toca entonces retirar esos estímulos monetarios con el fin de que los bancos centrales vuelvan a recuperar su arsenal de medidas de política monetaria, pues ya no son necesarias en esta fase del ciclo económico. Con esta retirada podrían volver a emplearlas si se requirieran para reactivar la economía en un futuro, cosa que es dudoso que pudieran hacer con el amplio despliegue de munición monetaria actual.

 La retirada de los estímulos monetarios ha de ser gradual y paulatina, con el fin de no destruir los niveles actuales de actividad económica que tanto ha costado alcanzar. Un proceso que hiciera que las curvas de tipos soberanas repuntaran de forma acelerada sería muy indeseable, por los efectos negativos que tendría el empeoramiento de las condiciones financieras sobre el crecimiento económico mundial.

 La Reserva Federal, el banco central de Estados Unidos, ya comenzó hace tiempo a retirar esos estímulos, hasta el punto de que ya no realiza compras, pero queda la segunda parte que es la de dejar de reinvertir los cupones y las amortizaciones de los bonos. Los anuncios que ha realizado esta institución apuntan a que acometerá esta medida, pero con la misma prudencia con la que retiró las compras mensuales. No obstante, destaquemos que este tipo de medida tiene un impacto más contundente en los tipos largos que las que tienen los movimientos de los FedFunds.

Por otra parte, vamos a ver también subidas de tipos en los FedFunds hasta el 1,5 por ciento a finales del 2017, hasta el 2 por ciento al cierre de 2018 y hasta el 2,5 por ciento cuando acabe 2019. 

Como vemos, nuestra previsión está en línea con la gradualidad y prudencia que hemos visto en actuaciones anteriores y con la advertencia de que si el crecimiento se resintiera, este ritmo de tendencia hacia la neutralización se ralentizaría.

Hay un tema importante y es la finalización del mandato de la actual presidenta de la Fed, Janet Yellen en febrero de 2018. El sucesor tendrá una influencia decisiva ya que este banco central, a diferencia por ejemplo del BCE, tiene un doble mandato: i) la estabilidad de precios, y ii) el pleno empleo. 

La visión en Europa al tiempo de escribir este artículo (antes de la reunión del Banco Central Europeo del mes de octubre) es un tanto más difusa. En estos momentos el BCE sigue realizando compras de bonos por un importe de 60.000 millones todos los meses. La idea es que retire estas compras de una manera gradual, hasta el punto que a lo largo de 2018 hayan desaparecido. Antes de la fortaleza del euro frente al dólar, pensábamos que esa retirada finalizaría en junio de 2018, pero creemos que se puede extender todavía más, hasta septiembre de 2018. No esperamos movimientos de los tipos de interés por parte de este banco central hasta el año 2019. No obstante, revisaremos estas previsiones a la vista de la evolución del crecimiento (cuanto más se ralentice, más tardarán en implementarse las medidas), inflación (rebrotes de inflación que parezcan permanentes tendrán como respuesta una aceleración de la retirada de los estímulos monetarios y/o subidas de tipos antes de lo esperado) y tipo de cambio (cuanto más se aprecie el euro, tanto más lenta será la normalización).

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En términos de mercados financieros, el panorama que hemos pintado no es bueno para los bonos, pero las acciones sí tienen aspecto de resistir en su ciclo alcista, ya que las subidas de tipos serán graduales y moderadas y se están produciendo en un entorno de crecimiento económico, que es cada vez más uniforme geográficamente, y de buen comportamiento de los beneficios empresariales.

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