Polonia, bastión contra el aborto
Mientras el resto de Europa progresa en la liberalización del aborto, Polonia recorre el camino contrario y su parlamento trabaja[…]
Mientras el resto de Europa progresa en la liberalización del aborto, Polonia recorre el camino contrario y su parlamento trabaja en un endurecimiento de la ley que está dando lugar a multitudinarias protestas. Polonia cuenta ya con una de las normativas de aborto más restrictivas del mundo, de forma que solo es posible abortar en los supuestos de violación o incesto, peligro para la vida de la madre a causa del embarazo o un diagnóstico de enfermedad grave o anomalías severas del feto. A principios de este año, sin embargo, el parlamento comenzó a estudiar un nuevo proyecto de ley para restringir interrupción voluntaria del embarazo, de modo que quede suprimido el tercer supuesto. Una comisión parlamentaria responde así a la iniciativa popular Stop Aborcja, que reunió las 450.000 firmas necesarias para revisar la ley vigente y someter a votación de la cámara la supresión del caso en que el feto presente malformaciones o enfermedad irreversible. Tras el trabajo de esta comisión, el proyecto se someterá a la votación del pleno, salvo que antes sea desestimado.
«En mi primer embarazo, mi hijo fue diagnosticado de malformación cardiaca», relata Ana Godek, una de las impulsoras de la campaña que, afirma, recogió en total más de 800.000 firmas, «me aconsejaron inmediatamente abortar y me escandalicé. ¿Cómo, en pleno siglo XXI, se puede estigmatizar a un ser humano incluso antes de nacer por el hecho de sufrir una enfermedad o de ser diferente? Para mí eso es asesinato y es barbarie».
Según cifras oficiales, alrededor de mil abortos son practicados cada año en este país, pero de acuerdo los datos de la Federación de Mujeres y Planificación Familiar, la organización de derechos reproductivos más antigua de Polonia, más de 150.000 mujeres se realizan abortos en la clandestinidad cada año. «Una mujer como yo, que haya abortado, no puede aquí hablar de ello, ni siquiera a su familia, debe ocultarlo como si fuera un crimen, es un tabú incluso en la propia casa», denuncia Justyna Wydrzynska, que en pleno divorcio y ya con tres hijos a su cargo consideró que no podía con un embarazo más. Su caso es ahora presentado como ejemplo por las plataformas feministas que convocan semanalmente manifestaciones en diversas ciudades polacas contra el endurecimiento de la ley. Justyna no da detalles sobre su aborto, pero es un secreto a voces que estas plataformas están conectadas con organizaciones no gubernamentales que operan en Alemania, a solo unas horas en coche, y que facilitan el aborto a las mujeres polacas que acuden a ellas.
«Son mujeres de todas las edades y condiciones sociales, la mayoría de ellas ya han tenido hijos, y nosotros les proporcionamos un aborto sanitariamente seguro y atendido por personal cualificado», explica Alecsandra, una de las aproximadamente 15 personas que trabajan en la organización Ciocia Basia (Tía Basia), en Berlín, con la que las mujeres polacas contactan sencillamente a través de Facebook. La organización ofrece ayuda práctica tanto en el ámbito logístico (traducción, contacto con médicos, alojamiento en caso de que sea necesario), como en el financiero. En Alemania, un aborto médico inducido a través de medicamentos cuesta 340 euros; uno quirúrgico con operación, 470. «No tenemos recursos para pagar todos los casos y todo el tratamiento, pero nos ocupamos de varios todas las semanas», sigue explicando, «para ellas no hay otra opción porque en Polonia no pueden comprar anticonceptivos, solo se veden con receta y los médicos pueden negarse a recetarlos por convicciones católicas».
También hay activos foros desde Londres, como Masz Wybor (Tienes Opción), un foro online en polaco que desde 2006 ofrece información sobre medicación para abortar que puede conseguirse a través de internet y que envía a domicilio paquetes con medicamentos abortivos a Polonia burlando así el control dentro del país. Estas mismas organizaciones exteriores fomentan las denominadas «manifestaciones negras», el color de la ropa de los manifestantes abortistas que semana tras semana salen a la calle pidiendo la liberalización total y que poco a poco se convierten en una piedra en el zapato para el gobierno conservador nacionalista del partido Ley y Justicia (PiS), liderado por Polonia, Jaroslaw Kaczynski, que defiende el endurecimiento de la ley alegando que, en caso de grave malformación del feto, incluso cuando se sabe que el bebé morirá al nacer, «al menos el niño pueda ser bautizado, enterrado y tener un nombre».