La polémica que rodea a los grandes bancos españoles no se deja notar en bolsa

El ruido de los últimos días está siendo insoportable para las entidades financieras. Es muy complicado calificar, por ejemplo, lo[…]

El ruido de los últimos días está siendo insoportable para las entidades financieras. Es muy complicado calificar, por ejemplo, lo que está sucediendo en el seno de BBVA, a tenor de las informaciones que están saliendo a la luz sobre las presuntas actividades ilegales del excomisario Villarejo al servicio del banco durante la etapa de Francisco González en la presidencia. Si bien es verdad que la Audiencia Nacional investiga los trabajos que presuntamente encargó la entidad al expolicía para frenar el asalto que la constructora Sacyr pretendía en BBVA entre los años 2004 y 2005, esto es solo la punta del iceberg. 

A nadie se le escapa que la lista de «trabajos» llevados a cabo por la empresa de Villarejo puede ser interminable. Sin ir más lejos, ahí está la denuncia anónima que acabó desmantelando la falsa asociación de usuarios bancarios, llamada Ausbanc, y con la que su fundador, Luis Pineda, que se encuentra en la cárcel desde abril de 2016, trataba de hacer la vida imposible a Francisco González.

Prepárense porque la catarata de informaciones sobre este asunto no se detendrá en los próximos días. Y más si los que tienen la clave de la relación entre Villarejo y el banco se deciden a contar lo que saben. En cualquier caso y a pesar de la contundencia con la que la CNMV dice estar analizando el fuerte impacto que este episodio puede tener en el banco, los inversores no se han sobresaltado y la acción bursátil, por el momento, no se ha resentido por esta historia.

Tampoco se ha resentido la acción del Santander, después de la sorpresa mayúscula que se llevó el mercado el pasado martes al conocer que daba marcha atrás en la contratación de Andrea Orcel como consejero delegado. El banco argumentó que renunciaba al nombramiento del banquero de UBS porque veía «inaceptable» tener que compensarle con más de 50 millones de euros por la pérdida de siete años de salario diferido. Cuesta trabajo creer que en una negociación de este nivel quedaran sueltos «flecos» de este tipo después de que el pasado mes de septiembre se anunciara su nombramiento por todo lo alto, con fotografía incluida con la presidenta. Nombramiento que, por cierto, no provocó entusiasmo entre los analistas. Y por medio, un plan estratégico que el banco tenía previsto presentar de inmediato. Raro, raro, raro.

En portada

Noticias de