De modélica intervención a auténtico fiasco

La intervención del Banco Popular, presentada en su momento como la primera y modélica actuación de la Junta Única de[…]

La
intervenci
ón del Banco Popular, presentada en su momento como la primera y modélica
actuaci
ón de la Junta Única de Resolución del Banco Central Europeo
(BCE), tiene toda la pinta de que vaya a convertirse en un aut
éntico
fiasco, que s
ólo sirva para poner en evidencia la gestión torpe y caprichosa de los
eurobur
ócratas. Por el momento, resulta sorprendente que, mientras que el
ministerio de Econom
ía español solicita que se haga público el
informe de la auditora Deloitte que sirvió para vender el banco por un euro al
mejor postor, el BCE se n
í
egue a ello. Al tiempo, el Banco de España
elude cualquier responsabilidad con su 
insistencia de que nada tiene que ver con aquella decisi
ón que se
adoptó
en ámbitos de los que no forma parte. Inquietante esa imagen que se nos
transmite de que las instituciones europeas toman decisiones sobre asuntos
españoles sin la participaci
ón y el conocimiento previo de quienes mejor
conocen y controlan nuestra realidad. El intento de eludir responsabilidades se
convierte de esta forma en el mejor argumento para cualquier euroesc
éptico que
defienda que el ordenamiento comunitario s
ólo sirve para alejar las
instituciones de la realidad.

A medida
que pasan los d
ías se incrementa la indignación de los más de
300.000 accionistas del Banco Popular que est
án dando vida, de nuevo, a
bufetes de abogados y organizaciones de defensa de consumidores y usuarios para
que defiendan sus intereses ante la justicia. En un intento de frenar la
avalancha de denuncias contra la operaci
ón, el Santander ha mostrado su
disposici
ón a compensar a una parte de los accionistas, si llegaran a cumplir
una serie de condiciones. Pero, tal parece que la propuesta del banco que
preside Ana Bot
ín deberá ser matizada y, seguramente,
mejorada para que sea tenida realmente en cuenta.
La desaparici
ón de un
banco con m
ás de 90 años de
vida no puede esconderse tras una total opacidad, mientras responsables
bancarios europeos y españ
oles
discrepan p
úblicamente sobre las verdaderas causas que motivaron su intervención.

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