La próxima crisis
La clave es saber si los emergentes entrarán en crisis o no
"Todo el deber del hombre consiste en ser razonable y justo.... Soy razonable, porque sé la diferencia entre la comprensión y la no comprensión y soy justo porque no tengo una opinión sobre las cosas que no entiendo". Gertrude Stein, escritora estadounidense
Hay nuevas y ominosas nubes de tormenta en el horizonte, y por supuesto lo primero que hacen los responsables políticos es entrar en la negación. El foco de atención será si los mercados emergentes entrarán o no en crisis. La última vez que tuvimos una verdadera crisis fue en los años 90 y Clinton tuvo que rescatar a México. Ahora tenemos algunas semejanzas de los problemas económicos con los que estos países sufrieron entonces y es realmente preocupante. En los años 90, las políticas monetarias expansivas aplicadas por la Reserva Federal y por el Banco de Japón trajeron grandes flujos de capital hacia los mercados emergentes, especialmente en Asia. En 1994, la Reserva Federal de Alan Greenspan retiró la liquidez y se duplicación las tasas de interés en 12 meses.
Esta vez la FED ha mantenido las tasas sin cambios pero el mercado ha más que duplicado la rentabilidad de los bonos en el último año, tal y como se puede ver a continuación:
La teoría nos dice que unos tipos de interés en Estados Unidos más altos hacen que los bonos de mercados emergentes sean menos atractivos y eso es problema importante. En 1994, tuvimos la gran masacre de los bonos. Los tenedores de bonos del Tesoro estadounidense sufrieron pérdidas de alrededor de 600.000 millones de dólares y, de hecho, esas pérdidas llevaron a la quiebra al condado de Orange en California, el cierre definitivo de la consultora Kidder Peabody y de muchos fondos de inversión. La decisión de la FED provocó una crisis en México y en toda América Latina y precipitó otra crisis monetaria en Asia, lo que requirió que el FMI tuviera que organizar los rescates de Indonesia, Corea del Sur y Tailandia. A Asia le llevó más de una década para poder recuperarse de las pérdidas económicas sufridas entonces. Ahora, tenemos razón para temer una repetición de este colapso económico en los mercados emergentes, provocado por las rápidas salidas de capital y un dólar al alza.
Todo es una canción muy conocida. El boom económico hizo que los países de Asia y América Latina se endeudasen para incrementar su capacidad de producción. Luego, vinieron las debilidades en la economía real y las vulnerabilidades financieras rápidamente alimentaron el círculo vicioso de exceso de producción, de deuda y menor demanda. Y aunque la reducción de la excesiva expansión monetaria en las economías desarrolladas sea lenta o diferida, las debilidades fundamentales de los mercados emergentes -déficit en cuenta corriente, inadecuados rendimiento de las inversiones y niveles altos de deuda- resultarán un problema real.
En países como Brasil ya hemos visto como la moneda se ha depreciado un 20% en menos de seis meses y el mercado de valores rompió a la baja la zona de consolidación que estaba construyendo desde hace dos veranos:
Y a medida que aumenten las retiradas de capital, habrá más debilidad en su moneda, lo que a su vez, impulsará las caídas en los precios de activos denominados en ella como los bonos, acciones y bienes inmuebles. La disminución de la disponibilidad de financiación y unos mayores costes de financiación aumentarán la presión sobre los prestatarios excesivamente endeudados y van a provocar problemas bancarios que se reflejarán de nuevo en la economía real. Y Brasil no está solo en este viaje, tanto India como Rusia están en el mismo barco.
Desde 2008, los mercados emergentes han contribuido alrededor del 60-70% del crecimiento económico global. Una desaceleración afectará rápidamente las economías desarrolladas. La demanda de las exportaciones, que han impulsado su actividad económica, se reducirá. Esto suena feo pero es una gota en el océano en comparación con lo que podría suceder si China se derrite: