La receta de China para liderar la carrera por la vacuna
Sinovac Biotech, uno de los laboratorios con más posibilidades, ha optado por la tecnología de siempre para dar con el remedio. Y podría ser más efectivo que modalidades más innovadoras.
La mayoría de las líneas de investigación que buscan dar con una vacuna contra el Covid-19 (unos 200 proyectos abiertos, según la OMS) han recurrido a nuevas tecnologías para dar con un remedio contra la enfermedad (RNA mensajero o virus del resfriado genéticamente modificados, por ejemplo).
Una de las compañías chinas líderes en esta carrera, sin embargo, ha apostado por el tipo de vacuna que llevamos usando desde hace cientos de años ya.
En concreto, el laboratorio con sede en Pekín Sinovac Biotech, una compañía con una buena reputación investigadora pero turbulento pasado corporativo, empezó en julio la fase final de las pruebas de su vacuna, CoronaVac.
Esta se basa en la tecnología de siempre: en inocular un virus debilitado del Covid-19 para que el cuerpo aprenda a detectar y a defenderse de la enfermedad real, si esta hace acto de aparición.
Y va tan avanzada como los proyectos más pioneros, aquellos que presumen de aportar una gran protección y alta capacidad de producción, como es el caso de la estadounidense Moderna (basada en ARN) o el proyecto de la Universidad de Oxford con Astrazeneca (que utiliza material genéticamente modificado).
El método de Sinovac, en cambio, es relativamente sencillo y basado en el que utilizó el pionero de las vacunas, el británico Edward Jenner, para dar con una vacuna contra la viruela en el siglo XVIII.
Y tiene la ventaja respecto a sus competidoras de que podría ser más efectiva que vacunas muy innovadoras, desarrolladas con tecnologías que nunca han sido usadas en humanos.
“Tenemos que aprender de la historia y no olvidar nunca lo que ha funcionado en el pasado”, dice Michael Kinch, especialista en vacunas de la Universidad Washington de Saint Louis.
Claves
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Las vacunas que van más avanzadas en la carrera utilizan tecnologías innovadoras que nunca han sido utilizadas en humanos, como el ARN mensajero o la inoculación de virus genéticamente modificados (es el caso de las de Moderna o la Universidad de Oxford)
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Las vacunas innovadoras son teóricamente mucho más rápidas de producir pero se desconoce su verdadera efectividad, más allá de las conclusiones de los primeros estudios realizados por estos laboratorios (que son esperanzadoras)
- Las vacunas “de toda la vida” consisten en inocular un virus debilitado de la propia enfermedad. Son más costosas de desarrollar y producir pero su efectividad carece de dudas