El desprestigio del cálculo

Nadie sabe cómo acabará el culebrón andaluz y si los miedos a los efectos de la propaganda «antifascista» de la[…]

Nadie sabe cómo acabará el culebrón andaluz y si los miedos a los efectos de la propaganda «antifascista» de la izquierda y las ganas de buscar posiciones ante unas elecciones, primero europeas y municipales y después generales, van a obrar el milagro de salvar a Susana Díaz. Es improbable. El partido que crece como esperanza de aquellos que la habían perdido, basa su mensaje e identidad en ser distinto a los demás. Y debe suponerse que en la investidura primará el interés de España. Sin caer en trampas de fuerzas filosocialistas para una investidura de Díaz por rebote o nuevas elecciones que permitan a Marín volver al redil socialista como algunos querrían. El bien de España hoy pasa por no frustrar el poderoso mensaje de esperanza para toda la nación que es el acontecimiento de que los socialistas saquen sus sucias manos del poder en Andalucía por primera vez en 37 años. Aunque se vea como premio a la petulancia de Cs, incapaz de tratar con respeto a quien le cede los votos necesarios para el gobierno con el PP.

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