Renta vitalicia: Cómo exprimir el patrimonio de cara a la jubilación

En apenas tres años, las rentas vitalicias aseguradas han conquistado el corazón de muchos inversores conservadores. En concreto, 22.144 personas[…]

En apenas tres años, las rentas vitalicias aseguradas han conquistado el corazón de muchos inversores conservadores. En concreto, 22.144 personas se han acogido a esta fórmula, lo que supone un incremento del 140 por ciento interanual, y gestionan 1.977 millones de euros, un 74 por ciento más, según los datos facilitados por Unespa para el mes de junio. Este producto nació con la reforma fiscal de 2015 y permitía transformar en una renta el dinero obtenido con la venta de parte de su patrimonio (por ejemplo una vivienda, un fondo de inversión, acciones o una licencia de taxi) con la ventaja fiscal de no tributar por las plusvalías generadas. Para poder acogerse a esta fórmula se debían cumplir una serie de requisitos: como tener más de 65 años, un importe máximo exento de 240.000 euros y constituirse la renta en los seis meses posteriores a la venta. Carlos Esquivias, gerente de la comisión de vida y pensiones de Unespa, destaca el importante ahorro fiscal que suponen estos productos: «Si una persona vende su casa en la playa que le costó 90.000 euros por 240.000 euros, y destina ese importe en constituir una renta vitalicia asegurada, la ganancia patrimonial de 150.000 euros quedará exenta. En este caso concreto, de no haberlo hecho habría tenido que pagar en impuestos 33.380 euros».

Paula Satrústegui, directora de planificación de Abante Asesores, explica las tres razones por las que estos productos están teniendo éxito: «Primero, la subida del precio de la vivienda, con lo cual venderla implica pagar plusvalía y la única forma de evitarlo es acogiéndose a esta fórmula». La segunda, prosigue Satrústegui, en el entorno de tipos cero, tanto la renta fija como los productos de rentas monetarios no ofrecen rentabilidades razonables. «Hay que asumir más riesgo a medio y largo plazo como puede ser la renta variable, pero eso implica que a corto plazo se puede tener altibajos» y, por último, prosigue la experta «la incertidumbre de cuánto tiempo vamos a vivir, por lo que da cierta tranquilidad a los inversores tener esa renta que complete la pensión mientras vivamos».

Paula Mercado, directora de análisis de VDOS, cree que uno de los motivos por los que se está popularizando este tipo de inversiones es «la longevidad». «Si la pensión de jubilación no cubre todos los gastos puede resultar muy útil disponer de ingresos con regularidad a partir de rentas vitalicias», analiza. 

Este es el mismo objetivo que muchos inversores tienen al invertir en vivienda para alquilar, prosigue Mercado, «por lo que una subida de precios en el sector inmobiliario podría favorecer un mayor flujo inversor hacia rentas vitalicias que cuentan, además, con importantes ventajas fiscales». De la misma opinión es Álvaro Castillo del Carpio, director de desarrollo de negocio de Mapfre Vida, que indica que estos productos permiten dar respuesta a dos problemas a los que se enfrenta la sociedad española. «Por un lado, la longevidad creciente de la población y, por otro, la necesidad de tener garantizados un nivel de gasto, en muchas ocasiones ligados a conceptos de dependencia».

La fiscalidad de la propia renta también es un elemento que juega a su favor, aunque fundamentalmente si el inversor tiene más de 70 años puesto que la tributación de estos seguros, reducción de las plusvalías aparte, es decreciente según la edad, comenta Castillo del Carpio. De modo que de los 50 a los 59 años tributa un 28 por ciento del capital del seguro como renta; de los 60 a los 65 tributa por un 24 por ciento del capital; de los 66 a los 69 tributa por un 20 por ciento del capital y, bruscamente, a partir de los 70 la tributación fiscal baja al 8 por ciento. 

Esquivias también ejemplifica este ahorro: «Suponiendo que se cobre una renta vitalicia mensual de 1.000 euros, sólo se integraría como renta del ahorro el 8 por ciento a partir de 70 años, es decir, que serían 80 euros al mes los que tendrían que someterse a una retención del 19 por ciento, lo que arrojaría 984,80 euros de renta libre de impuestos». 

A la hora de contratar este tipo de productos, el directivo de Mapfre aconseja tener en cuenta que aunque «estos productos tienen un valor de rescate y, por lo tanto, gozan de liquidez, el beneficiario debe considerar que es una solución vitalicia para sus ahorros, por lo tanto, debe determinar y cuantificar qué parte del ahorro se va a destinar a este tipo de soluciones». Por este motivo, Esquivias recomienda al cliente que «se informe antes de contratarlo el importe que percibirá en caso de necesitar recuperar el dinero anticipadamente y de si, en caso de que necesite recuperar el dinero, puede anotar pérdidas sobre las aportaciones realizadas como consecuencia del rescate anticipado».

Otro aspecto que puede preocupar a quién contrate la renta es qué pasará con el capital una vez fallezca. Al respecto, Esquivias insiste en la gran flexibilidad que aportan estos productos para el asegurado puesto que se puede contratar una renta vitalicia en la que, en caso de fallecimiento, los hijos perciban la totalidad o una parte importante del capital invertido a través de un contraseguro, aunque en este caso «la renta vitalicia que se reciba será menor dado que está mutualizando menos su riesgo de longevidad que otros clientes. En caso contrario, la renta sería mayor». Aunque entre estas dos opciones se abren un abanico mucho más amplio como la posibilidad de contratarlo y que lo perciban dos personas, por lo que en caso de fallecimiento de una de ellas, la otra lo seguiría percibiendo en igualdad de condiciones, lo que sería una opción para parejas de edad avanzada.

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En cuanto al capital mínimo para constituir la renta vitalicia, según un estudio de Asesores Financieros Internacionales (Afi) y Unespa, bastarían 63.000 euros para compensar la pérdida de poder adquisitivo de quienes se jubilen ahora con 67 años, ya que con este capital se asegurarían unos ingresos mensuales fijos de 380 euros, poco más de los 350 euros mensuales que dejarían de percibir tras la jubilación y como consecuencia de las últimas reformas.

Pero...

Pero no todo son ventajas, como destaca Satrústegui y es que el entorno de tipos cero que impulsa su comercialización también constituye un obstáculo para las rentas vitalicias puesto que las rentabilidades que ofrecen «son relativamente bajas», advierte Satrústegui y recomienda hacer números para saber si «la rentabilidad que dejamos de percibir en otros productos es menor que el ahorro fiscal al que nos acogemos». Para evitar esto, algunas entidades invierten el mayor peso del capital en productos conservadores y dedican un pequeño porcentaje a renta variable, lo que les permite ofrecer rendimientos más atractivos.
Desde Unespa se insiste en que se está contratando un seguro de vida ahorro y no otro tipo de producto, como puede ser un depósito bancario, por lo que no estaría bajo el paraguas del Fondo de Garantía de Depósitos.

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