Finn E. Kydland, Nobel de Economía 2004: «La política monetaria es básicamente irrelevante»
Muy crítico con las políticas de los bancos centrales, este profesor noruego dice «no poder criticar» a los paraísos fiscales porque contribuyen a que los impuestos sobre las empresas sean menores. Esto, a su juicio, fomenta el crecimiento económico
Se trata de una eminencia en Economía, pero Finn E. Kydland hace gala de una modestia impropia de un Nobel. De sonrisa perenne y maneras dulces, se toma su tiempo para reflexionar antes de ofrecer unas respuestas que, en cambio, sí pueden resultar controvertidas. La entrevista se desarrolla en el moderno Colegio de Arquitectos de Madrid, donde Kydland ofreció una conferencia en el marco del Foro de la Economía del agua. Acompañado por su mujer durante toda la entrevista y la conferencia, pide café en español, un país que visita con mucha frecuencia.
Durante la charla, ha dicho que la incertidumbre política afecta al crecimiento. En España, ¿qué efecto puede tener la falta de Gobierno?Es un problema serio. Las decisiones empresariales necesarias para que la economía crezca de forma sostenible requieren de un marco legal estable a largo plazo. Las inversiones empresariales son costosas y los beneficios se notan al cabo de los años. En ese sentido, si hay incertidumbre sobre el futuro político, las empresas serán más reacias a adoptar decisiones que, de otro modo, hubieran resultado beneficiosas.
¿Qué debe hacer el próximo Gobierno para impulsar el crecimiento?En España, la productividad no ha crecido desde el comienzo de los años noventa. Primero, hay que saber cuáles son las razones y, después, corregirlas. Es difícil decir cuál es la causa sin hacer un estudio en profundidad pero, probablemente, tenga mucho que ver con la legislación laboral. Si bien, tengo entendido que recientemente se ha relajado. Este tipo de decisiones son difíciles de tomar porque afectan a la gente en el corto plazo. Pero los políticos deberían ser capaces de pensar en el largo plazo.
Es decir, que usted está a favor de aumentar la «flexibilidad» en el mercado de trabajo aunque tenga efectos perniciosos en el corto.Sí. Sin embargo, advertiría contra la tentación de recortar el presupuesto destinado a formación de los desempleados por problemas presupuestarios. Es lo peor que se puede hacer.
Está usted en contra de subir los impuestos a las empresas. Entonces, ¿qué propone para afrontar la creciente desigualdad en países como España, tras la crisis?Soy noruego y en Noruega no hay ese tipo de problemas porque el Gobierno se encarga de apoyar a las personas que están temporalmente desempleadas hasta que encuentren un trabajo. Sin embargo, lo principal es que haya empresas en las que los trabajadores puedan trabajar; empresas que puedan desarrollar nuevas tecnologías y productos. Eso tiene que ser lo primero.
¿Qué perspectivas tiene para la economía global tras este principio de año tan difícil?Soy pesimista porque hay una cantidad de incertidumbre sin precedentes relacionada con las políticas económicas en todo el mundo: en Estados Unidos, en China, en Europa... Y eso es malo para un crecimiento sostenible. Tiene que haber incentivos para que las empresas aumenten la capacidad productiva, para que los trabajadores encuentren trabajos y se ganen un sustento.
¿Vamos de camino a otra recesión en Europa o su visión no tan pesimista?Nadie lo sabe. Ningún economista serio trataría de hacer una predicción de ese tipo.
Pues la mayoría de economistas hacen predicciones de ese tipo...¿Te has dado cuenta de que he dicho la palabra «serio»? (risas).
Leí un artículo en 2011 en el que decía que la política monetaria no iba a solucionar la crisis. Estamos en 2016 y seguimos debatiendo sobre políticas monetarias.La política monetaria es básicamente irrelevante. No hay evidencia de que las políticas adoptadas en Estados Unidos, por ejemplo, hayan tenido ningún efecto positivo. En todo caso, podrían haber tenido efectos negativos porque han creado mucha incertidumbre sobre lo que va a pasar cuando acaben estos programas. No veo ninguna manera en la que estos esfuerzos puedan influir de manera creíble en la disposición de las empresas a innovar y aumentar la capacidad productiva. La inversión sigue siendo baja en Estados Unidos.
Pero el desempleo ha mejorado mucho, con el paro en el 5 por ciento.El problema es que mucha gente ha sido expulsada del mercado de trabajo por completo y para ser considerado un desempleado tienes que estar buscando trabajo. Las cifras de desempleo no son necesariamente las más fiables para juzgar el estado del mercado de trabajo. Es mejor mirar cuánta gente está trabajando y cuánto trabajan a la semana. En ese sentido, creo que ha habido un significativo descenso de la participación de las mujeres en el mercado de trabajo, por ejemplo. Asimismo, uno de mis antiguos estudiantes me enseñó un gráfico que revela que, aunque haya crecido la fuerza laboral en la economía americana, el número total de horas trabajadas no se ha recuperado desde los niveles del año 2000.
Entonces, ¿qué debería hacer Yellen con los tipos de interés?Que suban los tipos sería una buena señal de que la cosa está mejorando. Lo que dice la teoría económica y los datos estadísticos es que los tipos de interés reales tienden a estar más altos en las fases de «boom» que en las recesiones. El hecho de que estén tan bajos actualmente es una señal de que no nos va demasiado bien. Dicho esto, Yellen no puede subir los tipos de interés más allá de lo que pueden digerir los mercados. Ni tan siquiera los bancos centrales pueden ir en contra del mercado.
¿Y qué pasa con Europa?No conozco Europa tan bien, pero no creo que medidas similares a las aplicadas en Estados Unidos puedan tener algún efecto en las empresas y en la inversión. Porque, cuando hablo de inversión, me refiero a invertir en nuevas tecnologías y no sólo en construir edificios o comprar máquinas.
Ha mencionado antes que nos enfrentamos a un nivel de incertidumbre sin precedentes, ¿cuáles son los principales riesgos en el horizonte?Desde la perspectiva teórica por la que recibí el Nobel, al descubrir que el marco político óptimo debe ser consistente en el tiempo, es una mala tentación estar motivado por los resultados a corto plazo. Y, ahora mismo, la situación presupuestaria de los gobiernos es seria y la tentación de actuar pensando en el corto plazo va a ser mucho más fuerte que en el pasado. Por ejemplo, en Estados Unidos hay preocupación entre las empresas ante la posibilidad de que se suban los impuestos sobre los beneficios empresariales, porque esto probablemente afectaría a la predisposición de las empresas a invertir en capacidad productiva y tecnología. En ese sentido, cualquier cosa que una nación pueda hacer para eliminar esa incertidumbre puede ser una herramienta poderosa para reactivar la economía. Un ejemplo es Irlanda, que en los años 90 decidió ofrecer certidumbre a las empresas a través de un marco fiscal para los siguientes 20 años. Eso fue un milagro para su economía.
Pero, al mismo tiempo, su política fiscal ha sido muy criticada en otros países europeos por competencia desleal. Precisamente, este asunto está ahora muy de actualidad con los papeles de Panamá y los paraísos fiscales, ¿qué opina de ello?No puedo criticarlo porque la competencia fiscal entre países fomenta que los impuestos sean más bajos. Y todo en la teoría económica sugiere que, para lograr un crecimiento sostenido en el largo plazo, lo peor que se puede hacer es imponer una fiscalidad elevada al capital. Esto es políticamente difícil porque algunas personas piensan que están pagando los impuestos de los que se libran las empresas. Pero, si analizas el asunto en profundidad, te das cuenta de que menos impuestos al capital se traducen en un crecimiento económico más fuerte, más empleos y mejores salarios. Por eso, criticar esto es olvidarse del largo plazo. Si quieres aumentar los impuestos a las personas adineradas, entonces hazlo directamente, no a través del beneficio de las empresas. Si te preocupa la desigualdad y crees que los ricos no pagan lo suficiente, ponles impuestos directos a partir de cierto nivel.
Eso me sorprende viniendo de un noruego, un país conocido por su elevada fiscalidad y estado del bienestarYo estoy más a favor del estado del bienestar que el americano medio y eso refleja mi origen. Estoy más a favor del sistema de salud noruego que del americano. Creo que es muy triste que tanta gente en tantos países no tenga acceso a sanidad de una manera razonable.
Volviendo a la situación española, he leído un artículo en el que usted dice que una Cataluña independiente crearía más confianza que el Estado español en su conjunto, ¿se han malinterpretado sus palabras?Puede ser. Lo que yo quise decir es que regiones pequeñas como Cataluña podrían llegar a un acuerdo para fijar un marco fiscal razonable y a largo plazo más fácilmente que el conjunto del Estado, con regiones como el País Vasco, Cataluña y Galicia. Aunque no conozco su situación política concreta así que no puedo decir eso con certeza.
Está en España para participar en un foro sobre economía del agua, ¿Cómo va a afectar la crisis a la gestión de elementos clave como el agua?He sido miembro del consenso de Copenhague varias veces y hemos identificado el agua y las infraestructuras de saneamiento como una de las áreas clave para avanzar en el bienestar de la humanidad. Pero, ahora, está en riesgo el gasto en infraestructuras de este tipo por problemas presupuestarios de los estados, al igual que en algunos países se recorta la formación de los trabajadores. Esa es mi principal preocupación. Que se valore este tema pensando en consideraciones presupuestarias del corto plazo.