¿La gran rotación o simplemente un giro?

Los bonos soberanos de la periferia europea, la deuda subordinada financiera y los bonos ligados a la inflación constituyen alternativas interesantes a tener en cuenta de cara a 2013.

2012 fue, sin duda, un gran año para los activos de renta fija. Con retornos en los cupones por encima de lo normal, los fondos de bonos registraron importantes flujos positivos de dinero. Sin embargo, la situación parece haber cambiado ahora. El escenario macro ha mejorado. El crecimiento global permanece débil, pero en el horizonte brilla el potencial de mejora. Siguen existiendo riesgos de caída, pero son menos peligrosos de los que nos enfrentamos el ejercicio anterior.

Todo ello ha dado lugar a un mercado de bonos con rentabilidades poco atractivas que, de hecho, se ha vuelto menores que el dividendo que están pagando las acciones. Ante este nuevo panorama, ¿deben los inversores apartar los bonos de sus carteras? Definitivamente, no. En primer lugar porque los bonos constituyen una importante fuente de diversificación. Los mercados de renta fija son heterogéneos, de ahí que los diferentes bonos ofrezcan perfiles de riesgo/rentabilidad diferente, y que podamos encontrar determinados tipos de bonos que lo están haciendo bien. 

Además, la correlación entre renta fija y variable no es igual para todos los tipos de bonos. El high yield ofrece una correlación con las acciones del 60%, lo que significa que permite capturar el 60% de la rentabilidad cosechada por los mercados bursátiles, pero lo consigue con la mitad de volatilidad. 

Los dos grandes motores de los mercados de crédito son los tipos de interés y el riesgo de crédito. Será en este segundo factor en el que deberán centrarse, en 2013, los inversores, pues es poco probable que veamos subidas de tipos este año, lo que además descarta completamente las posibilidades de que se produzca un mercado bajista. Si se toma por ejemplo el caso americano, y se analizan las rentabilidades conseguidas por los bonos en períodos rolling de 12 meses, el único año en el que el mercado registró rentabilidades negativas fue en 1984, y se debió a un cambio brusco en la política de la Fed, que decidió subir los tipos de forma muy agresiva. Sin embargo, ahora ha dejado muy claro que mantendrá los tipos a los niveles actuales próximos a cero hasta que el desempleo se sitúe al 6,5% y la inflación supere el 2,5%, lo que aleja la posibilidad de cualquier movimiento al alza.

Por tanto, para quienes deseen mantener una parte de su cartera expuesta a renta fija, creemos que los bonos soberanos de la periferia europea, la deuda subordinada financiera y los bonos ligados a la inflación constituyen alternativas interesantes a tener en cuenta de cara al nuevo año.

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