Esperemos tener la lección aprendida

Tras cumplirse ya un año desde que la deuda pública española alcanzase su máximo de rentabilidad en el nivel de 7.61% (en la referencia del 10 años), que llevó la prima de riesgo hasta la escalofriante cota de 600 puntos básicos, y a pesar de que la economía de nuestro país no ha mejorado de manera sustancial, la percepción del mercado sobre la salud de las finanzas públicas españolas es sin embargo bien distinta.

Tras cumplirse ya un año desde que la deuda pública española alcanzase su máximo de rentabilidad en el nivel de 7.61% (en la referencia del 10 años), que llevó la prima de riesgo hasta la escalofriante cota de 600 puntos básicos, y a pesar de que la economía de nuestro país no ha mejorado de manera sustancial, la percepción del mercado sobre la salud de las finanzas públicas españolas es sin embargo bien distinta.

La prima de riesgo española, aunque todavía alta, está bien lejos de aquellos niveles, los últimos datos la sitúan ligeramente por encima de los 300 puntos, y las subastas de deuda, aún en los bonos más largos, son razonablemente bien acogidas por el mercado, colocándose su totalidad y habiéndose ya cubierto más de la mitad de las necesidades de financiación del Estado.

¿Que es lo que ha variado desde entonces hasta ahora? La única diferencia es el grado de confianza, y ésta a su vez se basa en la calidad de la información aportada a los inversores. Recordemos que la tensión extrema que la deuda pública española sufrió hace un año, y que nos puso un pie dentro de la zona de rescate, no se debió ni al exceso de deuda del Estado Español ni, por tanto, a la incapacidad de éste de acudir a financiarse en los mercados de renta fija. La crisis vino provocada por la alarma y el pánico que invadió el mercado tras darse a conocer que la cuarta entidad financiera del país, producto de la fusión de diversas cajas de ahora: Bankia, iba a ser intervenida por su inviabilidad financiera.

Tras la inesperada noticia, los rumores y la inquietud sobre la salud del resto de la banca española se dispararon. Llegó a hablarse de necesidades de capital superior a 200 mil millones de euro para evitar el colapso de los bancos españoles y, lógicamente, los inversores salieron despavoridos de los activos con riesgo España.

Con el tiempo, quizás demasiado tiempo, se ha demostrado a través de auditorías y otros datos, que el problema estaba localizado única y exclusivamente en el núcleo de las antiguas cajas de ahorros, y con los fondos de ayuda proporcionados por el MEDE de 40 mil millones de euros, se ha zanjado el problema.

El mercado ha quedado satisfecho con la información aportada, y el riesgo privado bancario resuelto, de momento, y lo que es más importante, ha dejado de contagiar al riesgo soberano de España. La estabilidad se nota hasta el punto de que, a pesar de la tensión política última y de las peticiones de dimisión del Presidente del Gobierno, y que la semana pasada corrían rumores de rebaja crediticia de España, la deuda se ha quedado prácticamente inalterable.

En definitiva, un bono español de 10 años, que pague casi un 5% de rentabilidad, es una magnífica inversión, y así lo perciben la gran mayoría de los inversores internacionales. ¿Qué es lo que tenemos que aprender? Quizás nuestros políticos, no solo los españoles sino los europeos, debieran reservar un hueco en sus apretadas agendas cada vez que el presidente de la Reserva Federal Americana, Ben Bernanke, realiza una comparecencia pública y tomar buena nota de sus formas, maneras y método de comunicación.

Bernanke, tras haber comprobado que el comunicado vertido después de la última reunión de la Fed, en el que hablaba de posibles retiradas de estímulos por la mejora en la situación económica de su país, provocó una estampida de ventas de bonos americanos, algo que no encajaba en los planes que la Reserva Federal tiene en su política monetaria, no ha vacilado ni un instante en dar explicaciones adicionales, claras y sencillas, de cuáles son sus verdaderos planes y, con ello, en poco más de una semana, ha logrado que la volatilidad en los mercados se calmase.

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Por el contrario, cuando hace un año se vertió sobre el mercado el jarro de agua helada al comunicarse que Bankia tenía que ser nacionalizada y el pánico se extendió entre los inversores, ni se actuó de manera inmediata por parte de las autoridades españolas, dejando claro que se trataba de un caso único y que no se traspasaba al resto del sistema financiero, ni se recibió apoyo y soporte de Europa en este sentido. Por el contrario, las declaraciones lo único que hacían era provocar mayor desasosiego, si cabe.

Afortunadamente, hemos salido indemnes del percance, y quizás fortalecidos, tras la tremenda prueba de fuego, pero hemos estado muy cerca de caer en el pozo oscuro donde se encuentran los países rescatados sin necesidad ninguna de ello, y todo por una enorme deficiencia de comunicación. Esperemos que se haya aprendido la lección.

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