¿Es bueno ahorrar o es malo, muy malo?

Hacía mucho que no se oía la consigna. Pero, el secretario de Estado de Economía lo ha dicho alto y[…]

Hacía mucho que no se oía la consigna. Pero, el secretario de Estado de Economía lo ha dicho alto y bien claro: "Es mejor que ahorremos menos y consumamos más". Y el ciudadano vuelve a verse invadido por esa ola de confusión permanente que no le abandona en los últimos tiempos: ¿No nos habían dicho que nuestro problema es que estábamos demasiado endeudados y vivíamos por encima de nuestras posibilidades? ¿No ha sido un problema la baja tasa de ahorro existente en España que nos ha obligado a buscar y depender de los recursos financieros del exterior?

El problema de España, en cuanto al ahorro, es que en apenas dos años hemos pasado de ahorrar un 10 por ciento al 18 por ciento. Ha sido un cambio de una fuerte volatilidad y, como toda transformación convulsa, nada sana. Pero se ha producido de esta forma porque en nuestro país existe un desprecio absoluto al ahorro desde varios lustros, cualquiera que haya sido el color del Gobierno. Ha primado el crecimiento a cualquier precio, la incentivación del consumo, aunque ello pudiera llevarnos a la grave situación que ahora estamos viviendo.

La decidida apuesta hacia el ahorro de los españoles a partir de mediados del 2007 ha sido una reacción a esa falta de una política clara en la que, como el caso de Alemania, se armonice el crecimiento y la necesidad del ahorro. Dice el secretario de Estado de Economía, ante la desconfianza que sigue generando entre los españoles la inversión financiera, que por ello el Gobierno ha quitado los incentivos fiscales a la inversión en vivienda. Se olvida que no hace mucho se incrementaron los tipos sobre las plusvalías de los productos financieros, se cambiaron las condiciones fiscales del ahorro a largo plazo de los planes de pensiones, se ha cambiado mil veces la fiscalidad de los fondos de inversión y, además, ahora se nos dice que ahorremos menos. Y cuando a los españoles se nos sugiere ahorrar menos, nosotros entendemos que el poco dinero que tengamos tras cubrir las necesidades de consumo lo debemos utilizar para invertir en vivienda. Por eso se mantiene tan alta nuestra fidelidad al ladrillo. Y esto no lo entiende el secretario de estado Campa, ni la ministro Salgado, ni el presidente Rodríguez Zapatero.

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