Las cuatro lecciones del "corralito" de Chipre

El acuerdo de la Unión Europea y Bruselas imponiendo un "corralito" a los depositantes de los bancos chipriotas como fórmula[…]

El acuerdo de la Unión Europea y Bruselas imponiendo un "corralito" a
los depositantes de los bancos chipriotas como fórmula para salvar la
crisis de sus entidades financieras permite sacar cuatro claras
lecciones, que haríamos bien en tener aprendidas el resto de los
ciudadanos europeos

1.- Bruselas y el FMI han aprovechado la
crisis chipriota para lanzar un nítido mensaje al resto de los países de
la Unión Europea en dificultades.
Han querido con ello establecer
un precedente que les permita aplicar en el futuro la fórmula a otros
países sin necesidad de entrar en largas negociaciones. Da igual que el
ministro luso, Gaspar, o el español, De Guindos, señalen que tal fórmula
sería inaplicable en otros países europeos. Tiene más razón, aunque no
es consciente de sus manifestaciones, la secretaría general del PP,
Dolores de Cospedal, cuando señala que "Europa da ejemplo tomando estas
medidas". Su ejemplo lo constituye la importación del "corralito" como
fórmula para resolver los problemas planteados por el sector financiero.

La
fórmula del "corralito" va mucho allá de la continua reivindicación de
la canciller Merkel de que los bonistas deberían pagar una parte de la
crisis de sus bancos. Con unas elecciones muy próximas, la inspiración
alemana ha impuesto un coste social mayor a los países en crisis en su
objetivo de evitar las ayudas públicas: que los depositantes asumen
también una parte importante de dicho coste.

2.- Bruselas y el FMI han demostrado su falta de sensibilidad al tratar de aplicar la fórmula de manera indiscriminada. La
actitud de la UE y del FMI a la hora de exigir medidas a los países en
crisis se ha puesto especialmente de manifiesto en el caso chipriota.
Han querido aplicar de forma indiscriminada su fórmula sin tomar en
cuenta lo que son pequeños, medianos o grandes ahorradores. Han sido los
responsables chipriotas los que han tenido que iniciar negociaciones
para tratar de salvar los intereses de los pequeños ahorradores.

3.- La crisis de Chipre no sólo ha terminado con su sector financiero, cuyas
entidades serán muy pronto privatizadas siguiendo el esquema de
subastas que se ha tratado de aplicar en España, sino que concluirá con
la perdida del control por parte del Estado de los yacimientos de gas
que, muy posiblemente, pasarán a control ruso. Será ésta la recompensa
que pida Putín para participar en la salvación financiera de Chipre y
dar facilidades para la devolución de los 2.500 millones de euros que ha
prestado ya. A la hora del reparto del botín es muy fácil ponerse de
acuerdo.

4.- En cualquier caso, esta crisis financiera mantiene
una de las características principales de crisis semejantes ocurridas
en otros países europeos:
la ausencia de responsables. El "contagio
griego" parece querer ocultar cualquier esfuerzo por tratar de
determinar las causas de esta crisis y pedir cuentas a sus responsables.
De la quiebra de unos bancos que pasaron los test del Banco Central
Europeo, de la llegada de ingentes cantidades de dinero ruso atraído por
un impuesto de sociedades de sólo el 10 por ciento, de la quita de la
deuda griega a un coste insostenible para los principales tenedores...
de todo tienen especialmente la culpa los ahorradores chipriotas, al
menos los que decidieron mantener el dinero en el país y no sacarlo a
tiempo para que no fuera confiscado.

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