¿Una caída temporal?
En definitiva, ¿ha finalizado la tendencia alcista de las bolsas? En absoluto.
En definitiva, ¿ha finalizado la tendencia alcista de las bolsas? En absoluto. De hecho, en la medida que las bolsas, su subida, ha estado inspirada por los bancos centrales (y justificada más tarde por los números...no en todos los casos), ahora las divergencias a futuro sobre la actuación de la política monetaria sin duda tiene un coste en términos de mayor inestabilidad de las bolsas. Lo dicho, ¿una oportunidad de compra? Espero que lo sea. Pero, también nos podemos equivocar. Y en estos momentos el margen de error es mayor que en cualquier otro periodo del pasado reciente.
En este punto introducimos el resto de los factores que han actuado como argumentos (no lo son...yo sigo pensando en los bancos centrales) para la venta: geopolítica, desaceleración económica y especialmente la propia dinámica del mercado. En este último punto consideramos desde los precios de muchos activos demasiado ajustados a fundamentales y la falta de dinero nuevo. Dinero llama a dinero. Y la estrategia de flujos es, ha sido, la más exitosa en situaciones de tanta incertidumbre como la actual. Al final, es algo tan sencillo como huir de ser el primero en la compra. Y en la venta.
¿Demasiado pesimismo? No es cuestión de ser pesimista u optimista. De hecho, los elevados precios relativos (nadie habla de caros, pero nadie debe referirse a las bolsas del G4 como baratas) exigen ser prudentes. ¿Más que en el pasado? Sin duda. El pasado, pasado es. Y quizás nos hemos acostumbrado a obviarlo todo ante un escenario dominado por la política monetaria donde prevalece la baja volatilidad y los mensajes optimistas sobre el futuro. Eso explica que el ratio de precio/beneficios haya subido entre 4 y 5 puntos en promedio en las principales bolsas desarrolladas en los últimos cinco años. Repito: nos debemos acostumbrar en el futuro próximo a que sean los fundamentales los que inspiren al mercado y no tanto que los precios de las bolsas y otros activos de riesgo influyan en las expectativas de los agentes.
Decía un consejero del BCE a finales de la semana pasada que en ocasiones las bolsas y otros activos de riesgo no anticipan el futuro económico. Es cierto. Aunque no siempre tiene que acabar en el estallido de burbujas. Los excesos de los mercados también pueden ajustarse de forma menos dolorosa. E incluso el mercado, que siempre tiene razón, puede acomodarse al escenario macro de forma que corrija sus propios excesos de forma ordenada. Algunos lo llamarán escenario lateral. Yo prefiero verlo en términos de digerir un escenario complicado obviado hasta hace poco por un exceso de complacencia. ¿Qué me inquieta? Que ahora realmente nos inclinemos a un exceso de pesimismo. No lo espero, pero lo temo.
Dicho todo lo anterior, lo que más me ha llamado la atención es el deterioro generalizado en el precio de los activos financieros y commodities, también metales preciosos. En definitiva, una liquidación de posiciones en toda regla donde la deuda, en tipos de interés bajos (en algunos casos, precisamente los países anglosajones, inquietante), ha salido beneficiada. En definitiva, las estrategias de diversificación de posiciones, de nuevo a excepción de la deuda, no han funcionado. ¿Un ejemplo de mercados distorsionados? No tengo otra explicación. De hecho, en un momento del ciclo tan avanzado como el actual, siempre hablando en general, es difícil de valorar que el crédito y la deuda salgan reforzados frente al resto de los activos de riesgo.
Precisamente cuando son las propias autoridades las que advierten de los propios riesgos que conllevan estos activos, en términos de valoración y peso en las carteras, tras cinco años de subida ininterrumpida. Si durante la Gran Moderación la acumulación de deuda fue el origen de la Gran Recesión, la represión financiera impuesta por los bancos centrales se ha convertido más que en la solución del Problema en una forma de perpetuarlo. Alguien opondrá que, no es tanto la deuda como la actividad para pagarlo lo que tenemos que primar. Pero es la demanda final lo que falta. Y es la acumulación de deuda no ajustada lo que supone un importante lastre para una recuperación sostenida de la demanda que conlleve un crecimiento igualmente sostenido de la producción.
Lo dicho, sean prudentes. Y que no les llamen pesimistas por ello.