Hablando de ciclos

En el pasado ha sido habitual la relación entre la revalorización de los activos financieros y el crecimiento del crédito.

En el pasado ha sido habitual la relación entre la revalorización de los activos financieros y el crecimiento del crédito. No podía ser de otra forma.  Al final, el mayor optimismo financiero conseguido se traducía en condiciones de crédito más favorables desde los intermediarios financieros. La mejora posterior económica,  como resultado de todo esto,  se enfrentaba más adelante tanto al optimismo inicial (y en muchas ocasiones excesivo) de los inversores financieros como a las propias limitaciones del potencial de crecimiento económico. La diferencia entre el precio y el valor de los activos financieros por un lado y la falta de reformas económicas por otro.

Les acabo de describir de una forma quizás excesivamente simple la evolución del ciclo del crédito y del ciclo económico. Naturalmente, el primero anticipando al segundo. Y mucho más largo en el tiempo el ciclo de crédito, lo que exige una utilización más acusada de las medidas macroprudenciales frente a las políticas económicas tradicionales. ¿Han percibido alguna semejanza de la descripción anterior con la situación actual? Seguro que sí. Aunque, es evidente, también hay muchas diferencias. Quizás la más relevante es precisamente la falta de demanda de crédito en la actualidad. Otra, el creciente peso de la financiación mayorista frente al crédito proporcionado por las entidades financieras. Pero, una financiación no bancaria  a través de unos mercados que infravaloran artificialmente el riesgo. Por último, como todo esto quizás está influyendo en un menor incentivo para aprobar reformas estructurales por las autoridades. En mayor o menor medida.

 ¿Hasta qué punto los excesos financieros se han llevado por delante en el pasado al crecimiento económico? El sentido común les dirá que esto siempre es así. Pero, ¿y si estos excesos se traducen en un mayor stock de capital productivo? En este caso habrá que considerar el potencial de crecimiento obtenido que, más tarde o más temprano, puede absorber el desajuste en los precios. Pero, este no ha sido el caso de la crisis financiera actual donde el contraste entre un elevado nivel de deuda y la debilidad estructural del crecimiento sólo ha podido ser amortiguado por una política monetaria extremadamente expansiva. Los bancos centrales han proporcionado de esta forma tiempo para llevar a cabo los ajustes, con el objetivo de cerrar el gap entre deuda y el crecimiento. Pero, todo tiene un límite. 
Les entiendo: las medidas macro y micro prudenciales pueden ampliar en teoría el límite para mantener una política monetaria extremadamente laxa durante mucho más tiempo. Una mayor regulación y supervisión del sector financiero, como parte de estas medidas, es importante para evitar los excesos derivados de unas condiciones financieras excesivamente expansivas. Estoy hablando de crédito bancario. Pero mayor regulación no significa siempre mejor regulación. Y, como dije antes, la creciente pérdida de peso de los bancos como financiadores de la economía a favor de los propios mercados conlleva a medio y largo plazo más incertidumbres que certezas sobre la estabilidad financiera.  Por último, estas incertidumbres pueden pasar factura a las propias expectativas de crecimiento. Probablemente ya lo están haciendo. Sí, todo esto es muy complicado.La Gran Recesión nos recordó a todos que los ciclos económicos siguen existiendo. Y es que tras más de una década anterior de fuerte expansión económica internacional, soportada por la combinación de globalización, económica y financiera, bajo condiciones de política económica favorables, el shock de la crisis nos hizo poner de nuevo los pies en el suelo. De hecho, la crisis, con un claro origen financiero, dio paso a un proceso de contagio a nivel social y económico como si de piezas de dominó que fueran cayendo estuviéramos hablando. Lo llamativo, tras más de ocho años de combatirla,  es que el proceso de desapalancamiento tan necesario en los ajustes ahora levante pasiones encontradas entre aquellos que siguen pidiendo un crecimiento sostenido apoyado en la inversión y otros que se inclinan por acelerar los ajustes de deuda privada y pública. Y la política monetaria se encuentra cada vez más en una difícil posición intentando compatibilizar ambas posiciones. 

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