Evolución de una crisis
Hace unos días era el propio Draghi el que recordaba al Gobierno español que la Crisis japonesa se agravó con una mala gestión de la reestructuración del sector financiero japonés.
Hace unos días era el propio Draghi el que recordaba al Gobierno español que la Crisis japonesa se agravó con una mala gestión de la reestructuración del sector financiero japonés. Pero es que las alusiones a la Crisis japonesa ya se han convertido en algo habitual al referirnos a la difícil situación que atraviesa la economía y el sector financiero....europeo.
¿Sólo europeo? Recordemos como Bernanke también se ha referido a la Crisis japonesa como un modelo a evitar. Y el debe saber mucho sobre el tema, siendo uno de los mayores expertos a nivel mundial en la gestión de política monetaria. La Crisis subprime, la Crisis de los mercados, la Crisis financiera y posteriormente económica. Naturalmente, la Crisis de deuda soberana e institucional del Euro....¿estamos hablando siempre de la misma Crisis con diferentes etapas? Esta es la sensación que yo siempre he tenido. Pero otros economistas prefieren más bien considerarlas de forma independiente, aunque es obvio que, teniendo perfiles diferentes, su agravamiento ha encontrado un caldo de cultivo adecuado respectivamente por la Crisis previa. De cualquier forma, es claro como consideradas de forma individual o conjunta presentan semejanzas más allá de los excesos que siempre subyacente en una crisis con la situación japonesa de los noventa.
Piensen en ello: la Crisis japonesa se ha alargado durante más de una década derivada de los ajustes de los desequilibrios de los diferentes agentes y sectores de la sociedad, con las finanzas públicas deteriorándose con fuerza (cíclico y estructural), creciente deuda pública, deflación de bienes y servicios, incluyendo los activos financieros. Terrible escenario que aún produce dudas en Japón, lo que explica la continua presencia del BOJ en los mercados y la economía japonesa. La deflación no está del todo superada, cuando el crecimiento potencial se mantiene cerca del 1.5 %. En definitiva, la economía japonesa se ha estabilizado pero el riesgo no ha desaparecido.
El origen de la Crisis japonesa fue empresarial; ahora son las empresas las que mejor han sabido enfrentarse a la Crisis, sin que ello signifique que han podido superar su principal consecuencia en términos de mayor restricción de financiación. Hay excepciones, como el sector real estate en España. Realmente, si buscáramos un punto en común a la difícil situación actual nos referiríamos al exceso de deuda del sector privado, en especial el de los hogares. Pero su saneamiento, lento ajuste, se lleva por delante la salud del sector público. Sin pretender hacer predicciones, este sería el proceso de acontecimientos pasado, reciente y futuro próximo. Lamentablemente, el propio proceso de ajuste de las finanzas públicas, en muchos casos a través de aumento de los ingresos y en menor parte por recorte de los gastos, agrava el deterioro económico y profundiza el efecto demanda negativo desde el sector privado. Una situación imposible que ha llevado a enfatizar las debilidades estructurales dentro de la zona Euro.
Como ven, las diferencias entre la Crisis japonesa y las que sufren las economías desarrolladas en la actualidad se centran en su origen y también en la forma con que las autoridades se han enfrentado a ellas. Y sin embargo, estamos hablando en el fondo de reestructuraciones de balance de los agentes económicos que ponen de manifiesto la dificultad de acometerlas y al mismo tiempo tratar de combatir su efecto recesivo en la economía. Yo creo que todos ya conscientes de que una situación de este tipo no permite dilatar los ajustes, algo que en Japón llevó a prolongar la Crisis. Más bien enfrentarse a ellos y tratar de que sean lo más rápidos e intensos posible de forma que permitan una recuperación posterior igual de rápida e intensa. Es evidente que sin el sector financiero esto no será posible. En España en concreto, la Crisis de nuestro sector financiero tiene un nombre: sector residencial. Pero también creo que las dudas en el mercado sobre la salud de nuestro sistema financiero ya se han convertido en la propia desconfianza sobre las finanzas públicas y la propia economía española. Esto explica la persistencia con que los analistas internacionales minusvaloran el menor porcentaje relativo con respecto a la media europea de la deuda pública y asumen que la necesidad de capital y/o asistencia de las entidades financieras será finalmente cubierta con dinero público. Pero esto no tiene por qué ser así. En USA descubrimos como la Crisis bancaria se resolvió con un apoyo temporal de dinero público y una elevada transparencia de las entidades que atrajo financiación y capital desde el sector privado. Naturalmente, esto supuso una actuación agresiva en el sector por parte del Gobierno norteamericano cuando en España, en Europa, se ha optado por una aproximación gradual entendible dentro de un proceso de desconfianza por la propia Crisis institucional del Euro. Podríamos decir que estar en el Euro no ha facilitado las cosas, quizás todo lo contrario.
El Gobierno español ha tomado una decisión agresiva adicional el viernes pasado al exigir mayores provisiones para los activos promotor del sector financiero considerados "saludables". Se ha marcado plazos estrictos para su cumplimiento al mismo tiempo que ha decidido que sean apartados del balance de forma obligatoria. Y liquidados, de forma progresiva si no hay ayuda pública o rápida en caso de que sí la tengan. Ha decidido que se valore de forma independiente estos activos en el balance de las entidades, de forma que se eviten suspicacias sobre las entidades. Y todo ello cuando ha pretendido dinamizar el sector residencial a través de reducir el impuesto de transmisiones y mejorando las condiciones de alquiler. ¿Se ha quedado corto? Muchos analistas consideran que para un riesgo promotor de 310 bn unas provisiones de 145 bn ya acumuladas pueden resultar aún escasas. De hecho, dejando al margen el suelo, estamos hablando de un porcentaje de provisiones superior al 30 %. ¿Es poco? Siempre he pensado que es difícil poner un precio a las cosas cuando no hay mercado. O cuando el mercado está sesgado a la baja ante la elevada incertidumbre existente. ¿Cómo poner precio a las cosas en esta situación? Es complicado. Así, al final, hay que cambiar la situación. Y en nuestro caso sigue siendo Europa la que debe hacerlo valorando que las medidas tomadas sean las adecuadas y respaldándolas en el mercado. Espero que así sea.