¿Descarrilará la economía mundial?
Los mercados de acciones han experimentado importantes correcciones desde este mes de agosto; el retroceso de los índices mundiales desde[…]
Los mercados de acciones han experimentado importantes correcciones desde este mes de agosto; el retroceso de los índices mundiales desde los máximos hasta los niveles actuales ha sido de un 12 por ciento aproximadamente.
La cuestión en estos momentos está en dilucidar qué hacer ante esta significada corrección. Nuestra primera recomendación en estas circunstancias, como gestores de carteras, es que la volatilidad del mercado no determine las actuaciones. Predecir los mercados es una tarea bastante más compleja de lo que la mayoría del público piensa. Y suele ser peor el remedio que la enfermedad; los activos de riesgo son los únicos que nos garantizan en el largo plazo un rendimiento superior a la inflación, aunque en el interín tengan estos desagradables y amargos capítulos de volatilidad. Pero salvada la anterior puntualización, pensamos que el mercado de activos de riesgo, y especialmente el de renta variable, está en estos momentos descontando un entorno económico bastante más pesimista del que nosotros estamos esperando y que, a pesar de todo, sigue valiendo la pena apostar por él.
Es cierto que la evolución de la actividad mundial está por debajo de lo que estábamos esperando antes del verano, pero esto no significa que estemos frente a un cataclismo.
Pese a que el conflicto en Oriente Medio sigue sin solución y que el problema ucraniano no está resuelto, el foco de los inversores se está dirigiendo a la situación de China y, por arrastre, de todos los mercados emergentes, y a las consecuencias de la prevista subida de tipos por parte de la Reserva Federal.
Siempre habíamos considerado como uno de los factores de riesgo China, pero es verdad que suponíamos que iba a ser capaz de manejar la situación. El gigante asiático está en un proceso de transformar su crecimiento desde uno basado en exportaciones e inversión de capital a otro donde el consumo tome el protagonismo. Sabemos que no va a ser un proceso rectilíneo, sino que tendrá sus picos y sus valles -y ahora nos encontramos en uno de ellos-, pero nos parece un evento altamente improbable su descarrilamiento.
En segundo lugar está la más que probable subida de tipos de Estados Unidos. La política monetaria vigente actualmente es totalmente inadecuada con la coyuntura actual, con una actividad creciendo a un elevado ritmo y en el entorno del pleno empleo. El banco central norteamericano, esto es la Fed, va a verse obligada a subir tipos, pero los bajos niveles de inflación le dan una posición bastante confortable para elegir el momento más adecuado. Por ello, la Fed realizará su movimiento de alzas de tipos sin perjudicar lo que tantos esfuerzos en el pasado le ha costado construir y sin consecuencias muy nocivas para las acciones (las subidas de tipos no han sido nunca buena noticia para los mercados, pero si están acompañadas de datos de crecimiento positivas, como esperamos, son compatibles con subidas bursátiles).
Sin perjuicio de lo anterior, hasta ahora hemos hablado de los inconvenientes, pero no hemos hablado de un fenómeno que hemos observado, las bajadas del precio del petróleo y de las demás materias primas, cuyos perjuicios ya están descontados (resultados de las compañías energéticas, debilidad de los países emergentes productores, etc), pero no sus beneficios. Los países consumidores netos de petróleo y de materias primas, que coinciden básicamente con los desarrollados, están experimentando un aumento de recursos que no hemos visto aún reflejado en mayor consumo, pero todo es cuestión de dejar pasar el suficiente tiempo, siempre y cuando las turbulencias financieras no hagan que los agentes económicos prefieran destinar los citados recursos a ahorro y no a demanda.
En síntesis, frente a nuestro anterior escenario, vemos que el crecimiento mundial va a ser más débil de lo que esperábamos y que hay más incertidumbres, sobre todo en el mundo emergente con China a la cabeza. Pero creemos que los mercados de activos de riesgo están descontando una situación mucho más deteriorada de la que estamos esperando y la que se deduce razonablemente de los datos hasta ahora publicados. La lógica económica siempre se impone, pero en el largo plazo.