¿Es el mejor momento para vender mi empresa?
No se trata de un simple «ahora o nunca». El momento de la venta de una empresa no puede guiarse[…]
No se trata de un simple «ahora o nunca». El momento de la venta de una empresa no puede guiarse por una frase tan impulsiva. Toda compañía tiene un momento óptimo para ser vendida y es vital esforzarse en descubrirlo para maximizar su valor. Sí, es un ahora o nunca, pero razonado.
En los últimos años, especialmente a causa de la globalización y las mejoras en los medios de transporte de productos y servicios, junto con las presiones competitivas han acelerado la necesidad de ser rápido en identificar el momento oportuno para desprenderse de la empresa.
Un factor que afecta enormemente al entorno competitivo es la revolución tecnológica en la que estamos inmersos, con cambios que redefinen la cadena de valor de las industrias. Así nos encontramos ante muchos empresarios que han ganado dinero de manera constante durante años y que ahora les resulta muy difícil aceptar que tienen que cambiar su modelo de negocio. No son capaces de reaccionar hasta que es demasiado tarde. Han perdido su «ahora» y quizá «nunca» se les vuelva a presentar un momento tan bueno para la venta de sus empresas.
La venta de una compañía es una de las decisiones más importantes que un empresario toma en su vida empresarial. Debido a ello, aunque tenga poderosos motivos para hacerlo, en muchas ocasiones él mismo busca excusas y argumentos para no dar el paso que en su interior sabe que le conviene.
Si percibes que se está produciendo un cambio que está alterando las fuerzas competitivas en tu sector, puede ser el momento de tomar una decisión vital. No vender una empresa cuando hay poderosas razones para ello puede acabar implicando una pérdida de valor, su cierre o simplemente la pérdida de una ventana de oportunidad concreta de maximizar el precio de las acciones.
Un 70 por ciento de las empresas familiares no pasan a la siguiente generación. La alta mortalidad de las empresas se debe, entre otras razones, a la falta de planificación en la transmisión, la ausencia de un sucesor competente, el fracaso o el agotamiento de un negocio o de un sector, las dificultades familiares, las peleas entre socios, la falta de capital o la falta de financiación.
Muchos cierres de empresas se podrían evitar si el empresario supiera entender su propio entorno y actuar en el momento adecuado para desprenderse de su empresa.
Aparte de los elementos competitivos o de circunstancias en el ciclo vital de los propietarios, hay momentos en los que los precios que se pagan son superiores al valor que realmente tiene la empresa. Surge entonces la oportunidad de subirse a este ciclo alcista y maximizar valor.
Ahora estamos en un ciclo de precios al alza y ello es así porque cuando las bolsas están altas, las empresas valen más pues los compradores pueden pagar múltiplos superiores y sus mismos precios elevados son referencia para la adquisición.
Hoy, como consecuencia del helicóptero monetario global generado por los bancos centrales (quantitative easing), estamos viviendo una gran liquidez en los mercados y como consecuencia una inflación del precio de los activos, entre otros de las acciones de las empresas.
El empresario inteligente es aquel que sabe aprovechar estos ciclos alcistas y vender cuando se pagan múltiplos elevados.