"La guerra comercial es el mayor factor de riesgo para los mercados emergentes"

La guerra comercial que se puede declarar entre Estados Unidos y China tras la tregua de tres meses que se han dado ambos países supone «el mayor factor global de riesgo para los mercados emergentes y para el crecimiento mundial», aseguró Sonsoles Castillo, economista jefe de Mercados Financieros Globales en BBVA Research, en la entrevista que concedió a Alejandro Ramírez, director de INVERSIÓN & finanzas.com, en el evento 'Mercados Emergentes: ¿De la incertidumbre a la oportunidad?', celebrado en la sede de Vocento.

La guerra comercial que se puede declarar entre Estados Unidos y China tras la tregua de tres meses que se han dado ambos países supone «el mayor factor global de riesgo para los mercados emergentes y para el crecimiento mundial», aseguró Sonsoles Castillo, economista jefe de Mercados Financieros Globales en BBVA Research, en la entrevista que concedió a Alejandro Ramírez, director de INVERSIÓN & finanzas.com, en el evento 'Mercados Emergentes: ¿De la incertidumbre a la oportunidad?', celebrado en la sede de Vocento.

Los episodios de turbulencias vividos este año en los mercados emergentes, ¿cómo se pueden calificar, de tensiones puntuales o han sido un indicador temprano de otros problemas más graves que están por venir? 

Hay que tener en cuenta el punto de partida de 2017, que fue un año de extraordinaria bonanza para los mercados emergentes debido a un entorno con un elevado apetito por el riesgo y a que las condiciones de financiación eran bastante acomodaticias, de hecho, ese año disfrutaron los mercados de abundante liquidez. La combinación de estos factores en un ciclo económico en crecimiento propició un entorno ideal para que los inversores entraran en los mercados emergentes. Esa situación no se ha repetido en 2018 por miedo a que los bancos centrales retiraran liquidez en los mercados y a que EE.UU. subiera los tipos de interés, como así ha hecho. El punto de partida ha sido importante porque teníamos excesiva acumulación en algunos mercados y conforme la Fed fue elevando los tipos de interés y se inició la guerra comercial aumentó la volatilidad, y en un entorno así los emergentes han sufrido. Sobre las turbulencias de 2018 en los emergentes cabe calificarlas de corrección, no de crisis sistémica. Ha sido un ajuste ordenado. También se ha producido una diferenciación clara entre unos países emergentes y otros. Los que más han sufrido han sido los más vulnerables a la financiación externa como Turquía y Argentina.

Que el epicentro de las turbulencias estuviera en Argentina y Turquía, ¿lleva a pensar que estamos ante un problema de países concretos? 

Turquía y Argentina eran, por su dependencia de financiación externa, los emergentes que más podrían sufrir, y así pasó. Hemos visto, en términos generales, salidas de flujos de capitales de los mercados emergentes e importantes depreciaciones de divisas, pero estas las consideramos naturales.

Hablando de Turquía, se ha llegado a comparar la situación de la lira turca con la corona islandesa, que colapsó a principios de la crisis financiera. ¿Es exagerada esta comparación o hay que ser cautos con la evolución de la divisa turca? 

La comparación es exagerada. La crisis en Islandia se produjo en un entorno en el que era difícil acotar qué impacto podía tener la crisis de las subprime de Estados Unidos en el sistema bancario global. En el caso de Turquía se trataba de una economía que dependía del ahorro externo para financiar sus tasas de crecimiento. Ahora el país se encuentra en una situación de normalidad porque se adoptaron medidas para resolver el problema, como las subidas de tipos de interés, que tuvieron que ser agresivas para conseguir la confianza de los inversores, y demostrar la independencia de su banco central. La situación se ha empezado a corregir y las tensiones en la lira turca se están moderando, pero hay que estar atentos para que estas medidas de política monetaria perseveren, ya que un cambio podría provocar tensiones que afecten a la divisa.

En cualquier caso, ¿los países emergentes son ahora más fuertes que antes de la crisis? ¿Están más preparados para soportar tensiones? 

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Los emergentes están, en general, mejor preparados para afrontar turbulencias en los mercados financieros porque se han beneficiando de un entorno de abundante liquidez en los mercados. En caso de que se produzcan nuevas tensiones, los fundamentales en estos países son importantes y el tipo de políticas que se aplican para afrontar estas tensiones también lo son. En general, cuando se mira con una perspectiva a largo plazo, los emergentes han aprendido del pasado y tienen mejores fundamentales, pero hay que analizarlos por países. Algunos están acumulando deuda pública a ritmos importantes y otros están acumulando deuda corporativa, por lo que hay que seguirlos de cerca.

¿Son comparables las tensiones de China de 2015 y 2016 con las que han sufrido este año los emergentes? 

Hay similitudes y diferencias. Una similitud es que los desencadenantes hay que buscarlos en factores globales. La economía está interconectada y cualquier problema que venga de los mercados internacionales afecta a los emergentes. La diferencia es que los episodios en China fueron movimientos muy abruptos y tuvieron un impacto rápido e intenso que generó un movimiento de capitales muy importante pero el episodio duró poco porque las autoridades tomaron medidas para estabilizar el crecimiento del país. Los episodios de este año han estado desencadenados por unas condiciones de financiación menos laxas y el movimiento ha sido menos intenso pero más duradero. Están siendo muy persistentes las salidas de flujos de capitales de los mercados emergentes y los inversores están cautos con estos mercados.

Todo el mundo sabía las consecuencias que iba a tener la retirada de los estímulos monetarios de los bancos centrales. ¿Se puede gestionar de alguna manera este final sin que su impacto sea tan negativo? 

La mejor carta de presentación de los mercados emergentes es tener buenos fundamentales y para ello es necesario mejorar el déficit, tener bancos centrales independientes y si suben los tipos de interés que sean lo suficientemente atractivos para que los inversores entren en esos mercados.

La guerra comercial de Trump, ¿qué papel puede jugar como elemento desestabilizador en este proceso? 

Este es el factor global de riesgo más importante para cualquier economía, no solo para las emergentes, y para el crecimiento mundial en general. Ha generado mucha incertidumbre en 2018 y cabe pensar que continuará en 2019. En la última reunión del G20 se firmó una tregua de tres meses entre EE.UU. y China para reevaluar la cuestión arancelaria, pero sigue siendo el principal factor de riesgo que hay ahora en los mercados, puede truncar el comercio y frenar el crecimiento mundial. También puede generar una gran presión en la economía china que está en proceso de ajuste. Este es un factor de riesgo clave para 2019.

¿Cuáles son vuestras perspectivas de crecimiento para 2019 en los mercados emergentes? ¿En qué áreas veis los crecimientos más sólidos? 

Es complicado porque hay que tener claro cuál va a ser el entorno de crecimiento global y hay algunos interrogantes como qué va a pasar con la guerra comercial y con la subida de tipos en EE.UU, pensamos que la Fed puede hacer una subida más. Estas dos cuestiones van a marcar lo que pasará en el entorno global. La tercera interrogante que hay que contestar es qué va a pasar con el apetito por el riesgo de los inversores, puede que en 2019 se contenga mientras no se disipen estas incertidumbres. Asimismo, hay países que presentan una mayor vulnerabilidad, como algunos del Este de Europa. Respecto a América Latina, Colombia y Perú poseen unos fundamentales muy sólidos, igual que ciertos países asiáticos que hay que vigilar porque sus tasas de crecimientos son muy potentes.

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