El modelo sueco resurge en la segunda ola de la pandemia de coronavirus
El país descartó el confinamiento en la primera oleada de la enfermedad, una opción que ahora están adoptando la mayoría de países europeos
Suecia adoptó su propio enfoque para luchar contra el coronavirus cuando la enfermedad salió de China y comenzó a expandirse por Europa a toda velocidad, la pasada primavera.
En lugar de confinar a la población, cerrar las escuelas y obligar a usar mascarillas en lugares públicos, el gobierno del primer ministro Stefan Löfven optó por favorecer lo que se conoce como “inmunidad de rebaño”, aquella que se da cuando un número suficiente de personas cuentan con anticuerpos de la enfermedad y actúan como cortafuegos para el resto de la población.
Pero, para llegar a ello, había que dejar que la infección siguiera su curso, enfermando a una parte de la población e impidiendo que los hospitales se colapsaran, al mismo tiempo.
Una tentación para Reino Unido
Un difícil equilibrio que, no obstante, llegó a tentar al primer ministro británico, Boris Johnson, quien coqueteó con la idea de adoptar este enfoque durante las primeras semanas de la crisis.
El plan del Gobierno sueco ha recibido serias críticas, pues aunque el país cuenta con una tasa de infecciones de 37 casos por cada 100.000 habitantes, inferior a la de España (con 152 casos por 100.000 habitantes) o Francia (con 60 casos, según el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades), lo cierto es que muchas de las 5.814 muertes producidas en el país (según la Universidad Johns Hopkins) podrían haberse evitado.
Asimismo, tampoco hay que olvidar que su tasa de mortalidad es de 57,08 por cada 100.000, la novena más alta del mundo, según la misma institución académica.
Y lo peor es que esta situación sanitaria tampoco evitó que Suecia, una economía muy interconectada con el exterior, sufriera las consecuencias de la crisis económica.
En concreto, el país registró una caída del PIB del 8,6 por ciento en el segundo trimestre del año, el mayor descenso registrado en Suecia desde la Segunda Guerra Mundial.
Pese a todo ello, éste parece ser el enfoque de los gobiernos europeos para la segunda ola de infecciones, conscientes del terrible daño que el confinamiento ha causado a las economías del bloque.
Una crisis económica menor
Pues, aunque Suecia sufriera las consecuencias económica de la crisis, la contracción vivida por el país queda muy lejos del desplome del PIB registrado por el conjunto del bloque, del -12,1 por ciento (y más lejos aún de la caída del -18,4 por ciento registrada en España).
Si bien, una cosa puede aprenderse de lo sucedido en Suecia y es que la mortalidad en las residencias de ancianos también fue muy elevada (eran prácticamente la mitad de la cifra total en junio).
Así, si el enfoque de la anterior oleada fue aislar a toda la población para proteger a los más débiles (de una enfermedad mortal); el de la actual podría ser: aislar a los más débiles para proteger a toda la población (de una crisis económica sin precedentes).