Controlar las emociones, el primer paso para invertir con éxito
El cuarto foro del ciclo ‘El ahorro después del coronavirus’ profundizó en la importancia que tienen las emociones en el proceso de inversión y en la necesidad de controlarlas en momentos de crisis como el actual.
Al ser humano le mueven las emociones y hacen tome decisiones erróneas influido por ellas. Esto es muy frecuente en el proceso de inversión, en el que hay tipificados 128 sesgos cognitivos que pueden nublar la visión del inversor al operar y resultar contraproducentes para sus carteras. Por ello, controlar las emociones e identificar qué sesgo pesa más en cada uno es esencial para obtener rentabilidad.
Esta fue una de las conclusiones del cuarto y último foro del ciclo ‘El ahorro después del coronavirus’, que se celebró online organizado por la revista INVERSIÓN y patrocinado por Schroders y Banco Mediolanum en colaboración con EFPA España (www.efpa.es).
El foro celebrado ayer bajo el título ‘Mercados y emociones’ estuvo moderado por Josep Codina, analista de la revista INVERSIÓN y de la web FINANZAS.CON y consejero de Ginvest, y en él participaron Inés del Molino, directora de cuentas de Schroders, y Luca Lazzarini, responsable de comunicación comercial de Banco Mediolanum.
Inés del Molino abrió el foro asegurando que los seres humanos somos más emocionales que racionales, lo que hace que en momentos críticos como el actual nos dejemos llevar por las emociones y no tomemos las mejores decisiones inversoras.
Para evitarlo, controlarlas es la solución, pero no es fácil, ya que, según la directora de cuentas, en el proceso de inversión pueden intervenir hasta 128 sesgos cognitivos que inducen a cometer errores, por ello “es esencial que cada inversor identifique el sesgo que más le afecta para protegerse de él con ayuda de su asesor financiero”.
Señaló que según un estudio realizado por Schroders, los principales sesgos que afectan al inversor español son los de exceso de confianza y la aversión al riesgo.
También Luca Lazzarini considera que las emociones son esenciales al invertir, pero “muchos inversores no las tienen en cuenta, lo que los lleva a cometer errores”.
Puso como ejemplo el fondo Magellan Fund gestionado por Peter Lynch, que durante 13 años obtuvo una rentabilidad media del 29% y llegó a gestionar 13.000 millones de dólares batiendo al Dow Jones. No obstante, “el 50% de los inversores perdieron dinero porque entraron en momentos de euforia y salieron del fondo en el momento de comprar al dejarse llevar por sus emociones”.
Otro ejemplo de las malas jugadas que hacen los sesgos cognitivos fue, a su juicio, lo que ocurrió con el fondo de inversión italiano Anima Fondo Trading, que entre 2000 y 2010 fue el mejor fondo de renta variable internacional con una rentabilidad media del 11% durante 10 años, pero el 80% de sus inversores no consiguieron esta rentabilidad.
“Estos casos demuestran que es fundamental saber gestionar los sesgos cognitivos porque el producto es importante, pero no lo es todo” afirmó.
La clave: mantener la calma
Para no dejarse llevar por las emociones es esencial, según el directivo de Banco Mediolanum, que el inversor con ayuda de su asesor financiero diseñen un objetivo de inversión y le sea fiel durante el plazo de inversión establecido.
Si se sale antes impulsado por el miedo a soportar pérdidas puede pasarle lo que les ocurrió a finales de 2018 a muchos inversores que ante la caída de los mercados se asustaron, deshicieron posiciones y no pudieron beneficiarse de la remontada de los mercados en los primeros meses de 2019.
“Es fundamental que se respeten los tiempos y se creen las expectativas correctas porque a menudo la reacción del cliente viene dada por la decepción, porque esperaba una cosa que no obtiene”, dijo.
El sesgo de arrastre
Muchas ventas a destiempo se producen por el sesgo del arrastre, señala Inés del Molino. “El inversor imita lo que hacen otros y esto es un error”, y puso como ejemplo lo que ocurrió cuando se conoció el resultado del referéndum sobre el Brexit.
“Se produjo tal pánico e incertidumbre que muchos inversores modificaron sus perspectivas de inversión a largo plazo, deshicieron posiciones y no pudieron aprovechar las subidas posteriores”.
Por ello aconsejó que en momentos de incertidumbre “es mejor mantener la calma, estarse quieto y analizar la situación para después reaccionar. Hay que ver hacia donde se dirige un movimiento y si está justificada esa corrección”.
Añadió que en estas situaciones el efecto manada nos hace sobrerreaccionar y es ahí donde el asesor financiero debe transmitir calma a sus clientes “para que aguanten y cuando posean más amplitud de miras tomen decisiones”.
Luca Lazzarini señaló que otro de los sesgos que hace más daño a las inversiones de los españoles es la aversión al riesgo.
Esta hace que muchas familias tengan sus ahorros en cuentas y depósitos que no dan nada de rentabilidad. “Creen que así no pierden dinero, pero se equivocan. En cualquier inversión puedes ganar o perder, pero en los depósitos ahora pierden debido a su nula rentabilidad y al efecto de la inflación, pero los ahorradores no lo ven así”.
La única certeza
Reconoció que el riesgo existe porque nunca se sabe qué va a pasar en los mercados y apuntó que la única certeza que hay en el sector financiero es “el crecimiento de la economía a largo plazo, porque si anclo mis inversiones al crecimiento mundial no tengo riesgo. La economía a largo plazo crece siempre que se hable de mercado mundial diversificado”.
Lazzarini también considera esencial personalizar la inversión de los ahorradores porque cada uno tiene objetivos y sesgos distintos: “Si te da miedo invertir en bolsa no inviertas”.
No obstante, reconoció que estos miedos se pueden gestionar con ayuda de un asesor y van desapareciendo a medida que aumentan los conocimientos financieros del inversor. “El asesor financiero debe ayudar a su cliente a formarse porque un cliente bien formado es más fácil de asesorar”.
Además, tiene la responsabilidad de “crear correctas expectativas para sus clientes, plantearles todos los escenarios posibles que pueden darse en los mercados y hacerles ver que una caída puede ser una oportunidad y no un problema”, aseguró.
Infoxicación
El exceso de información es otro enemigo de los inversores, a juicio de Inés del Molino, ya que “los confunde y los lleva a tomar decisiones equivocadas” porque “no son capaces de digerir tanta información ni cuantificar la que le llega a través de los medios de comunicación, de las redes sociales o de sus cuñados”. Y aquí, una vez más, la figura del asesor financiero es esencial para ayudarle a separar el grano de la paja.
“Se tiene que sentar con el cliente y hablar de sus objetivos, de lo que quiere conseguir con sus ahorros y del horizonte temporal en que quiere hacerlo. El asesor debe llervale de la mano, ayudarle a analizar la información que le llega y ver cómo le afecta”, aseguró Del Molino.
También Luca Lazzarini cree que ahora los inversores están sufriendo una infoxicación, una sobrecarga de información que les impide tomar las mejores decisiones, y para conseguirlo “el asesor tiene que estar a su lado por eso desde que se ha iniciado la pandemia el contacto con nuestros clientes se ha multiplicado”.
El calor humano
En este escenario, donde el cara a cara se valora más, ha perdido importancia la gestión automatizada de las inversiones, señala el directivo de Banco Mediolanum.
“El robo advisor funciona bien cuando el mercado sube, pero cuando baja tiene fuertes limitaciones porque una máquina no puede contrarrestar las emociones de los inversores. Esto solo puede conseguirse con la ayuda de otro ser humano que también las sienta”.
Reconoció que los asesores no son infalibles y también sienten emociones al gestionar su propio dinero, por ello para evitar cometer errores él cuenta con un asesor.
“No puedes ser frío respecto a tu dinero porque hay demasiadas emociones en juego que te influyen”, señaló. En concreto hay catalogadas 500.
Inés del Molino cerro el foro dando el único consejo que, según ella, dan desde Schroders a los inversores para tener éxito con sus carteras: que busquen un asesor financiero cualificado y que confíen en él.