Japón marca la dirección

De acuerdo: la situación de Japón es diferente.  Pero, la política del BOJ para combatir los problemas no es tan[…]

De acuerdo: la situación de Japón es diferente. 

Pero, la política del BOJ para combatir los problemas no es tan diferente a la que han aplicado otros bancos centrales de países desarrollados. Y en términos prácticos, incluso ha actuado como modelo.

Aunque, también es cierto, las últimas decisiones del BOJ simplemente se han acomodado a lo que hacen otros bancos centrales en Europa. Lo que llama la atención es que hace algo más de tres años se optó por una política de tipo cuantitativo para alcanzar un objetivo explícito (y en plazo) de inflación. Ahora aleja en el tiempo el objetivo de inflación, mantiene las medidas de tipo cuantitativo, pero retoma la política de tipos de interés. Y, especialmente, cambia de forma decidida el sesgo de la política monetaria: deja la puerta abierta a tomar nuevas medidas expansivas de cualquier tipo si fuera preciso. ¿Cuándo sería preciso? Según los comentarios del Gobernador del BOJ, más allá de nuevas presiones externas e internas a la baja sobre la inflación, el contexto internacional. De forma indirecta se alude a la tan deseada estabilidad financiera olvidada, al menos de forma explícita, desde hace ya casi un año.

Es precisamente el último punto anterior lo que muchos analistas no han acabado de valorar. De hecho, tras la decisión del BOJ las principales quejas se han centrado en lo limitado de las medidas tomadas (por cierto, el mercado asignaba una probabilidad menor al 40 % para sorpresas) y su falta de efectividad. Poco que oponer en el primer caso. Pero, me llama la atención al tema de la efectividad: es cierto que en Europa los tipos de interés negativos no han tenido un reflejo claro en la economía y menos en la inflación, pero sí han contribuido a favorecer la depreciación de la moneda y se han reflejado en compras de activos financieros. De acuerdo: más economía financiera que real, pero positivas a medio plazo para la economía real y a corto plazo para poner un suelo a los mercados financieros. ¿No era acaso lo que pretendía en el fondo el BOJ?.

Bolsas al alza, tipos de interés a la baja y divisa más depreciada. Y abiertos a emplearse más a fondo si la respuesta no es la adecuada. 

Pero, hay algo más: el BOJ ha optado por reforzar su credibilidad para alcanzar el objetivo de inflación. Frente a la aceptación inicial (Abenomics) de que el objetivo del 2.0 % se alcanzaría en dos años, desde principios del año pasado ha iniciado una nueva estrategia de aplazarlo en el tiempo. En concreto, tras la reunión del viernes, hasta la primera mitad del año fiscal 2016/2017.

¿Cómo calificar la política monetaria del BOJ hasta el momento? Algunos la consideran un fracaso, precisamente argumentándolo en la evolución de la inflación. Quizás no consideran del todo el papel de la caída de los precios externos y el propio deterioro de las expectativas de inflación mundial recientes. Incluyendo aquí también la apreciación del JPY de los últimos meses.

Por otro lado, también es claro que, conjuntamente con todo lo anterior, el BOJ se ha enfrentado al impacto negativo en el crecimiento tanto de un escenario económico internacional cada vez más deteriorado como por las limitadas reformas estructurales llevadas a cabo por el Gobierno japonés.

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¿Qué cabe ante todo esto? Profundizar en las políticas monetarias expansivas. ¿Hasta cuándo? Hasta que no sean necesarias. Pero esto mismo, con las diferencias de Japón frente al resto, es también extensible al resto de los bancos centrales a nivel mundial.

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