Un 20% de paro: la condena secular para España. ¿Por qué?
La Organización Internacional del Trabajo ha publicado esta semana el informe de perspectivas sobre el mercado laboral mundial para el[…]
La Organización Internacional del Trabajo ha publicado esta semana el informe de perspectivas sobre el mercado laboral mundial para el año 2015. Es muy ambicioso y realiza previsiones para el final de la década. De acuerdo con ellas, la tasa de paro en España no habrá bajado del 21,5% en el año 2019. Lo que significa que hay que rebajar la euforia provocada por la presunta bondad de la última Encuesta de Población Activa. ¿Está condenado nuestro país a una elevada tasa de paro, aunque, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, al menos este año y el próximo el PIB español vaya a crecer más que cualquier otra economía de la zona euro?
Es cierto que el conjunto del mundo va a sufrir un paro creciente: si ahora mismo la OIT calcula que hay 201 millones de parados a nivel mundial, para el año 2019 espera que haya cerca de 214 millones. Pero la tasa de paro español va a continuar siendo de las más altas del mundo al término de esta década. Será algo superior a la de Grecia. E inferior únicamente a la de países como Mauritania (30,39%), Sudáfrica (24,68%) o Mozambique (22,62%).
No nos interesa comparar a España con esos últimos países, sino con los del corazón de Europa, con los que, como Alemania, va a bajar su tasa de paro hasta el 5,41% con vistas al año 2019, o como Francia, donde se situará por debajo del 10%. Incluso el 12% de Italia nos puede dar envidia. Ellos pueden ser nuestra referencia.
¿Cuáles son las claves que explican, entonces, que España tenga una tasa de paro tan elevada? El economista ligado a ATTAC Eduardo Garzón, que presentó hace unos meses una propuesta de empleo garantizado para Izquierda Unida, en contraposición con la renta básica de Podemos, estima que lo más importante para predecir el comportamiento del mercado de trabajo no es el crecimiento económico, sino a qué se dedica la economía. La tasa de paro depende del tipo de empleos que proporcione el tejido productivo nacional. "La economía española está basada en los servicios de poco valor añadido, con muy poca especialización", explica. La economía española no crea trabajo y el que crea es intercambiable. No existe la necesidad de preservar el talento. Y, por tanto, las condiciones laborales de los trabajadores son mucho peores que en los países con menos paro.
Además, a diferencia de lo que ocurre en el tejido empresarial alemán u holandés, no se tejen relaciones colaborativas entre las empresas, sino únicamente de competencia. Precisamente, esas relaciones de colaboración entre corporaciones han sido las que han impedido que haya grandes movimientos de deslocalización desde los países del centro de Europa hacia otros lugares, mientras que en España, la inexistencia de esa solidaridad corporativa ha provocado esos movimientos y, por tanto, el desmantelamiento de la industria y de una buena parte del tejido productivo, que se agudiza porque España sólo sabe competir vía precio y no vía diferenciación de sus productos manufacturados. "En las economías donde se establece esa colaboración hay superávit comercial y, además, los trabajadores cuentan con mejores condiciones laborales", explica Garzón. Porque la cooperación se establece, además, entre empresas del sector industrial que fabrican productos de alto valor añadido. El de Alemania es un trabajo caro, pero muy valioso y, por lo tanto, muy competitivo.
Necesitamos otras empresas
Estos datos alimentan la sentencia del sociólogo especialista en el mercado de trabajo y profesor de la Uned José Antonio Díaz: "El problema del mercado laboral español no es de oferta, sino de demanda. Es un problema del sistema productivo. Tener una mayor formación no garantiza un mejor puesto de trabajo", comenta. Ese último es el síntoma de un sistema productivo enfermo. "Necesitamos otro tipo de empresas en España. El nivel de cualificación exigido por las compañías es bajísimo en España", añade. Y pone un ejemplo: un trabajador, a los dos días de incorporarse a un puesto de trabajo, ya está produciendo a un ritmo normal. No necesita aprendizaje, ni adaptación, nada. Lo que se le pide lo puede hacer cualquiera. La mayoría de los empleados son intercambiables y ello devalúa el valor de la fuerza laboral. Sólo el trabajo de mayor valor añadido es el que al empresario le interesa retener y ése es muy escaso. No por la formación de los trabajadores en España, sino por la formación que el tejido productivo exige. A ello atribuye que en las empresas españolas apenas se llegue a acuerdos de concertación entre patronal y sindicatos para que el talento no abandone la empresa en tiempos de crisis.
No es que Díaz sea partidario de implantar en España un modelo de innovación destructiva, la única que el sociólogo Manuel Castells creía posible hasta que visitó Finlandia y Dinamarca, donde, además de desarrollar una verdadera disrupción productiva se invirtió muchísimo en educación y también en seguridad en el empleo. No es cuestión, pues, de liberalizar más el mercado laboral. De acuerdo con los indicadores de la OCDE, España ha "ganado" mucho en ese aspecto.
Pero sí apunta que son necesarias, no sólo empresas de alto valor añadido para acabar con el paro, sino que también sean de gran tamaño. "En España se está fomentando el minifundismo empresarial, el emprendimiento, los autónomos. Casi no hay empresas de más de sesenta trabajadores. Hay que favorecer el crecimiento de las compañías", explica el profesor Díaz. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística, correspondientes al año 2014, de las 3,119 millones de empresas que hay en España, 1,672 millones no tienen asalariados, 921.000 tienen entre uno y dos asalariados. De más de 50 trabajadores, sólo existen 22.013 empresas.
Para comprobar que al menos algo de razón tienen tanto Garzón como Díaz, podemos echar un vistazo a las tasas de paro que tienen las diversas comunidades autónomas. Navarra es la que menos desempleo tiene: el porcentaje de parados se sitúa por debajo del 15%, mientras que en el País Vasco se coloca en el 16,60%. La tasa más alta es la de Andalucía, donde se encuentra por encima del 34%. En Ceuta supera el 32%, en Canarias, Extremadura y Melilla ronda el 30%. Algo tendrán que ver las actividades dominantes en cada una de esas comunidades autónomas.
El drama social. Las cifras que las autoridades no dan
Más allá de las cifras, José Antonio Díaz comenta el drama que constituye la existencia en la sociedad española de un porcentaje de la población condenada a vivir en el círculo vicioso del trabajo no normalizado. También, a otro grupo de personas, sobre todo los hijos de parados de larga duración y poca formación, sometidos a la cultura de la reproducción del desempleo. Un porcentaje que el profesor Díaz calcula que podría oscilar entre el 10% y el 15%.
Y por terminar con más números, algunos que da el profesor José Félix Tezanos: aunque la tasa de paro juvenil se encuentra en el entorno del 55% en España, este porcentaje supera el 70% si tenemos en cuenta los jóvenes con contratos precarios. "Exclusión generacional", la llama Tezanos.
En cuanto a la población general, si sumamos parados, contratados a tiempo parcial, subempleados y trabajadores con salarios por debajo del umbral de la pobreza, de acuerdo con cálculos de Tezanos, este colectivo alcanzaría el 76% de la población activa.