Siempre decisiones tentativas
Pero, ¿realmente hay una solución al Problema Griego que no pase por una nueva quita de deuda? Esto es lo que ha pedido de forma insistente la Directora Gerente del FMI
"Eurozone likely to give tentative go ahead in Tuesday to disburse 44 bn. EUR tranche to Greece , payment to come december 5"; fuentes del Eurogrupo ayer lunes.
Un comentario optimista, no contrastado (el propio Ministro de economía alemán había rechazado unas horas antes que haya acuerdo este martes), pero suficiente para lanzar las bolsas europeas al alza más del 2.5 %. Es más: la especulación también facilitó un mayor optimismo sobre un potencial acuerdo entre republicanos y demócratas en USA, con posturas demostradas algo más flexibles tras la primera reunión el viernes pasado. Como ven, el optimismo es contagioso. O quizás sea el hecho de que estemos ante una sobreventa clara de los índices con los inversores agazapados esperando el momento de entrar en el mercado.
Pero, ¿realmente hay una solución al Problema Griego que no pase por una nueva quita de deuda? Esto es lo que ha pedido de forma insistente la Directora Gerente del FMI apelando a la necesaria credibilidad de la Institución. En los últimos días la hemos escuchado pedir soluciones reales y no rápidas, soluciones definitivas y no temporales. Lo dicho: ajustes y privatizaciones, acompañados por un recorte de la deuda para hacerla más sostenible a medio y largo plazo. Pero, claro, un ajuste de deuda que puede (debe) recaer en el sector público del Euro que en este momento es dueño del 70 % de toda la deuda helena.
Al final, se alcanzará una solución de compromiso (por tanto, también temporal) que mandará el Problema hasta dentro de unos meses o un año como mucho. ¿Y luego qué? Pues a negociarlo de nuevo siempre con el riesgo mayor de forzar al País a abandonar el Euro. Y es una cuestión de precio: el precio a pagar por mantenerlo frente al precio que costaría su abandono. Pero, ¿se puede fijar este último? Si la respuesta, como espero, es negativa no hay mucha opción. Como de hecho no la había en esta ocasión.
Y así llevamos ya cuatro años de Crisis del Euro y uno más desde que estallara la Crisis subprime. Aunque quizás debamos hablar simplemente de Crisis sin concretar sus detonantes. Entre medias hemos vivido situaciones de calma relativa y calma tensa, con periodos de extrema inestabilidad. La Crisis se mantiene: los inversores sueñan con su final, mientras el resto de los agentes económicos la sufren en mayor o menor medida.
Ahora estamos beneficiándonos de un periodo de relativa calma, reducida la tensión en los mercados por la amenaza que supone el OMT del BCE y expectantes, todos, ante la promesa de que se tomarán medidas de mayor integración fiscal y financiera. ¿Cuánto tiempo puede durar esta calma? Tanto como se mantengan las promesas de tomar medidas que realmente supongan la esperada integración. Y que realmente se materialicen. Por cierto, esta relación causa efecto no es mía: la he tomado prestada de un reciente Informe de Moodys publicado el viernes pasado. En la Nota la Agencia de rating dice algo que todos tememos: la debilidad económica puede reducir la disciplina en el cumplimiento de los objetivos de déficit y ajuste de las finanzas públicas; la falta de consenso entre los diferentes gobiernos a la hora de solucionar realmente la Crisis son claras, con el mejor ejemplo en la postura hacia Grecia. ¿Qué resta? Ser disciplinado a nivel nacional en los ajustes, coherente a nivel europeo en lo que significa realmente el Euro; flexible y dispuesto a tomar nuevas medidas expansivas, en el caso del BCE. Pero todo esto no es fácil. De hecho, sólo lo veo factible si el mercado retoma su papel de juez, cuando ahora es sólo parte. Aprovechemos la relativa calma actual antes, quizás en unos meses, de que vuelva a empeorar la situación.