Anatomía de un sell off.

El inversor, fiel reflejo de la naturaleza humana, siempre se pregunta el por qué de las distintas reacciones que observa en el mercado obviando que forma parte del mismo y que las explicaciones están en su propia actitud. 

El inversor, fiel reflejo de la naturaleza humana, siempre se pregunta el por qué de las distintas reacciones que observa en el mercado obviando que forma parte del mismo y que las explicaciones están en su propia actitud. Sin embargo, lejos de buscar en nosotros mismo tendemos a buscar los motivos de los movimientos en las actuaciones de otras partes. 

La sesión del jueves es un claro ejemplo de dichos comportamientos. Cuando un índice cae un 4% como sucedió en Italia o un 3% como pasó en España, el propio inversor que presionó el precio a la baja y quiso vender al primer precio disponible termina preguntándose que ocasiona estas caídas y acude a su bróker o a los medios para tratar de encontrar una justificación a su propio comportamiento. 

Esta vez el común denominador de las caídas es Mario Draghi, habrá quien usará la palabra culpable, y su rueda de prensa, o al menos es lo que se quiere creer. Este alegato podría servirle a los neófitos, a quienes ajenos a las conversaciones del parqué terminan quedándose con el ruido que produce o a los espectadores puntuales. Sin embargo, el presidente del Banco Central Europeo no proporcionó respuestas excesivamente "hawkish" ni varió su discurso, ni siquiera reformuló los planteamientos ya conocidos o se retractó de algunas medidas o declaraciones. Simplemente mantuvo el tono natural de su discurso y volvió a exigir, como lleva tiempo haciendo, a los distintos gobiernos las medidas estructurales que flexibilicen y favorezcan la competitividad así como el mejor uso de aquellos que tienen margen fiscal. 

En esta tesitura el "mercado", que somos todos los inversores activos y pasivos, borró las alzas iniciales y capituló frente a las tremendas dudas que plantean los exiguos datos de crecimiento de la eurozona como bien reflejan los datos PMI de servicios y manufacturas, las dudas que también aporta el final de una política económica en los EEUU ante la próxima subida de tipos por parte de la FED. Estas dudas, si bien razonables, plantean el fondo de la cuestión para el inversor. Seguir enfocándose a la renta variable o rotar parte de su cartera a la renta fija donde la seguridad es el valor primordial que se tiene en cuenta.

La venta masiva, sell off, que tuvimos en la sesión de ayer únicamente encuentra justificación en los instintos de miedo y seguidismo propios del ser humano. Ayer a las 17:00 no había cambiado nada fundamental respecto a las 13:00, sin embargo el Ibex había caído más de 200 puntos. Las injustificadas ventas se sucedían y el pavor cundía entre los inversores que empezaban a temer el ya famoso cambio de tendencia mientras miraban de reojo, estaban más centrados en vender sus posiciones a mercado, como el índice Footsie 100 de Londres rompía la tendencia multianual iniciada en 2008 temiendo ser el primero de muchos otros. 

El corto plazo se apoderó del mercado y nadie veía más allá del siguiente soporte que se iba a romper. En estas situaciones nadie quiere ser el último en vender y ya no importa si el horizonte de la inversión es de corto, medio plazo o largo plazo, sólo importa vender antes que el vecino para que sea el quien pierda un poco más. 

Cuando la campana cerró la sesión y amainó la tormenta, los destrozos provocados por la turba de inversores misteriosamente enfurecidos con Mario Draghi, por no inventar nuevas respuestas, y sus congéneres, por vender antes que ellos mismos iniciando la espiral bajista, aparecieron aquellos pacientes compradores, mal llamados cazagangas, para tratar de imponer cierta cordura y devolver serenidad al mercado. 

Esta actuación no implica el fin de las caídas, aunque las velas diarias de los índices americanos pueden ser el principio de un firme patrón de vuelta, que deben sucederse para evitar valoraciones excesivas en los activos, pero sí que es un nuevo ejemplo de los errores que supone la operativa en momentos de euforia o pánico. 

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Si hubiera que resumir la sesión del pasado jueves en un par de líneas, deberíamos mencionar la inquietud y una reacción excesiva de los inversores frente a la continuidad y paciencia que requiere la política monetaria. 

Cuando dos mundos tan distintos como el de la inversión y los instintos dependen de algo tan poco volátil y de tan largo plazo, los bancos centrales deberían plantearse únicamente dos o tres reuniones anuales, como son las políticas monetarias, el resultado más probable son ataques de histeria en los mercados y fatiga y agotamiento para los gobernadores.

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