Los gestores se muestran pasivos e inquietos

Sólo un fondo de inversión de cada diez ha concluido el mes de enero con beneficio. Y los beneficios, muy[…]

Sólo un fondo de inversión de cada diez ha concluido el mes de enero con beneficio. Y los beneficios, muy escasos, se los han apuntado algunos fondos monetarios, pero tampoco todos. Tal ha sido el mal comienzo del año. Pero no olvidemos que "hasta las piedras rebotan después de una fuerte caída".

La mayoría de los gestores de cartera no saben bien a qué atenerse. Los resultados de enero han hecho retroceder los patrimonios más dos años y con un nivel de pérdidas que hacía mucho que inversores y ahorradores no veían en sus carteras. Sin embargo, no dan la orden de retirada general del mercado de renta variable, lo que podrían haber hecho tras la recuperación producida con la intervención de Draghi. Consideran que las cotizaciones siguen muy pendientes de la evolución del petróleo, cuya evolución de precios no resulta muchas veces lógica a la vista de los datos que van apareciendo en el mercado. Sin embargo, hay algo más que el loco comportamiento del oro negro: la evolución de los valores bancarios está también pesando como una losa y un escenario chino que no hay que perder de vista. Los resultados del ejercicio están poniendo en evidencia las dificultades del sector financiero para moverse en economías con muy bajos tipos, al tiempo que la actividad no genera demanda solvente para sus productos.

La esperanza de los gestores de cartera es que los precios del petróleo hayan encontrado suelo y que la demanda de esta materia prima se vaya incrementando al mismo tiempo que la recuperación bursátil. Pero tampoco hay mucho convencimiento en ello porque apenas se encuentran recomendaciones de entrada en Bolsa para aprovechar los bajos precios de algunas acciones.

Si uno desecha las previsiones negativas apocalípticas y las excesivamente optimistas, nos encontraríamos con un panorama más de impotencia que de cierta confusión. Todo baja y no cabe hacer distinciones entre mercados geográficos ni tipos de activos y tampoco existen alternativas, lo que explicaría la simultánea pasividad e inquietud de los gestores. Pero, es lo que hay: volatilidad a prueba de petróleo.

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