¿Es España la única economía de la zona euro en la que se atisba una recuperación?

La economía de la zona euro está ofreciendo este año muestras continuas de debilidad.

La economía de la zona euro está ofreciendo este año muestras continuas de debilidad. La mayoría de los países reflejan una acusada falta de demanda interna propiciada, entre otros motivos, por las elevadas tasas de desempleo y la necesidad de reducir los niveles de endeudamiento. 

Esta situación se ha visto agravada debido al conflicto entre Ucrania y Rusia y las sanciones impuestas por la Unión Europea a Moscú, que han afectado, sobre todo, a los principales exportadores del Viejo Continente. Y todo apunta, según reflejan los indicadores, que esta tendencia negativa se mantendrá hasta final de año. 

Sin embargo, hay un país dentro de la zona euro que presenta una buena evolución: España. Sus estadísticas van totalmente a contracorriente de las de sus socios comunitarios. No en vano, entre abril y junio, la economía española creció un 0,6% y encadenó cuatro trimestres consecutivos al alza. Además, las previsiones apuntan a que el crecimiento continuará hasta finales de año. 

Así, gracias a la reducción de los costes laborales que se ha llevado a cabo los últimos años, el final de la austeridad monetaria y el mayor dinamismo de las exportaciones, España parece ser la única economía de la zona euro que está viviendo una verdadera recuperación.

Ya fuera de la zona euro, pero sin salir del Viejo Continente, la economía británica también está mostrando su fortaleza, pese a que sus principales socios comerciales (los países del euro) no se encuentran en su mejor momento. Reino Unido comenzó a crecer en 2013, impulsado por la mejoría que en aquel entonces mostraba la economía de la zona euro y por la implementación de ayudas para adquirir una vivienda, que puso en marcha el Gobierno, y desde entonces no ha abandonado este camino. De hecho, en el último año registra un avance de alrededor del 3%. 

Una realidad que ha propiciado que comiencen a oírse las primeras voces sobre la necesidad de incrementar los tipos de interés una vez que el fantasma de la recesión parece haberse quedado en un segundo plano. Sin embargo, el Banco de Inglaterra no se muestra muy dispuesto a iniciar el alza de los tipos, pese a que en un primer momento había insinuado que podía suceder a comienzos de 2015. La falta de presiones inflacionistas y la debilidad de la zona euro han dado lugar a este cambio de opinión. 

También ha contribuido la tendencia a la baja de los rendimientos de los bonos soberanos, que ha sido especialmente acusada en la zona euro, donde la combinación del descenso de la inflación y los decepcionantes datos económicos han propiciado el estrechamiento de los diferenciales, no solo de los países periféricos, sino también de Alemania, cuyo rendimiento a 10 años ha llegado a caer por debajo del 1%. Sobre todo, después de que el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, insinuara la posibilidad de poner en marcha un Quantitative Easing a la europea en caso de que fuera necesario.

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