El algoritmo que calcula el tiempo que dedicarás a tus seres queridos antes de morir
Usted se va a morir. Lo sabe, sí, es una obviedad, pero aún así seguramente le incomode leerlo. Nadie tiene[…]
Usted se va a morir. Lo sabe, sí, es una obviedad, pero aún así seguramente le incomode leerlo. Nadie tiene por qué recordárselo. Probablemente, tendrá algo mejor que leer que igual mañana ya no está aquí. Pero eso no va a pasar. Nos queda mucho, somos eternos. Esta creencia irracional es parte de una sociedad que niega la muerte, que entierra a los difuntos fuera de la ciudad para no toparse con ellos. Vivir en la «ficción de la inmortalidad», como lo define el psicólogo Rafael Santandreu, sirve de excusa para justificar lo que hacemos pero no queremos hacer, el trabajo que no nos llena, la vida frenética y estresante de la que renegamos pero no cambiamos. Pero, sobre todo, el creernos eternos sirve para aplazar lo importante. «Negar la muerte es malo a nivel psicológico, si la tuviéramos en consideración nos preocuparíamos menos de las cosas que no tienen importancia y viviríamos con más pasión tanto la vida como el presente, evitando dejar lo trascendente para más adelante», explica Santandreu.