El realismo no es fatalismo

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y el de la Reserva Federal, Ben Bernanke, formaron ayer un tándem perfecto.[…]

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y el de la Reserva Federal, Ben Bernanke, formaron ayer un tándem perfecto. Tras la publicación de los peores datos inmobiliarios y de confianza de los consumidores de la historia del país, ambos reconocieron que la situación económica es extremadamente delicada. Inyección de realismo en los mercados. Pero el realismo no implica fatalismo. No. Todo lo contrario. Ayer se puso de manifiesto. El presidente de la Reserva Federal confía en que 2010 puede ser el año del inicio de la recuperación, pero sólo si las medidas adoptadas por los distintos poderes económicos del Estado tienen éxito.

Ésta es, de momento, una crisis como las que sufrían nuestros padres, de un par de años o tres. Pero corre el riesgo de convertirse en la más gorda que sufrieron nuestros abuelos, aquélla que sólo pudo solucionarse con una guerra mundial. De la política depende.

Una de las consecuencias más positivas que se pueden derivar de la recesión actual y de su posterior superación tiene que ver, precisamente, con la política, con el papel del Estado en nuestras sociedades. Ambos han estado injustamente desprestigiados en los últimos tiempos. Quizá, desde ese desprestigio, desde su desplazamiento a un tercer plano, desde que los neoliberales comenzaron a hacerse dueños de la situación allá por los últimos años de la década de los setenta, comenzó a fraguarse despacito la crisis que ahora sufrimos.

Pero es con política, con la intervención del Estado, cómo saldremos finalmente de ésta. Hasta los más acendrados liberales lo afirman sin ambages.

Al mercado ayer le gustó ese realismo que reclama acción.

La única crítica que le podríamos hacer a Bernanke es que, entre las medidas a aplicar en estos momentos, haya descartado la nacionalización de los bancos dañados. Los economistas más críticos afirman que un simple exorcismo de los activos malos de las entidades contaminadas no será suficiente. Pero, ahora, al menos, hay debate de ideas. Lección para quienes proclamaban el final de la historia y de las ideologías.

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