Luis Ángel Rojo, una autoridad por encima de los compromisos políticos

Hace solo unos días había muerto Ángel Madroñero, antiguo director general del Banco de España. Pero la piedra angular de lo mejor que ha tenido nuestro banco central en los tres últimos decenios ha sido, sin duda, Luis Ángel Rojo.

Maestro de economistas, sufrió las consecuencias de una absurda ley que en tiempos de Felipe Gonzalez impidió seguir dando clases a quien ocupaba otro puesto en  la administración. Él advirtió ya entonces que, medidas como esta, solo empobrecería  el panorama universitario español. Y acertó, como acertó en muchas otras cosas.

La revista INVERSIÓN le otorgó de forma muy merecida el Premio al Fomento de la Cultura Económica y Financiera. En la entrega del galardón, el entonces vicepresidente de gobierno, Pedro Solbes, señaló que alguna vez habría que agradecer el hecho de tener a Rojo como gobernador del Banco de España.

En cualquier caso, Rojo ejerció siempre de profesor allí donde estaba. También en el Banco de España, donde le tocó vivir difíciles momentos, como la intervención de Banesto, decisión que adoptó apoyado en Miguel Martin, entonces subgobernador y ahora presidente de la Asociación Española de Banca (AEB). Curiosamente, muy poco antes, Mario Conde le había propuesto ser el responsable de la Fundación de la entidad a cambio de una muy alta retribución. Rojo fue fiel a su compromiso con la administración.

Rojo fue un estudioso de Keynes y sus libros sobre el economista un modelo de divulgación pedagógica. Fue, sin duda, un intelectual, un profesor de profesores, un lujo en un momento en el que la democracia española en su construcción tenia un exceso de referencias políticas. Rojo emergía siempre como una autoridad mas allá de los compromisos políticos de cada uno.

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