Gracias, señor Torra

Nunca agradeceremos lo suficiente a don Quim Torra el favor que nos ha hecho mostrando la verdadera cara del independentismo[…]

Nunca agradeceremos lo suficiente a don Quim Torra el favor que nos ha hecho mostrando la verdadera cara del independentismo catalán. Un nacionalismo que venía presumiendo de pacífico, razonable, culto, abierto, democrático y europeísta, como son la mayoría de los catalanes, pero que esconde en sus entrañas una vena supremacista, irracional y violenta, como todos los nacionalismos, que a fin de cuentas son los herederos de las más primitivas religiones. Una vena camuflada, pero que ya apuntaba en Pujol al hablar desdeñosamente de los andaluces (eufemismo de los españoles), y montada en un relato histórico-económico-cultural falso de principio a fin. Cataluña nunca fue un reino -formó parte de Aragón hasta la unión con Castilla-, sus instituciones democráticas no fueron anteriores a las de otros reinos cristianos. Su desarrollo económico comenzó a partir del permiso de comerciar con las Indias, y sus logros en artes y letras no son mayores que los del resto de España, como indica el intento de apropiarse de sus nombres más ilustres. En cuanto a su carácter pacífico, basta recordar su alzamiento contra la Segunda República, que tan mal le salió, por no hablar del de 1640, que salió peor, tras un corto periodo bajo Francia, que les hizo pedir la vuelta a España. Resumiendo: una sarta de mentiras, como «España nos roba», cuando quienes más le han robado son sus dirigentes. Y ¿cómo explican que, siendo más inteligentes, emprendedores, etc., etc., se hayan dejado robar tanto tiempo por los zafios españoles?

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