Abengoa. Similitudes y diferencias entre los Amodio y TerraMar
El administrador concursal de Abengoa tiene sobre la mesa dos ofertas que cuentan con similitudes clave en común, como el control total de la empresa o el rol de la SEPI, pero también diferencias con los minoritarios como protagonistas
Abengoa parecía caminar hacia la disolución tras anunciar que su plan de refinanciación había fallado, por lo que se declaró en concurso de acreedores. En cambio, pocas semanas después, su administrador concursal, Guillermo Ramos, de Ernst & Young, tiene sobre la mesa dos ofertas por Abenewco1.
Por un lado, la propia compañía de la mano del fondo TerraMar actuó primero con una oferta que en total se eleva hasta los 200 millones de euros, mismo importe que ofrecen los hermanos Amodio que están acompañados por los accionistas minoritarios de Abengoa.
El objetivo final es el mismo: quedarse con el 70% de Abenewco1 si la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) aporta 249 millones de euros a través del Fondo de Apoyo a la Solvencia de Empresas Estratégicas activado por el coronavirus.
La opción de TerraMar
El consejo de administración de la sevillana y TerraMar apuestan por desembolsar 150 millones de euros en préstamos y 50 millones por quedarse con el 70% de la todavía filial donde se aglutina el negocio y los activos valiosos del grupo.
TerraMar haría un primer desembolso de 35 millones para nutrir a la compañía de liquidez en el corto plazo y los 115 millones restantes llegarían una vez se amarren las ayudas públicas. Tras esto, se inyectarían los 50 millones restantes en forma de ampliación de capital para controlar la empresa.
El 30% del accionariado restante quedaría repartido entre los acreedores de Abengoa, por lo que el Estado se quedaría sin una participación significativa en el nuevo grupo pese a que se solicita la intervención de la SEPI y siendo ahora el segundo accionista de Abengoa a través de la Secretaría de Comercio.
La vía de los Amodio
Los hermanos mexicanos Amodio, propietarios de OHL, coinciden con TerraMar en dejar fuera del accionariado al Estado y también en la valoración de la compañía para tomar el 70% de la sociedad con una ampliación de capital.
En total, aportarían 135 millones de euros en préstamos y 65 en instrumentos financieros. Primero, otorgarían 35 millones de euros en préstamos garantizados y 15 millones en bonos convertibles.
Al igual que TerraMar, una vez se queda confirmada la intervención estatal, se inyectarían 100 millones de euros en préstamos y se ejecutaría una ampliación de capital para tomar el control de la empresa.
El papel de Abengoashares
La diferencia sustancial entre ambas ofertas, más allá de los diferentes tramos en los importes y los bonos convertibles, reside en la implicación de la sindicatura de accionistas minoritarios de Abengoa, Abengoashares, que aglutina al 17% del capital social.
Tanto los 15 millones de euros en bonos convertibles como los 50 millones de la ampliación, serían a partes iguales entre los Amodio, que además están asociados con EPI Holding / Ultramar Energy, y la sindicatura.
Así, mientras que la oferta de la multinacional y TerraMar deja fuera a los accionistas de Abengoa, la de los Amodio les ofrece dividir el 70% del control de Abenewco1 a partes iguales entre ellos y Abengoashares, un 35% para cada uno.
Abengoa, vuelta o no a los parqués
Desde la plataforma de los accionistas se insiste en que su objetivo es que la compañía vuelva a cotizar en el Mercado Continuo pues lleva desde el 14 de julio suspendida de cotización, por decisión de la CNMV, dada la situación que atraviesa la sociedad.
En cambio, TerraMar y la dirección de la empresa no tienen la intención de que el valor retome su andadura bursátil. Un hecho que, según esgrimen desde Abengoashares, “es una muestra más de que su objetivo es desmontar la sociedad”.
Estos inversores aseguran que el plan “final” de este grupo estadounidense es “trocear” la compañía hasta “hacerla desaparecer tal y como han hecho en el resto de operaciones en las que han intervenido.
La desaparición de la matriz
Lo que ambas ofertas dan por pérdida es la continuidad de la clásica matriz, Abengoa, que se encuentra en causa de disolución por un pasivo de 153 millones para el que no se ha encontrado solución.
La antigua dirección de la compañía, cuando Gonzalo Urquijo era el presidente, planteó un plan de adhesiones a de créditos participativos para los proveedores. La estrategia fracasó, pues solo un 14% se sumaron a ellos.
Además, la justicia suspendió la junta extraordinaria de accionistas convocada por Abengoashares para aupar a su candidato, Clemente Fernández, como nuevo presidente. Fernández, expresidente de Amper, recurrió el auto y la justicia se lo tumbó. Por tanto, los votos emitidos, que según la sindicatura llegaban al 20% del capital, no son ya válidos
¿Qué hará el Gobierno?
La pelota, además de estar en el tejado del administrador concursal, la tiene la Moncloa. Concretamente los ministerios de Economía, Industria y Hacienda que, hasta la fecha, siempre mostraron su negativa de entrar en el rescate. Al igual que lo hizo la Junta de Andalucía.
Urquijo ya acudió a la SEPI y esta le negó la ayuda y, ahora, la nueva dirección, capitaneada por Juan Pablo López-Bravo, sigue pidiendo al ICO y CESCE, dependientes de Economía e Industria respectivamente, 230 millones de euros en créditos al primero y 300 millones de euros en avales al segundo.
Los Amodio, a través de su grupo Caabsa con el que controlan OHL, también buscarán la ayuda de estos dos organismos, aunque no han fijado las cantidades. Y el caso es que ambas ofertas dejan fuera la Junta de Andalucía tras su innumerables negativas a aportar 20 millones de euros.
Dicho montante fue calificado por Abengoa como indispensable para salvar el rescate y es uno de los motivos que esgrimió para dar por fracasada la reestructuración. Así, con los ojos fuera de Sevilla y puestos en Madrid, toca espera al Gobierno.
Un Gobierno que debe valorar, en caso de querer rescatar la empresa, cuál de las dos es más segura para sus intereses y para salvaguardar su inyección en una empresa en la que sigue pillado dentro de su accionariado y sin visos de recuperar ayudas anteriores.