China, riesgo sistémico

El tamaño de la economía China hace que este país sea quien dicte y marque el funcionamiento de las estructuras de producción y consumo de otros lugares tan dispares como Turquía, Australia o Argentina.

El tamaño de la economía China hace que este país sea quien dicte y marque el funcionamiento de las estructuras de producción y consumo de otros lugares tan dispares como Turquía, Australia o Argentina. De la misma manera que en el sistema financiero surge el debate y la preocupación sobre los grandes bancos globales, que debido a sus enormes dimensiones se convierten en sistémicos y, por tanto, imprescindibles para el funcionamiento del resto, "demasiado grandes para caer", entre los países potencias de la economía ocurre el mismo fenómeno. Hoy en día, si China camina más despacio, algunos países se frenan en seco.

Se publicó el jueves pasado el dato de PMI del sector manufacturero de China (índice elaborado partiendo de una encuesta sobre su actividad a los principales jefes de compras de empresas claves) y se dio a conocer que caía por debajo del nivel pivote de 50, que es el que marca la diferencia entre crecimiento y contracción. Fue razón suficiente para que los participantes en el mercado cambiasen su percepción desde el optimismo hacia la aversión al riesgo, que se plasma en caídas generalizadas de bolsas y compra de bonos.

China está cambiando de manera gradual la dirección de su economía desde un enfoque centrado en el crecimiento y la inversión, que llevó a su Producto Interior Bruto a expandirse con cifras de dos dígitos durante un extenso periodo de tiempo, hacia el desarrollo de la demanda interna, una economía que dará más relevancia al consumo interno.

Es, por esta razón, por la que hemos visto como el PIB del gigante asiático se estabilizaba en la cifra del 7.5%, muy alejado de los 14% anteriores. Este viraje en el rumbo de la economía China tiene sentido una vez que se ha llevado ya a cabo un enorme esfuerzo de inversión en infraestructuras y que una parte importante de su población está preparada para el consumo. 

Sin embargo, en este mundo absolutamente globalizado, cambios como el que se está produciendo en China tienen consecuencias en el resto. Los países emergentes, productores de materias primas, llevan más de una década de crecimiento alto y sostenido gracias a las importaciones que China ha ido realizando de ellos. Ahora, el ritmo disminuye, y estos países lo notan en sus economías.

Si un incremento del consumo en China va a beneficiar a los países desarrollados, que podrán vender sus productos manufacturados de alto valor añadido a este país, así como ofrecer una amplia gama de servicios, este cambio en la dirección de su economía va a perjudicar los que han estado creciendo gracias a las enormes exportaciones de commodities que realizaban a China.

De hecho, tras la publicación del PMI Chino, hemos visto como las tornas cambiaban y los inversores han comenzado a salir de posiciones de renta variable y volvían a valores refugio como la renta fija. Las divisas de países emergentes han caído con fuerza por esta razón, y se espera que sigan su camino a la baja. Aunque existen grandes diferencias en la estructura económica de estos países, el mercado se comporta de manera muy similar.

El caso de Argentina, donde la divisa ha caído en un solo día un 15%, llama la atención, y nos recuerda la crisis de finales del siglo pasado. El Banco Central de este país ha dejado de intervenir en su divisa, entre otras razones porque no se pueden permitir el lujo de gastar divisa en defender su moneda local. Las circunstancias son diferentes ahora y la exposición a Argentina de países como el nuestro es mínimo por lo que la preocupación no es alta. Argentina lleva arrastrando desequilibrios notables en su macroeconomía y la política llevada a cabo por los últimos gobiernos ha desincentivado la inversión en este país.

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El único miedo real es al efecto contagio que pudiera producirse a su vecino brasileño, en donde nuestros intereses son sensiblemente superiores. Pero como señalaba anteriormente, las economías de estos países tienen estructuras más solidas que entonces, y no deberían ser tan vulnerable como entonces.

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