Apriétense los cinturones
El ahorrador/inversor ha de asumir siempre dos cosas importantes: que la placidez en los mercados es efímera y que, cuando[…]
El ahorrador/inversor ha de asumir
siempre dos cosas importantes: que la placidez en los mercados es efímera y
que, cuando surge un problema, al igual que ocurre con las averías de los
electrodomésticos, es fácil que venga acompañado de otro igual o de mayor
gravedad. La habilidad está en esperar que amaine la tormenta hasta que las
cotizaciones recobren los niveles perdidos. Bien es verdad que la tozudez de
algunos problemas hace que esa vuelta a la normalidad tarde tanto que el
ahorrador difícilmente puede soportarlo.
Este es el escenario que los
ahorradores/inversores españoles se han encontrado durante la última semana.
Unos mercados con tendencia bajista ante las bravuconadas de un presidente
estadounidense al que el dictador norcoreano, Kim Jong-un, parece sacarle de
las casillas con sus pruebas balísticas y nucleares. La escalada del conflicto
ha impulsado el oro hacia cotizaciones desconocidas como mejor prueba de la
incertidumbre y desconfianza en la que vivimos. Al tiempo, el euro se ha
revalorizado de manera importante ante el dólar, mientras Donald Trump esconde
y saca a su antojo, como si se tratara de un conejo en la mano de un falso
mago, su propuesta de reforma fiscal,
que cada día tiene menos creyentes.
Por si esto fuera poco, en España se ha
producido lo que parecía inevitable desde hace un tiempo: el choque de trenes
entre los secesionistas catalanes, para los que la indignidad de los medios
justifica los fines ilegales, con los defensores de la Constitución. Una crisis
que afecta principalmente a una sociedad catalana, a la que no se ha dado
tiempo a cicatrizar las heridas del terrible atentado de Barcelona, pero que
extiende su tensión a toda España y afecta, como no podía ser de otra manera, a
todos. Y, naturalmente, ello tiene también reflejo en la Bolsa.
Ante tal escenario, sólo cabe esperar que
un mínimo sentido común se imponga entre quienes azuzan estas situaciones. Y
así parecen haber reaccionado los mercados bursátiles, que han encajado los
golpes, pero sin dejarse llevar por el nerviosismo.