No fue Lehman: ahora se cumplen diez años del estallido de la crisis

La Bolsa no se alarmó demasiado por los primeros síntomas de la gran crisis financiera, pero en otros activos, como en el oro o la deuda, sí fue más fácil de calibrar el miedo existente. Diez años después, muchas Bolsas no han recuperado lo perdido.

El calendario de la última crisis financiera tiene una fecha clave: el 15 de septiembre de 2008. Fue ese día cuando quebró Lehman Brothers. Pero más de un año antes ya se estaban produciendo los primeros avisos de lo que se avecinaba. En los primeros días de agosto de 2007, es decir, hace justo una década, BNP Paribas anunciaba el bloqueo de tres fondos de inversión como consecuencia de la escasa liquidez del mercado (o de ciertos activos, los ligados a las hipotecas basura). Era un síntoma muy palpable de que algo malo estaba sucediendo (los impagos aumentaban y el precio de la vivienda comenzaba a retroceder). Y su gravedad se pudo comprobar cuando ese mismo agosto los principales bancos centrales del mundo realizaban intervenciones en apoyo de las entidades financieras, debido a las tensiones existentes en el mercado interbancario: los intereses aplicados por las entidades en los préstamos que se hacen entre sí se dispararon ante la desconfianza existente entre ellas debido a las dudas existentes respecto a los riesgos en los que habrían incurrido (¿habrían financiado hipotecas basura estadounidense?, ¿en qué grado?, ¿tenían suficientes provisiones o reservas como para aguantar el envite?). ¿Se acuerdan de la expresión 'credit crunch'? Se refería a eso: al cierre del grifo del crédito, primero entre entidades y, a continuación, a los otros agentes de la economía. Pese a esa primera intervención, la desconfianza se fue agravando, porque hubo un goteo de entidades con problemas (entiéndase como eufemismo) durante lo que restaba de 2007 y 2008, hasta que llegó el colapso sin red de Lehman Brothers, que fue la enorme gota que colmó el vaso. 

La Bolsa no se preocupó, pero otros activos, sí

El Ibex-35 sufrió un descenso del 2,2% ese agosto de 2007. El Ftse 100 británico no llegó a perder ni un 1%, aunque el mes anterior había retrocedido cerca de un 4%. El Dow Jones terminó en positivo ese mes de agosto, con una revalorización del 1,10%, tras bajar un 1,5% en julio. Y es que, en general, julio fue peor que agosto. 

No es que no hubiera sesiones de temor en ese agosto de hace diez años. Las hubo, sobre todo entre el 9 y el 15, con caídas en algunos indicadores de más de un 3% algunos días, pero luego los índices se repusieron. 

Los inversores bursátiles no parecían en exceso preocupados en los prolegómenos de la mayor crisis financiera y económica desde los años treinta del siglo XX. Pero es posible que en el mercado de deuda si viéramos síntomas de cierto temor. Un dato: si la rentabilidad del bono alemán a diez años se situaba a mediados de junio por encima del 4,60%, máximos de cinco años, al término del mes de agosto se encontraba en el entorno del 4,20%. El rendimiento del bono americano a diez años se colocaba sobre el 5,20% a mediados del mes de junio. Al cierre del mes de agosto llegaría a situarse por debajo del 4,60%. Eso significa que los inversores empezaban a comprar bonos americanos y alemanes, quizás, para protegerse. 

Si los índices de renta variable no se asustaron mucho el mismo mes de agosto, en lo que restaba de año algunos tuvieron tiempo de marcar nuevos máximos anuales e históricos, como fue el caso del Ibex-35, que en noviembre de 2007 registraba un máximo histórico en los 15.945,70 puntos. Terminaba el ejercicio en el entorno de los 15.200 puntos, por encima, en todo caso, de los niveles mínimos de agosto (14.000 puntos). El Dow Jones, que caía en agosto hasta los 12.800 puntos, terminaba el año en los 13.250 puntos. El Ftse 100 británico, que marcaba en agosto los 5.800 puntos, cerró el ejercicio en los 6.450 puntos. 

Pese al comportamiento de la Bolsa, los bonos seguían dando una señal diferente. La rentabilidad de los títulos alemanes a diez años terminó el ejercicio en el 4,30%, un nivel muy por debajo de los máximos, que situamos por encima del 4,60%. En el caso de los americanos, su descenso fue ininterrumpido desde niveles en el entorno del 5,30% en que se situaba a mediados de junio y el 4% en que cerró el ejercicio. 

Aunque las Bolsas marcaron nuevos máximos tras los avisos de agosto, otros dos activos además de la deuda advertían de que los inversores estaban destinando fondos a activos refugio: el franco suizo, que se apreció un 9% frente al dólar entre junio y diciembre de 2007 (y casi un 12% hasta noviembre, antes de una recogida de beneficios); y el oro, que subió desde los 650 hasta los 833 dólares la onza entre mediados de agosto y finales de diciembre de 2007, es decir, cerca de un 30%.

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¿Se han recuperado las Bolsas?

En la última década, tanto los bonos como el oro han sido receptores de inversiones. Sobre todo los primeros y hasta fecha relativamente reciente, debido no sólo a la búsqueda de refugio, sino también a las políticas puestas en marcha por los bancos centrales para atajar la crisis (o sucesivas crisis) que ha vivido el mundo en la última década. El oro sólo de manera decidida hasta el año 2011. 

¿Qué ha ocurrido con las Bolsas?, ¿han recuperado los niveles a los que cotizaban hace una década? 

En Europa, el Dax alemán gana un 61,15% en la última década. Pero hay muchas diferencias entre valores. Así, Commerzbank baja un 94% en estos diez años y Deutsche Bank capitaliza un 80% menos. Los otros grandes perdedores en Alemania son RWE y E.On que bajan un 75% desde agosto de 2007. Adidas, en cambio, gana un 360% en esta última década. 

El Ftse 100 de Londres se ha más que repuesto de la crisis, con su subida de casi un 20% desde los niveles a los que cotizaba el 8 de agosto de 2007. Pero Royal Bank of Scotland capitaliza un 95% menos, Lloyds cae aún un 76,5%, y Barclays, un 66%. 

Pero el Ibex-35 se encuentra casi un 30% por debajo de los niveles de hace diez años (y un 35% de sus máximos históricos). En el ránking, Inmobiliaria Colonial es la que peor sale retratada, dado que capitaliza hoy un 99% menos que hace diez años. Entre los diez peores, bancos como Sabadell (-63,97%), BBVA (-54,14%) o el Santander (-53,75%), así como ArcelorMittal (-76,50%), Acciona (-60%) o Gamesa (-54%). 

Aunque peor todavía le van las cosas al Ftse Mib de Milán, cuyo valor es ahora poco más de la mitad que hace una década, o al PSI-20 de Lisboa, que aún se encuentra un 60% por debajo de los niveles a los que estaba hace diez años, con el Banco Comercial Portugués retrocediendo un 98,37% en este periodo. 

El que peor se comporta es el ASE de Atenas, que acumula una pérdida del 82% aún desde el "verdadero" estallido de la crisis, con caídas del 100% en Piraeus Bank, Eurobank, el National Bank of Greece, el Attica Bank y el Alpha Bank. 

Al otro lado del Atlántico, en Estados Unidos, que es donde se encuentra el origen del desastre financiero, el Dow Jones está hoy un 63,73% más alto que hace diez años y sólo dos de sus valores, General Electric y Exxon Mobil se encuentran en rojo, con descensos de un 35% y de un 6,6%, respectivamente. El peor de sus bancos es Goldman Sachs y capitaliza hoy un 21,5% más que una década atrás. Aunque posiblemente el mejor índice de todos en estos diez últimos años haya sido el Nasdaq 100, que ha triplicado su valor desde agosto de 2007.

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