Crimea vuelve a Rusia y el RTS de Moscú sube un 4,79%

Atrás ha quedado la Rusia que perdía todas las batallas, todos los conflictos internacionales. La llegada (se puede discutir si[…]

Atrás ha quedado la Rusia que perdía todas las batallas, todos los conflictos internacionales. La llegada (se puede discutir si tras un golpe de Estado o de una rebelión del "pueblo" contra Yanukóvich) de un Gobierno en Ucrania con importantes elementos de extrema-derecha y anti-ruso le puso en bandeja a Vladimir Putin la defensa de una parte del numerosísimo pueblo ruso extra-muros, es decir, el que se encuentra más allá de las fronteras de la Madre Rusia. Dicho así, se puede justificar.

Vladimir Putin tiene especial interés por recuperar Crimea. Y se encontró con la coartada perfecta: se da la circunstancia de que esa pequeña península cuenta con una población mayoritariamente rusófona y que dentro de Ucrania tiene un estatus político especial, autónomo. De ahí la facilidad y la rapidez con la que se ha podido convocar un referéndum. Y ganarlo. Con una importantísima participación (rondó el 80%) y un "sí" abrumador, indiscutible (del 96,6%). Se puede cuestionar, cómo no, que votar en un contexto de ocupación no garantiza hacerlo en libertad, que el régimen de Putin no es un dechado de virtudes y que la memoria de los tiempos soviéticos y la KGB sigue reciente: ¿No podían tener los crimeos que votaran en contra miedo de que, dando por segura la anexión, por la vía democrática o por la fuerza de las armas, se les persiguiera? Aunque creemos que son miedos infundados. Y también creemos que si el voto del miedo invalidara elecciones muchas de las últimas lo habrían sido, como las últimas de Grecia, cuando una campaña electoral pan-europea insufló la idea de que el triunfo de Syriza y de Alexis Tsipras, que ahora es candidato a presidir la Comisión Europea, sería la ruina más absoluta para Grecia.

A diferencia de lo que ocurrió al inicio de la Guerra de Yugoslavia, cuando importantes países de Occidente, comenzando con Alemania, se apresuraron a reconocer la independencia de las repúblicas que empezaban a desgajarse, comenzando con Eslovenia, y de lo que posteriormente sucedió con Kosovo, sin que hubiera referéndum de por medio, la "comunidad internacional" no estima válida la consulta que tuvo lugar ayer. ¿Es que la "comunidad internacional" se va a oponer a lo que ha expresado el 95,5% de la población de Crimea en un, al parecer, escrupuloso proceso electoral?, ¿cómo lo va a argumentar?, ¿cómo, al mismo tiempo, puede defender y aupar al nuevo Gobierno de Ucrania, que, ése sí que no ha pasado por las urnas?

Decíamos antes que Vladimir Putin tenía interés en anexionarse Crimea. Y no vamos a ser tan inocentes de pensar que sólo lo tiene para defender a los rusos que allí viven. Los intereses de Rusia son económicos. A finales de 2012, comenzaba la construcción del gasoducto ruso con dirección al sur de Europa. Tendrá capacidad de enviar 63.000 millones de metros cúbicos de gas. Controlando Crimea, Rusia logra mayor control sobre el gasoducto y se ahorra dinero. El control del gasoducto incluso compensar unas sanciones que los expertos dudan que lleguen de verdad a ponerse en marcha, dada sus consecuencias negativas sobre la economía de la zona euro.

Rusia tiene intereses económicos, claro. Pero el mundo occidental, también. Una Crimea integrada en una Ucrania pro-europea y, finalmente, dentro de la Unión, garantizaría el control de ese gasoducto. El 50% del gas que consume Alemania es ruso, así como el 30% que consume Italia y el 15% que gasta Francia.

De hecho, la reacción en los mercados ha sido bastante favorable. Toda Europa cotiza al alza. También el índice RTS de Moscú. A lo largo del día, ha ido aumentando sus ganancias hasta cerrar la sesión con una revalorización del 4,79%. Aunque en el año acumula una caída del 22%. Y no hay que fiarse: los inversores han podido vender con el rumor y, ahora, comprar con la noticia. De todas maneras, hace un tiempo, cuando consultamos a los expertos sobre la región como destino de inversión, consideraban que el mercado ruso estaba muy barato y que ha sido en exceso castigado. Afirmaban que, con precaución y una vez que el conflicto esté resuelto (el proceso de anexión de Crimea puede prolongarse durante tres meses, aunque puede estallar una guerra civil en Ucrania en la que Rusia podría intervenir), los activos rusos podrían ser una oportunidad.

También incluso la renta fija. La prima de riesgo de la deuda rusa respecto a la estadounidense ronda los 664 puntos básicos y, por lo tanto, prácticamente 100 puntos básicos superior si la base de comparación es el bono alemán a diez años. Los inversores exigen una rentabilidad superior del 9,32% para comprar bonos rusos a diez años.

En Ucrania, la situación ha sido muy diferente. La llegada del nuevo Gobierno impulsó su índice bursátil (al día siguiente subió un 15%) y en lo que llevamos de año, gana un 9,10%, aunque hoy reaccione a la baja y pierda alrededor de un 1%, después de goteos a la baja (algunos importantes, de más de un 11% el día 3 de marzo, con los primeros atisbos de pérdida de Crimea y temores a un ataque ruso). Y eso que está al borde de la quiebra. Bien es verdad que un Gobierno pro-europeo y reformas a la griega le ayudarán a conseguir apoyo de la troika, sobre todo si continúa bajo el asedio ruso. Bien es verdad que los seguros contra el impago de los bonos ucranianos a cinco años, los CDS, se sitúan en los 1.310 dólares, frente a los 116 dólares de los CDS españoles.

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Aunque los mercados aún pueden sufrir un poco por lo que vaya sucediendo en el este de Europa, pero no olviden que lo verdaderamente peligroso se cuece en China.

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