¿Qué estrategia hay que adoptar con los fondos de países emergentes?

El castigo que sufren estos mercados se ha recrudecido este verano, con Turquía y Argentina en el ojo del huracán

Los mercados emergentes se han convertido en los protagonistas de la actualidad financiera del verano, muy a su pesar. El desplome de la lira turca y la enésima crisis en Argentina han sido los últimos capítulos de una deriva que comenzó bastante antes cuando los principales bancos centrales de Occidente iniciaron el proceso para normalizar las políticas monetarias emprendidas durante la crisis financiera. Por un lado, el drenaje de las masivas cantidades de liquidez que habían inyectado en el sistema produjo una retirada de flujos de esos mercados. Por el otro, las subidas de tipos (especialmente en Estados Unidos) incrementaron la rentabilidad de la deuda americana, restando atractivo a los activos de riesgo. Por último, la revalorización del dólar perjudicó a la deuda emergente emitida en esa divisa y redundó en una devaluación de las divisas locales, referenciadas al billete verde. Un cóctel explosivo al que se suman «un enfriamiento del crecimiento», los «temas idiosincráticos» de cada país y las tensiones comerciales, que también han dejado su impronta «debido a la sensibilidad de estas economías al comercio mundial», según explica Anna Stupnytska, economista global de Fidelity. 

¿Continuará el castigo?

Y no parece que el castigo haya tocado fondo, según esta experta: «El retiro de liquidez por parte de los bancos centrales del G3 es el problema más pertinente para todos los mercados en la actualidad y hay pocas probabilidades de que este viento en contra varíe su rumbo en el corto plazo, pues para que esto ocurriera la situación tendría que empeorar mucho y provocar una contracción drástica de las condiciones financieras globales. Pero es un escenario poco probable, por ahora». Carlos Farrás, socio director de DPM Finanzas EAFI, está de acuerdo con Stupnytska: «Es difícil de predecir en qué momento han podido tocar fondo los períodos de miedo como el actual. La realidad es que, mientras las divisas no se estabilicen y el dólar siga apreciándose, es poco probable que los mercados toquen fondo. Solo una actuación global de los bancos centrales podría ayudar al mercado en el corto plazo o una relajación de la política de subida de tipos de interés en Estados Unidos, algo que parece poco probable con el recalentamiento de su economía», dice. Por ello, Farrás no cree que «los inversores se lancen velozmente a incrementar el riesgo en los emergentes en el corto plazo, hasta que no vean una mayor calma y estabilización». Como mínimo, esperarán a ver cómo reacciona China al incremento de aranceles de Estados Unidos, añade este experto. 

Entonces, ¿hay que salir corriendo de todo lo que huela a emergente? Leonardo Fernández, director del canal intermediario de Schroders, cree que hay que evitar salir por completo de estos activos: «Los emergentes son una parte importante del crecimiento a nivel mundial y, por tanto, en una cartera diversificada siempre hay que tener emergentes. El peso dependerá del perfil de cada cliente. Ahora, sobre la cuestión de si hay que aumentar o reducir el peso de emergentes, ésa es la pregunta del millón». Para llegar a una conclusión sobre esta cuestión, este experto explica que la situación de los mercados emergentes, a nivel global, no es mala: «Si solo atendemos a los fundamentales, quitando el riesgo geopolítico, sí que creemos que están más baratos que los mercados a nivel global y un poco más baratos que su media histórica. Con lo cual, eso son medidas que te hacen poner en valor que sí tienen perspectivas positivas». Fernández también recuerda que los emergentes han sufrido sendas crisis en 2014 y 2015, por lo que se encuentran en una parte menos madura del ciclo que los mercados desarrollados, que llevan una senda de crecimiento larguísima. «En ese sentido, están mejor protegidos que otros países», asevera. Roger Merz y Thomas Schaffner, de Vontobel AM son aún más optimistas: «El descuento de los emergentes con respecto a los desarrollados ha subido en los dos últimos meses hasta más de un 36%, aproximándose a los mínimos de un 40% de principios de 2016. Estas bajas valoraciones pueden estar indicando una señal de rebote. Al menos, es lo que nos dice la historia. Además, no se debe olvidar que, en el largo plazo, las previsiones para los emergentes siguen siendo atractivas cuando se comparan con los mercados desarrollados». Thomas Rutz, de MainFirst, comparte esa visión optimista: «Las empresas de mercados emergentes siguen ofreciendo oportunidades interesantes y, desde julio, los flujos de entrada están regresando». 

Sin embargo, Fernández recuerda que el sentimiento inversor está pesando negativamente en estos activos y constituye una incógnita de cara al futuro: «Son mercados que tienen más potencial a largo plazo pero también más riesgo. Un riesgo que viene del país, de que vaya bien su situación macroeconómica, pero también del sentimiento que haya hacia esos mercados. Y una prueba de eso la estamos viendo este año, cuando vemos que los fundamentales no han cambiado mucho a nivel general (y a medio y largo plazo creemos que son positivos) pero, sin embargo, el sentimiento se ha vuelto negativo y ha hecho que las pérdidas en emergentes a nivel global hayan sido más abultadas de lo esperado».

Fondos flexibles

Entonces, ¿qué postura debe adoptar el inversor en fondos dentro de este contexto de incertidumbres? La mayoría de expertos recomiendan invertir en fondos muy flexibles, que permitan a los gestores actuar con agilidad y adoptar las decisiones necesarias para navegar en aguas turbulentas. «Es mejor optar por fondos emergentes globales flexibles que generan alpha de manera recurrente, puedan invertir en diferentes áreas geográficas y con una búsqueda de activos de valor», opina Farrás. Fernández coincide con esta opinión: «Hay que dejar al gestor, que es el que está en contacto con el mercado, que tome la decisión por nosotros. Ahí el gestor se puede poner más defensivo o más agresivo si ve las cosas muy positivas».

Esa flexibilidad también tiene que llegar a los tipos de activo y al criterio geográfico pues no todos los países se encuentran en la misma situación. Este verano, por ejemplo, «ha habido problemas en Turquía, Argentina y Rusia (situados en continentes distintos). Por eso, nos irá mejor si tenemos un enfoque global y dejamos a los gestores posicionarse donde vean más oportunidades», insiste Fernández. En cuanto a países concretos, escrutinio especial merece Turquía a juicio de Stupnytska, pues se trata de un lugar acosado por la debacle de su moneda local, que «hay que seguir de cerca para vigilar riesgos de contagio a otros mercados emergentes».

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