PSOE: ¿Quién dice que no habrá elecciones hasta el 2020?
Este es el análisis, partido a partido, de las opciones que se le presentan a las cuatro grandes formaciones políticas ante un escenario inesperado que ha vuelto obsoletas aquellas estrategias. Hoy publicamos la primera entrega, relativa al PSOE.
El PSOE ha sido, sin duda, el gran ganador de la operación que obligó a Mariano Rajoy a abandonar el Gobierno. Hasta ese momento, se presentaba como un partido desdibujado, sin cohesión interna, con dificultad para hacer llegar a la sociedad un mínimo mensaje creíble, con falta de liderazgo y, en general, todos los males que pueden aquejar a un partido. Sin embargo, la sola propuesta de presentar una moción de censura y su inesperado triunfo parece haber hecho desaparecer, de la noche a la mañana, todos sus problemas. Es bien cierto, además, que Pedro Sánchez está sabiendo aprovechar su oportunidad, al menos en las primeras semanas de gobierno. Presentó un gabinete, con mayoría de mujeres, que ha causado buena impresión y ha dado credibilidad a su propuesta. De otra parte, se mueve con pies de plomo a la hora de proponer la derogación de leyes o de desarrollar otras nuevas, como había anunciado hace poco más de un mes.
Instalado en La Moncloa, el nuevo presidente de Gobierno parece dispuesto a aprovechar el protagonismo que le da su puesto para relanzar a su partido. En su primera entrevista, tras tomar posesión de la presidencia, Pedro Sánchez ha señalado que es su intención ahora no convocar elecciones hasta el 2020. Sin embargo, no debería tomarse en cuenta al pie de la letra este propósito. Parece claro que, si a lo largo del próximo año, las encuestas le fueran muy favorables, no dudaría en adelantar las elecciones para lograr una posición parlamentaria que le permitiera más fácilmente imponer su programa. Es bien significativo que haya nombrado jefe de gabinete a Iván Redondo, que es más un jefe de campaña. Hasta 2020, Pedro Sánchez va a encontrarse con gran número de dificultades de todo tipo en su acción de gobierno. No tendría sentido que desaprovechara su buena estrella tras el triunfo de la moción de censura por un sentimiento de frustración, que podría trasladarse fácilmente a la sociedad, ante las dificultades que, sin duda, encontrará.
Las dificultades con las que se va a encontrar procederán no sólo de su minoría parlamentaria, sino también de otros problemas, como el de los ERES en Andalucía, que no sólo afectará a Susana Díaz. La apertura del juicio será una gran oportunidad para PP, Ciudadanos y también Podemos/IU para tratar de desprestigiar y poner contra la pared al PSOE. Pedro Sánchez deberá de alguna forma pedir disculpa a la sociedad por los ocurrido con los fondos pata el desempleo en Andalucía sin tratar de ponerse de perfil. Sin duda, el juicio y la sentencia tendrán un coste que deberá medir para establecer su calendario electoral.
De otro lado, parece claro que el reto independentista de Cataluña no le va a poner fácil las cosas y que, incluso, provocará más de un enfrentamiento en su propio gabinete, teniendo en cuenta las posiciones que sobre el asunto han defendido hasta ahora algunos de sus ministros. No debería tampoco pensar el nuevo presidente de Gobierno que los problemas internos han quedado resueltos con su acceso al poder. La vieja guardia socialista no ha dado el paso atrás que cabía esperar y, en la medida que sigue teniendo control sobre algunas esferas de poder, se mantiene expectante para ver como resuelve su máximo líder los asuntos más conflictivos. Es verdad que en las últimas semanas se ha producido una verdadera conversión entre algunos de los más críticos socialistas con Pedro Sánchez, pero haría bien en desconfiar de ellas. Su estancia en el Gobierno puede hacérsele muy corta... o más larga de lo previsto.
(Mañana publicaremos la segunda entrega de esta serie de artículos escritos por el periodista Rafael Rubio: II. Feijóo no ha dicho la última palabra.)