Grecia: seis conclusiones de las negociaciones con sus acreedores
Recapitulemos un poco porque no hay que perder la perspectiva. Syriza ganó las elecciones el pasado 25 de enero. Era[…]
Recapitulemos un poco porque no hay que perder la perspectiva. Syriza ganó las elecciones el pasado 25 de enero. Era una convocatoria adelantada de los comicios porque el Gobierno anterior, comandado por Nueva Democracia, conservador, no quería pasar de nuevo por el trago de negociar con la troika, que le pedía nuevos ajustes. El Gobierno del primer ministro Antonis Samaras ya sabía que no lo iba a tener fácil y evitó otra vez el choque con el ahora "Grupo de Bruselas" aunque ello le costó perder el poder. Para forzar la celebración de los comicios, convocó de manera precipitada el relevo en la presidencia del Gobierno. El candidato del primer ministro para la presidencia, Stavros Dimas, no logró, como era de esperar, el apoyo mayoritario de la cámara helena y se convocaron elecciones legislativas.
Syriza llevaba pidiendo nuevas elecciones, al menos, desde septiembre de 2014, que fue cuando presentó el Programa de Salónica, es decir, las líneas maestras, los compromisos, de su programa electoral. Éste comenzaba hablando de la deuda: "Demandamos la convocatoria inmediata de elecciones parlamentarias y un mandato fuerte de negociación con el objetivo de cancelar la mayor parte del valor nominal de la deuda para lograr que sea sostenible en el contexto de una 'Conferencia sobre la Deuda Europea'. Fue posible para Alemania en 1953. Ello también puede ocurrir para el sur de Europa y para Grecia". Y pedía, a continuación, la inclusión de una "cláusula de crecimiento" en el pago del resto de la deuda, para que su reintegro se financiara con crecimiento y no con presupuesto. También planteaba una moratoria, un periodo de gracia, en el servicio de la deuda y un plan de inversiones europeo, entre otras cosas.
Entre ese mes de septiembre de 2014 y la actualidad han pasado tantas cosas que bien podemos extraer unas cuantas conclusiones.
Conclusión 1: adiós a la reestructuración de la deuda. ¿En qué ha quedado el Programa de Salónica, al menos su arranque, la parte de la deuda? En nada. La renuncia fue total, desde el primer día, a cumplir con estos compromisos. Quizás porque era el programa de máximos. Pero es que apenas estuvimos hablando unos días de la posibilidad de un canje de deuda, de un intercambio de los bonos actuales de Grecia por otros cuyo cupón variara con el crecimiento del país. ¿Quién se acuerda ya de esa propuesta? La reestructuración de la deuda, bien con ese mecanismo, bien con cualquier otro, quita incluida, ha quedado fuera de las negociaciones. Podríamos pensar, siendo optimistas, que sólo por ahora, porque apenas se están negociando las reformas ligadas al último tramo del segundo rescate, y que sólo a partir de ahí se podrá negociar de manera más ambiciosa el futuro del país, pero hay que temerse lo peor
La reestructuración de la deuda se ha convertido en un tabú. Y eso que muchos analistas nos decían hace bien poco tiempo que después de la que sufrieron los acreedores privados ligada al segundo rescate tendría que hacerse otra que afectaría a los acreedores públicos, porque la deuda griega seguía sin ser sostenible.
Quizás lo que no se quiere es que el Gobierno griego tome la iniciativa en un proceso como ése. Sería un ejercicio "excesivo" de soberanía, podría pensarse. Mejor que lo lideren los acreedores. Sobre todo para no dar mal ejemplo a otros países muy endeudados que podrían votar a partidos con promesas similares a las de Syriza.
Conclusión 2: La troika ni muere ni se la mata. En la primera reunión del Eurogrupo en la que Yanis Varoufakis participó consiguió una victoria: matar a la troika. No sólo era un asesinato simbólico de gran potencia. También tenía una gran trascendencia: el Gobierno griego manifestaba su deseo de negociar con sus socios europeos, no con instituciones de nuevo cuño y, sobre todo, no democráticas. Pero la troika nunca llegó a morir. Sólo se transmutó en "las instituciones" o en el "Grupo de Bruselas". Y en ocasiones han sido las discrepancias entre alguno de sus miembros, fundamentalmente entre el Fondo Monetario Internacional y la Comisión Europea, las que han entorpecido las negociaciones. Porque, y esto es clave, el FMI sólo está autorizado a prestar ayudas a países con deudas sostenibles y la de Grecia, ya lo decíamos antes, no lo es. De hecho, el FMI podría aceptar una quita de la deuda o a negociar el superávit primario a exigir al país, algo que jamás permitiría la Unión Europea.
Conclusión 3: el poder ejemplarizante de Grecia, el país-experimento. Grecia fue el primer país rescatado, el laboratorio en el que se experimentaron las medidas de austeridad extrema. En Grecia se midió la capacidad de resistencia no sólo de la economía, sino también del pueblo. Ahora se está valorando cuánto de lejos es capaz de llegar la izquierda, cuál es su poder de transformación: si es capaz de poner en marcha una auditoría de la deuda para no pagar una parte; si está dispuesta a cambiar de socios, a virar hacia el este, por ejemplo; si es tan audaz como para cambiar de modelo económico y social...
La troika, la Europa central, la Europa de los muy serios, como la califica Paul Krugman, está evaluando las fuerzas de sus adversarios. Pero la izquierda europea, empezando por la española, también mira por el rabillo del ojo a Grecia para ver qué se puede hacer y qué no, para comprobar cómo se puede poner en riesgo a una economía por falta de dinero. Y a la vista de lo que ocurre aquí y allí, se ha optado, mayoritariamente, por ser simplemente posibilista, por intentar arreglar los problemas más urgentes de la gente, sin poner en demasiado riesgo a las estructuras de siempre.
Conclusión 4: Gana el posibilismo, Grecia no se inmolará. El Gobierno de Syriza ha decidido llevar la negociación hasta el final. De momento, está al corriente de todos los pagos y, siendo los suficientemente heterodoxos, podríamos decir que hasta final de mes no incurrirá en ninguno, porque tiene hasta entonces para pagar todos los vencimientos que tiene en varias fechas de junio con el Fondo Monetario Internacional. Su voluntad de pagar se ha puesto de manifiesto en otros pagos previos también al FMI y tomando medidas tan discutibles como la amnistía fiscal para intentar arañar todo el dinero posible para que no se vacíen las arcas públicas.
Es cierto que un impago estigmatiza, pero el Gobierno griego tenía la fuerza del mandato popular para hacerlo. Quizás los que saben de esto comprendan a Tsipras por no infligir a sus ciudadanos un castigo tan grande como ése. Pero hay quien ve más ventajas que inconvenientes en la ruptura con Europa y puede que tenga que ver con la ideología.
Conclusión 5: la unión de la izquierda es imposible. Syriza ha sido un caso de éxito en la historia de la confluencia de fuerzas de izquierdas. Aunque nació de la necesidad, no de ganar elecciones, sino de no desaparecer del mapa electoral hace once años. Después el proyecto se fue haciendo fuerte poco a poco, debido en gran medida a las condiciones sociales cada vez más deterioradas del país, pero no sin enfrentamientos entre las cúpulas de los diferentes movimientos que convergieron y no sin virajes a derecha e izquierda según quién estuviera al mando y la fuerza que estuviera en el poder en el Parlamento de la Plaza Syntagma.
Ahora las discrepancias han vuelto a aflorar en el seno de Syriza. El incumplimiento del programa electoral ha suscitado mucho malestar en el ala izquierda del partido. Y ningún sitio mejor para comprobarlo que el blog del economista y diputado de Syriza Costas Lapavitsas que en la reunión del comité central del partido se quejó precisamente de no cumplir el mandato recibido del pueblo el 25 de enero. Y afirmó: "La ruptura es una elección justa y moral. La ruptura no es un fin en sí mismo. Abre el camino para implementar nuestro programa", que implicaría, como señala más adelante, la salida del euro, "la recuperación de la soberanía monetaria", para conseguir una reactivación de la economía, algo que no ve posible que ocurra mientras dure la autoridad del BCE sobre Grecia. Pero, por ahora, los rupturistas están en minoría.
Conclusión 6: Europa está dispuesta a llevarse a sí misma al abismo. Los líderes europeos, que ya no son socios de Grecia, sino acreedores (en esto se ha convertido Europa, en una asociación de acreedores y deudores), no han cedido ni un ápice frente a Grecia, que, en cambio, sí ha realizado importantísimas concesiones, como hemos visto. Y eso, aún a riesgo de que Grecia rompa la bajara y se abra un melón peligrosísimo del que ayer alertaba, de nuevo, el influyente columnista de Financial Times Martin Wolf: si Grecia sale del euro, si se ve forzada a ello, si el resto de Europa no es lo suficientemente generosa como para mantenerla dentro de este club de ricos y empobrecidos que es la Unión Monetaria, cualquier crisis será un desastre, cualquier crisis abrirá la especulación sobre cuál será el siguiente país en abandonar la Unión, porque el euro habrá dejado de ser irreversible.
En su propósito de ser ejemplarizantes hasta la intransigencia, el corazón de Europa está poniendo en peligro el proyecto que tantos años se tardó en construir. Desde el principio fue desigual, desequilibrado. Ésta era una gran oportunidad para democratizarlo, pero se ha echado a perder.