Bernanke, el represor

La recuperación, en los países que la disfrutan, es débil. Hemos visto esta mañana lo que ha sucedido en China:[…]

La recuperación, en los países que la disfrutan, es débil. Hemos visto esta mañana lo que ha sucedido en China: el sistema manufacturero, según ha publicado HSBC (no es un dato oficial; puede ser, incluso, interesado), ha entrado en zona contractiva, al caer el PMI (índice de gestores de compras) por debajo de los 50 puntos. Como consecuencia, la Bolsa de Japón se ha hundido. 

Quizás no debamos preocuparnos demasiado. En primer lugar, insistimos, éste no es un dato oficial, lo ha elaborado una firma privada. En segundo lugar, el índice manufacturero chino se colocó por debajo de los 50 puntos hace siete meses. Y nada sucedió. Además, China tiene los instrumentos fiscales y monetarios suficientes como para que su economía vuelva a andar a la velocidad que necesita el mundo. Lo malo es que José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi en España, dice que las autoridades chinas están más preocupadas por los riesgos derivados de una fuerte expansión monetaria que por una desaceleración ordenada que en el fondo están utilizando para reducir los desequilibrios internos. Este economista también admite que una desaceleración a corto plazo más brusca de lo previsto puede ser seguida de medidas de política de monetaria expansiva, con recorte de tipos o más liquidez, aunque lo ve menos probable. 

China tiene instrumentos. Y Japón está utilizando los que tiene a mano. Su banco central está desarrollando la mayor expansión monetaria de la historia de la humanidad. Y ya está dando sus frutos, como comprobamos cuando publicó el PIB del primer trimestre. 

Lo que acabamos de ver puede ser sólo un bache. O una excusa para recoger unos beneficios muy sustanciosos acumulados en los últimos meses. Sobre todo en Japón, donde el índice Nikkei sube más de un 70% desde el pasado mes de noviembre, desde que comenzó la "Abenomics". 

Todo esto, además, tiene un lado positivo y es que le echa un cable a Bernanke. El presidente de la Reserva Federal norteamericana volvió a defender ayer las medidas de expansión cuantitativa, de compra de bonos, y advirtió de los riesgos de retirarlas demasiado pronto: la recuperación económica de Estados Unidos se puede hundir. Luego las actas de la última reunión del Comité Abierto le enmendaron la plana: hay muchos de sus miembros que son partidarios de ir reduciendo la compra de activos a partir del mes de junio. Y por eso Wall Street ayer se estornudó. 

Una ciencia empírica: ¡Que no nos engañen!

La economía, como siempre insiste el analista financiero Juan Ignacio Crespo, es una ciencia empírica: se pueden comprobar las consecuencias de las políticas aplicadas. Decíamos que la inyección del Banco de Japón ha provocado un crecimiento del PIB por encima de lo previsto ya en el primer trimestre de este año. En Estados Unidos, la actividad de la Fed ha provocado que su PIB esté creciendo desde 2009 y que se esté creando empleo desde entonces. Ahora su tasa de paro se encuentra en el 7,5%. Me dirán que el empleo que se genera es precario y que la tasa de paro no recoge a las hordas de trabajadores que han dejado de buscar trabajo porque el mercado ya no tiene hueco para ellos. 

Coincidirán conmigo en que si se falsean las estadísticas, de que si éstas luchan más contra los parados que contra el paro, eso no es algo exclusivo de Estados Unidos. Aquí en Europa también sucede. Con la diferencia de que la tasa de paro en el Viejo Continente sigue marcando niveles récord mes tras mes por encima del 10%. También estamos preocupados por la precarización laboral, claro, por los nuevos empleos que se están creando y por los que vendrán, muchos de los cuales no podrán garantizar una vida digna. "Working poor" se llama este fenómeno. Lo contamos aquí

Publicidad

¿Qué es la "represión financiera"?

Nos repetimos muchísimo, pero lo consideramos necesario, así que no pedimos disculpas. Máxime cuando los círculos liberales, que están por todos los lados, que incluso atacan en tranquilos viajes en autobús, están popularizando la expresión "represión financiera". Por eso hemos titulado este artículo "Bernanke, el represor". 

Para los adalides de la "libertad" económica, Bernanke es el enemigo número uno. Porque baja los tipos, porque imprime dinero, y provoca, claro, que las rentabilidades de la deuda, que los rendimientos de los activos financieros caigan a plomo. Hablan también de represión financiera porque suponen que en el futuro todas las medidas que ha tomado desembocarán en una subida de la inflación muy por encima de los tipos oficiales del dinero. Pero, insistimos, la economía es una ciencia empírica: Bernanke lleva desde 2009 imprimiendo dinero y la inflación, ni está ni se la espera. 

El comportamiento de los bonos no adelanta subidas desorbitadas de precios, sino todo lo contrario. Algunos, los neoliberales, dicen que los bonos tienen que estar equivocados. Como su evolución no les da la razón, hablan de que se ha hinchado una gran burbuja, pero Paul Krugman hace no mucho dijo que de eso, nada. Escribió que los bonos no están en un error: con expectativas deflacionistas y tipos de interés bajos, sus rentabilidades están bien donde están. 

Lo único un poco sorprendente es que, a la vez que sube el precio de los bonos (y bajan sus rentabilidades), la Bolsa en Estados Unidos está en máximos. Está claro que los reducidos rendimientos de los bonos han provocado que los inversores se busquen la vida en otros activos más rentables como la Bolsa. Pero tampoco en ella hay burbuja, según Krugman. Esos récords del S&P 500 o del Dow Jones están bien fundamentados en unos beneficios empresariales también en niveles máximos. 

Bernanke, lo confesamos, forma parte de nuestro pequeño altar laico. Lo tenemos en una foto tomada cuando aún era estudiante (se estaría empollando los errores cometidos durante la Gran Depresión, algo que tan útil le ha sido a su país) y aún tenía. Los otros dos miembros de nuestro altar particular son incluso más políticamente incorrectos y seguramente no querrían compartir espacio con el presidente de la Fed. Pero insistimos en que Bernanke nos gusta por muchas cosas. Porque siempre comienza sus discursos hablando del empleo. Porque en un momento en el que tan de moda está meter la tijera, él advierte sobre sus terribles "efectos colaterales". Y por su valentía. Porque tiene que bregar con los halcones de la Fed y con los del Tea Party. Todos ellos liberales, los combatientes contra la represión financiera en nombre de la libertad. 

Quienes hablan de represión financiera porque las políticas monetarias expansivas les impiden ganar dinero, vivir de las rentas, o incluso, para ser más populares, para advertir de las perniciosas consecuencias que tendrá en el futuro poder adquisitivo de los salarios, ocultan que hay otra represión que es mucho peor: la tiranía de las leyes del mercado cuya inercia ahora no es sólo destructiva de puestos de trabajo, sino de las redes de seguridad que construyó el Estado del Bienestar. Y no llaman represora por ello a Angela Merkel. O al Bundesbank. O a quienes recetan los recortes, sean quienes sean. 

Se ha hecho, al menos, justicia poética con Bernanke. Se tiene que agarrar a los malos datos como sea. 

A mí es que me sacan de la libertad de la que hablaba Georges Moustaki, que desgraciadamente acaba de morir, y me pierdo.

En portada

Noticias de