El lapsus de Yellen
Los principales actores en los mercados financieros son, sin lugar a duda, los grandes bancos centrales del mundo.
Los principales actores en los mercados financieros son, sin lugar a duda, los grandes bancos centrales del mundo. El protagonismo de los artífices de las políticas monetarias ha ido acrecentándose con el transcurso del tiempo. En una economía global y absolutamente interconectada, las decisiones que se toman en los comités de políticas monetarias de los bancos emisores, pertenecientes a los países que constituyen las potencias económicas mundiales, llegan a todos los rincones del planeta y consiguen afectar a todos y cada uno de los mercados.
Cada vez más, la política de tipos de interés es el factor fundamental que determina la toma de decisiones de inversión en mercados tanto de divisas, como de renta variable, o de materias primas y, por supuesto, en los de renta fija. Todos los activos que se negocian en los mercados anteriores están correlacionados en mayor o menor medida, y todos ellos pueden ser operados en la mayoría de plazas financieras mundiales. Es por ello por lo que algunos bancos centrales, conscientes de la trascendencia de sus decisiones, las toman no solamente teniendo en cuenta las circunstancias propias de su país, sino considerando como éstas pueden influir en el desarrollo económico de otros lugares del mundo.
Es el caso evidente de la Reserva Federal Americana, cuyas decisiones de política monetaria se toman sobre la divisa considerada, hasta el momento, como principal moneda de reserva internacional y medio de pago o de financiación utilizado por multitud de países, tanto en sus operaciones comerciales como en su acceso a los mercados de capitales.
Un ejemplo claro de lo anterior, lo presenciamos a mediados del año pasado cuando el entonces presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, hizo público la intención del Banco central que dirigía de ir disminuyendo paulatinamente la cantidad de liquidez que inyectaba en el mercado. Entonces, los inversores reaccionaron de manera precipitada y comenzaron a anticipar subidas de tipos de interés, que se reflejaron en las cotizaciones de los bonos, cuyas rentabilidades repuntaron de manera abrupta. La preocupación de la Fed, ante esta sobreactuación del mercado, no era tan sólo por lo que podía suponer de freno al crecimiento en Estados Unidos, que ya se encontraba en un buen ritmo de recuperación, sino quizás más por los efectos perjudiciales, que tendrían en las economías de países emergentes, que aprovechando los bajos tipos de interés del dólar y su tendencia bajista de los últimos años, habían aprovechado para financiarse en la divisa de los Estados Unidos.
A partir de entonces, iniciaron una campaña de información a los mercados que, de manera casi unánime, llevaban a cabo todos los miembros del Banco Central, con la idea de dejar bien claro que una retirada de estímulos no significaría una subida de tipos de interés y, con ello, evitar desbandadas y movimientos abruptos que pondrían en peligro la estabilidad de los mercados.
La idea fue transmitida de manera magistral y los inversores entendieron el mensaje. La transición de un periodo de inyección de liquidez masiva a su retirada se realiza actualmente de manera tranquila y sin sobresaltos. Pero tras esta transición, y si la economía sigue su ritmo de mejora actual, llegará inevitablemente el momento en el que los tipos de interés tendrán que abandonar sus niveles extraordinariamente bajo que, no olvidemos, fueron implementados como una medida excepcional ante la mayor crisis financiera que ha sufrido el mundo. Este segundo paso, quizás, sea más complicado de tomar después de un periodo tan largo de política de tipos de interés cero. Los mercados son extraordinariamente sensibles a este tipo de cambios, y los responsables de la política monetaria son cautelosos en la manera de hacerlo público.
Pues, curiosamente, la actual presidenta de la Reserva Federal, la que ha relevado a Bernanke, la señora Yellen, ampliamente conocida por su tendencia a mantener tipos de interés bajos, ha sido la que ha sorprendido a los mercados en su última reunión, dando a entender de una manera indirecta, pero clara, que los tipos de interés en su país comenzarán a subir antes de lo que los inversores descontaban. La primera reacción fue algo abrupta, las bolsas cayeron y los tipos de interés repuntaron en toda la curva, pero, poco a poco, el mercado parece haberlo asumido como algo razonable y parece aceptarse con normalidad.
Sería uno de las mejores señales de vuelta a la normalidad que el mercado actúe de esa manera, descontando con naturalidad una vuelta a tipos más altos. Se ha bromeado mucho sobre la manera que la señora Yellen respondió a la pregunta del periodista, acerca de cuanto era para ella "un periodo considerable de tiempo". Ella contestó, sin titubeos, que seis meses, en una forma que se ha llegado a calificarse de ingenua o novata, pero, visto lo visto, quizás no lo sea tanto y estemos ante una buena medida estrategia de comunicación del que, sin duda, es el más profesional banco central del mundo. A ver si aprendemos por aquí.